(Mundo
Microfinanzas, en Bridgetown) Tengo que encontrar a David.
Mientras
camino por la arena tibia y blanca de la mañana me dispongo a aprovechar al
máximo mi último día de estancia en Barbados. Y aprovechar quiere decir…
disfrutar al máximo su playa. Para eso he llegado temprano y el sol acompaña.
Aquí la temperatura roza todo el año los 30 grados pero no quita que nos
encaminemos al invierno y a las seis de la tarde ya sea de noche.
En esta
playa de Hastings, en el sur de la isla, casi todos son turistas. Varias son
las diferencias que separan esta playa de todas las sudamericanas que conozco.
Una de las más notables: aquí no hay acoso comercial ni de consumo. Nadie ofrece
helados, ni refrescos, ni tragos exóticos, ni chucherías. Sólo es “el bañista y
sus circunstancias”, diríamos, remedando a Ortega. La playa, el sol, el mar.
Sólo algunos muchachos se ocupan de asignar reposeras y sombrillas por 20
dólares barbadenses la jornada.
Uno de
ellos es David. Ayer le quedé debiendo 5 dólares, pues me encontró sin más
efectivo. No quiero burlar su confianza pero temo no saber reconocerlo. Cargo a
cuesta mis clisés antropomórficos y todos me parecen Bob Marley. De pronto uno
de ellos me divisa, ensaya un saludo como de quien te estaba esperando y va
en busca de una reposera. La arrastra sobre la arena y me señala una sombrilla
azul. Le agradezco. Le doy 25 dólares. Se vuelve caminando con pasos cortos y
rítmicos en dirección a sus compañeros.
Barbados ya
es un país que vive del turismo. Todo parece funcionar para que el visitante se
sienta como en casa. Con atención, sin acosos. El propio ministro de Finanzas,
Christopher Sinckler, admitió que el Foromic concluido este miércoles no pudo
haber tenido mejor fecha para el país anfitrión. Es que octubre es temporada
baja para el turismo y estos eventos internacionales, en países pequeños como
éste, aportan valiosísimos recursos.
A lo largo
de los tres días del foro organizado por el Fondo Multilateral de Inversiones
(Fomin), la presencia de Barbados y el Caribe no pasó nunca desapercibida.
Orgullo de los Bajans en mostrar lo suyo y compartirlo. Sus artesanos, sus
fabricantes, sus emprendedores. Como William Nathaniel Beckles, dueño de un
gimnasio y elegido “Microempresario barbadense del año”. O como la diseñadora
de joyas Patrina Cozier, o la esbelta y bella diseñadora de moda Keisha
Thompson, créditos ambas del Barbados Youth Business Trust (BYBT).
Pero no
hubo mejor prueba de la hospitalidad local que durante la noche del martes. Fue
cuando el primer ministro de Barbados, para agasajar a los participantes del
Foromic, sorprendió tirando su casa por la ventana. Sí, la expresión hay que
entenderla casi en un sentido literal. La máxima autoridad política
del país recreó en los parques de su residencia oficial de Ilaro Court el Oistins
Fish Fry, popular mercado de pescado que se emplaza todos los viernes a la
noche en la costa sur de la isla. La fiesta, bien servida y extendida hasta
altas horas de la noche, incluyó la actuación de artistas locales como la
compañía coreográfica Pineland Creative Workshop, la cantante de soca Alison
Hinds (conocida como la “reina del soca”) y el reggae con Philip 7.
No hay
dudas de la sintonía del país con el evento. No sólo por lo ya apuntado del
turismo. También con el leitmotiv que tuvo el foro este año sobre la necesidad
de impulsar emprendedores y animar la creación de empresas. En Barbados y el
Caribe esto se ve como algo especialmente imperioso.
Me he
trazado una meta insensata: quiero volver negro a Buenos Aires. Quiero llevarme
el Caribe en la piel. Quiero llegar al hotel y que no me reconozcan (si esto
fuera un blog de viajes, recomendaría con ganas el Pirate’s Inn donde me
hospedé esta semana). Quiero llevarme algo de la brisa fresca que atempera los
rayos y silba sobre el rumor de las olas.
Pronto
extrañaré este sol y esta playa y las aguas azul transparentes de esta bahía.
Mundo Microfinanzas
publicará desde la semana próxima más notas y reportajes con algunos de los
protagonistas del Foromic 2012.
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