Primer día del foro dedicado a la región que nos acoge (foto: BID) |
(Mundo
Microfinanzas, en Bridgetown) El Día de Barbados y del Caribe dio un marco regional
y autóctono a la primera jornada del Foromic 2012, que en su décimo quinta edición
tiene lugar por primera vez en un país caribeño de habla inglesa. Los Bajan,
como se dicen a sí mismos los nativos de esta pequeña isla -la más oriental de
las Antillas menores-, han compartido con los cerca de mil asistentes al foro
el orgullo de una cultura de más de cuatro siglos y su más reciente trofeo: el
reconocimiento de la Unesco al centro histórico de su capital, Bridgetown, y su
reminiscencia british, como patrimonio de la humanidad.
Para llegar
al Lloyd Erskine Sandiford Centre, sede del evento organizado por el Fondo
Multilateral de Inversiones (Fomin), pago 2 dólares barbadenses (o 1 dólar
estadounidense) a uno de los buses urbanos que en sus primeros tramos desde el
hotel va recorriendo la ruta sur de la isla. Hace calor, pero no al punto de
sofocar. Desde la ventanilla se avistan las aguas azules turquesas del Caribe,
pequeñas glorietas sobre la playa que a otras horas tal vez se pueblen de
bañistas y vestigios de viejas fortificaciones, como la del histórico Garrison,
impecablemente mantenido, que nos recuerda el lugar estratégico que jugó la
isla como puerta de ingreso al Caribe desde el Atlántico. El chofer maneja
raudo la formación en la que soy el único blanco. Avanzamos por el contorno de
la Independence Square e ingresamos en la populosa estación terminal, donde
habrá que transbordar.
Pese a la
cantidad de gente que sube, que baja, que transborda los buses, pese a un
entorno hormigueante de pasajeros, vendedores ambulantes, negociantes de la
calle y dueños de taxis oficiosos que vocean recorridos prestos para salir
desde un playón contiguo a la terminal, pese al enjambre humano que se aglutina
en torno al desvencijado edificio, por dentro reina el absoluto orden y
pulcritud horaria. Junto a las boleterías hay un reloj que marca, puntual, el
pulso de la estación. Pago otros 2 dólares. Un letrero luminoso indica los
horarios, destinos, puertas de embarque y condición de los viajes (ya partido,
abordando o próximo a partir). Otra que reminiscencia british! Lo único: no hay
que equivocarse de fila. Equivocar el destino y la puerta asignada puede llevarte
al punto opuesto de la isla. Y no es un consuelo, para la condición en que
estamos, saber que la isla tiene 35 km de largo y 22 km de ancho (lo cual
quiere decir que tan lejos tampoco podemos llegar…).
Hay que ver
a los Bajan en la ceremonia previa a tomar el bus. El edificio de la terminal
es un gran recinto oscuro y cerrado. De los buses sólo vemos una parte de su
frente delantero, por entre resquicios de luz. Los pasajeros tienen que hacer
fila en la puerta asignada, una fila sinuosa demarcada por barandas que
asemejan los paravalanchas de nuestros estadios. A la hora señalada, el chofer
abre la puerta de su box. Ingresamos uno a uno por la puerta delantera
izquierda (a la usanza británica, el volante está a la derecha) y depositamos
el cospel que nos habilita el trayecto desde Fairchild Street a Chapel Gap.
Ahora sólo hay que estar atento a no pasarnos. Viajo con cierta tensión. Ya no
sólo soy el único blanco. También soy el único que va de traje. El camino, en
esta segunda parte del viaje, es más escarpado y ya no tengo el Caribe contra
mi ventanilla (el mar se adivina, se huele, pero no se ve). Por suerte, el Lloyd
Erskine se avista inconfundible y los carteles del Foromic nos dan la
bienvenida. El timbre es un cordel que recorre longitudinalmente al vehículo.
Desciendo.
Ya en el
interior del centro de convenciones nos prestamos al trámite de registro y acreditación
de rigor. Saludo a alguna gente conocida. “Muchos peruanos”, me dice una mujer
desde uno de los stands, que se identifica como estadounidense pero que habla
muy bien el español. Sí, y muchos mexicanos. Los veo sonriendo de oreja a oreja,
frente al cartel que anuncia la sede del próximo Foromic, “México 2013”. Mucho
América Latina. Y mucho Caribe.
Admito que
a veces me cuesta separar los tantos “América Latina y el Caribe”. Como si, más
allá de cierto sesgo cultural y lingüístico, no fuéramos la misma entidad
histórica, territorial y política que se mantiene desde Colón. Pero este primer
día de Foromic en Barbados me ha dado una pauta de que tal vez esa separación
en la unión del nombre tenga algún sentido. Unir identidades. Identidad Caribe,
eso fue lo que vivimos este día.
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