Panel ¿Son los pequeños negocios una solución al desempleo juvenil? (foto: BID) |
(Mundo
Microfinanzas, en Bridgetown) ¿Son los pequeños negocios una solución al
desempleo juvenil? ¿Se puede intervenir a través de programas de adiestramiento
empresarial en jóvenes y obtener importantes retornos? ¿Qué es lo que hace
bueno a un programa de entrepreneurship juvenil? ¿Cómo medir su impacto? ¿Cómo,
si es que convenimos que se trata de una solución promisoria, alcanzar escala?
Todos estos
interrogantes -formulados en el marco de un encuentro latinoamericano pero de
pertinencia global- fueron los disparadores propuestos por la gerente general
del Fondo Multilateral de Inversiones (Fomin), Nancy Lee, en la primera
plenaria del segundo día del XV Foro Interamericano de la Microempresa (Foromic 2012), que culmina este miércoles en Bridgetown.
Participaron
del panel, acompañando a la gerente del Fomin -en su calidad de moderadora-, el
experto en desarrollo de fuerza de trabajo del centro de investigación
californiano RTI International, Andrew Baird; el CEO de la red global Youth Business
International (YBI, con base en Londres), Andrew Davenport; el director
ejecutivo del Centro Integral de Desarrollo del Perú (CID), Dino Linares; y la directora ejecutiva del Barbados Youth Business Trust (BYBT),
Marcia Brandon.
En primer
turno, Baird consideró que el entrepreneurship juvenil es una forma viable para
que los jóvenes construyan sus vidas. Admitió que todavía no hay gran cantidad
de evidencia ni estadística que lo pruebe. Apenas algunas investigaciones con
diseños experimentales y cuasi-experimentales. La tasa de éxito puede variar
entre un 30 y un 70 por ciento.
Puso como
ejemplo un estudio en Perú, con un grupo de control, donde los jóvenes que
atravesaban la instancia del CID evidenciaron cuatro veces más de capacidad
para crear empresas. Y sus iniciativas empresariales tuvieron un 180% más de
retorno que la de aquellos jóvenes que no pasaron por el programa.
Pero
también citó evidencias negativas, como una recabada en estudios con
universitarios recién graduados de Túnez. Lo cual sugiere variantes
contextuales importantes.
Baird se
pronunció por la necesidad de homogeneizar estas mediciones y lograr parámetros
de comparabilidad a nivel global.
Dijo que es
fundamental la etapa de “filtrado”, es decir la entrada a un programa de
entrenamiento empresarial. ¿Cómo identificar a un joven con capacidades para
emprender? Pregunta clave, según Baird. Uno de los puntos de mayor relieve es
la pasión. Según él, es importante identificar la carga pasional que el joven
pone ante su proyecto, pues la inversión que demandará (tanto financiera como
no financiera) será muy grande y seguramente tenga que reinventar su negocio
una y otra vez, sobreponiéndose a los fracasos. Sostuvo que el mentoring es un
recurso valioso.
La
perspectiva global
Posteriormente,
Davenport se refirió al trabajo de la red YBI. Dijo que, en la óptica de su
organización, el joven debe tener y puede tener un rol clave en la economía. En
Gran Bretaña ha ayudado a crear 300 mil empleos, con jóvenes emprendedores de
18 a 35 años. Son jóvenes que tienen en común potenciales empresariales y
carencia de acceso a fuentes de financiamiento y apoyo.
Los
servicios de YBI son holísticos e integrales, explicó el directivo, y están
enfocados en un entrenamiento pre y post préstamo. También se refirió
positivamente al trabajo de mentores, el trabajo de asesoramiento uno a uno
entre un empresario ducho y el joven emprendedor.
En el marco
global, Davenport dijo que no han encontrado diferencias entre los programas
que han tenido en éxito en países en desarrollo y países desarrollados. Han
reunido evidencias de éxito en China, India, Kenia, el Caribe, entre otros
países y regiones. ¿Y por qué tienen éxito? Porque tienen bases firmes -aseguró-
y la gobernabilidad de las instituciones aliadas, alineada con los objetivos de
trabajar por el empresariado joven, es sólida, remarcó.
También se
refirió al componente psicológico de todo emprendedor: hacer crecer un negocio
es un trabajo lento y requiere perseverancia, además de un buen proyecto.
Mentoring
en el Caribe
Brandon se
refirió al trabajo que vienen realizando en Barbados. Y, a propuesta de la
moderadora, se explayó sobre la experiencia con los mentores. ¿Cómo se
profundiza la idea de mentoring? ¿Cómo atraer a los mentores?
Dijo que, a
partir de investigaciones cualitativas y cuantitativas, los jóvenes aseguran
que sin los mentores no hubieran podido sostener sus negocios. Y que los
mentores los han ayudado en el momento de entender un fracaso y salir
nuevamente a flote.
El 50 por
ciento de los mentores del BYBT son ellos mismos empresarios. Toman parte de su
tiempo para dedicarlo, de manera voluntaria, a ayudar y aconsejar a los jóvenes
emprendedores. Trabajan uno a uno con ellos y tienen lo que es necesario para “iniciarlos”
en el quehacer empresarial, dijo Brandon. Son especialistas, en enfocan para que
el joven tenga éxito en su emprendimiento. El organismo además brinda
herramientas de planificación financiera, importancia del ahorro, elaboración
de un plan de negocios, entre otros ítems.
Y ante la
pregunta de ¿cómo atraer a más mentores?, ella dijo que con dieciséis años de
experiencia ya tienen un perfil comercial del mentor. Y eso ayuda al momento
del reclutamiento. Es fundamental lograr un nivel de confianza entre la
institución, el joven y el mentor.
Un caso de
éxito en Perú
Para cerrar
el panel, Linares ofreció algunas claves para entender el éxito del CID en
Perú, experiencia que le valió este año a la institución el premio del BID a la
Excelencia en la prestación de servicios para jóvenes emprendedores en América
Latina y el Caribe.
El
directivo aclaró que a lo largo del tiempo la organización fue modificando su
enfoque, hasta encontrar el punto crítico. Dijo que ahora trabajan pensando en
la sostenibilidad de las empresas, como el elemento fundamental.
El CID
dedica mucho tiempo al acompañamiento del joven. El programa arranca con
talleres muy vivenciales, pues es necesario identificar allí a los jóvenes que
verdaderamente tienen condiciones de progresar a través de un negocio.
Precisó
algunos datos sobre costos en un programa implementado en 2010-2011 en dos regiones del Perú. Dijo que el costo unitario por participante fue de unos US$ 600. De ese monto, US$ 350 en promedio fue en capital semilla entregado como donación a condición de que el beneficiario invierta una suma adicional como mínimo (en la experiencia del CID, por cada dólar entregado los jóvenes ponen 1,5 adicionales, parte en efectivo y parte en especies).
Los jóvenes
son rápidamente exigidos a obtener resultados, al menos en lograr un equilibrio
financiero del negocio y ciertas condiciones de formalización. Se les brinda 50
horas de formación muy práctica y 20 horas de asesoría personal. Cada joven tiene
asignado un asesor remunerado por la organización, de preferencia con
experiencia en negocios, un tipo de asesor “todo terreno”, empático con los participantes.
Linares
recalcó la importancia de un seguimiento (“no paternalismo”) y una
fiscalización permanente, incluso contable, sobre la marcha de las empresas
juveniles. “Si a ellos les va bien, a nosotros nos va bien”, dijo.
Entre los
resultados, mencionó una tasa de permanencia a los 3 años de entre 70 y 75 por
ciento (respecto a un grupo de control); los participantes generan a los tres años
en promedio 2,5 puestos de empleo; logran una media del 65% de incremento en
sus ingresos (el 75% no tenía ningún ingreso previo al ingreso al programa); el
20% crece a nivel de una pequeña empresa, que en Perú significa tener al menos
diez empleados. El éxito no parece estar condicionado por alguna determinación
social o geográfica: han tenido éxito jóvenes de los departamentos más pobres del
Perú.
El
entrepreneurship o “empresarialismo” volvió a ser tema del Foromic. Si el año
pasado, en Costa Rica, se centró más en la mujer, este año en Barbados tomó más
prominencia la exploración de formas de financiar y apoyar a los jóvenes. El debate
se ofreció como cifra de un tiempo, tanto para América Latina como para el
mundo, pues la crisis del empleo no parece que vaya a ceder y la capacidad de
absorción de mano de obra asalariada tiene un límite exiguo para la cantidad de
contingentes que se sumarán al mercado. ¿La solución está en emprender?
Parecería que sí, que no hay otra opción. Así que conviene comenzar a tomar
nota de los buenos, malos, pocos, muchos, insuficientes resultados hasta ahora
obtenidos.
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