Vivanco, Valladares, Canalda, López y León Castro (falta Calderón Prada) durante el panel del Foromic en Barbados. Fotos: FOMIN |
(Mundo
Microfinanzas, en Bridgetown) Algunos bancos, cajas y financieras en América
Latina han creado productos de ahorro, relativamente recientes, que responden a
la idea de “ahorro programado”. Es decir, una secuencia de pequeños depósitos
orientados a la posibilidad de adquirir algún bien o generar algún activo en el
transcurso de cierto tiempo. Las entidades aplican esta idea en la base de la
pirámide, con clientes de bajos ingresos, muchos de los cuales no han tenido
previamente el acceso a cuentas de ahorro tradicionales.
El
Fondo Multilateral de Inversiones (Fomin) organizó este martes en Barbados el
panel “Innovaciones en ahorro programado para microempresarios y personas de
bajos ingresos”, en el marco del Foro Interamericano de la Microempresa
(Foromic 2012). Y sentó en la mesa a representantes de cinco entidades
latinoamericanas con experiencias destacadas en productos de ahorro programado:
Claudia Valladares (VP, Banca Comunitaria Banesco, Venezuela); John Jimmy
Calderón Prada (director de Microfinanzas, Financiera Comultrasan, Colombia); Luis
Alfredo León Castro (gerente de Ahorro y Finanzas, Caja Municipal de Ahorro y Crédito de Sullana, Perú); Mercedes Canalda (VP ejecutiva, Banco Adopem,
República Dominicana) y Sofía López (directora ejecutiva de la Asociación del
Empresario Azteca, Banco Azteca, México). Actuó como moderador Fermín Vivanco,
del Fomin.
Calderón Prada recibe, del primer ministro barbadense Freundel Stuart, premio anual del BID |
Un
rasgo común que presentan estos productos es que reconocen la inspiración de
comportamientos financieros populares, de larga tradición, en los que miembros de una
familia o pequeña comunidad convienen el establecimiento de un fondo, a partir
de aportes equitativos individuales, que con una frecuencia establecida beneficiará
rotativamente a todos los miembros del grupo. El léxico popular les ha dado
distintos nombres: en Venezuela son “tandas”, en algunas zonas de México son “roscas”,
en Perú los llaman “juntas” o “panderos”. Pero el funcionamiento es siempre el
mismo.
Las
entidades recogieron esta idea, la adaptaron, la formalizaron y hoy pueden
ofrecer una posibilidad que hasta no hace mucho despertaba escepticismo: que un
pobre pueda ahorrar.
En
general, se trata de productos simples y adaptados a las necesidades y
posibilidades del cliente. El producto Paso a paso, lanzado por Banca
Comunitaria Banesco, unidad microfinanciera de Banesco en Venezuela, requiere
la apertura de una cuenta comunitaria y todo el proceso es electrónico. El Guardadito,
de Banco Azteca, funciona con huellas digitales, lo que ha permitido acceder a
una cuenta incluso a personas que no saben leer y escribir.
Todos,
además, aceptan montos mínimos, en algunos casos ínfimos. Ahorro Plan, de Caja
Sullana, exige 20 soles al mes (unos 7 dólares) y la apertura de libretas de
Banco Adopem directamente no establece mínimos. Los clientes además pueden
darse su propio programa: los venezolanos de Paso a paso pueden elegir ahorrar
a 3 meses, 6 meses… Ahorro Plan ofrece a los peruanos un mínimo de 180 días y
un máximo de 3 años (con más beneficios mientras el plazo sea mayor).
En
algunos casos, la facilitación del proceso para la apertura de cuentas y la raigambre
comunitaria, que da un plus de credibilidad al producto, ha permitido ampliar
la formalización financiera hacia zonas rurales o remotas. Fue el caso de
Comultrasan, que opera en el departamento colombiano Santander. El ahorro
programado brindó respuestas a clientes rurales que tenían dificultades para
desplazarse hasta las sucursales, con altos costos de transporte y a menudo
bajo la amenaza a su seguridad por episodios de violencia política.
En
efecto, buena parte de la viabilidad de estos productos se debe a que los
bancos tienen que efectuar la captación de los depósitos in situ. Las oficiales
de captación de Banco Adopem van a las comunidades y, tablet en mano, hacen el
seguimiento de las cuentas. Comultrasan comenzó en 2004 a ofrecer microcréditos in situ. Posteriormente, al constatar que los mismos agiotistas iban casa por
casa a hacer sus recaudaciones, la financiera asumió el riesgo, desarrolló un
software, y desde 2010 comenzó a recibir consignaciones en línea. Sus oficiales
siguen el pulso de los saldos, las fechas para recaudar y visitan entre 80 y 100
clientes diarios de los más de 84 mil que tiene actualmente su cartera (una
aseguradora cubre en caso de hurto). Otro tanto ocurre con Caja Sullana, donde
sus oficiales se manejan con POS con chips inalámbricos y se jactan de hacer “delivery
de ahorro”.
En
algunos casos, la dificultad para ampliar la infraestructura se suple con
corresponsales bancarios. Los clientes de Paso a paso disponen de 200 puntos de
atención más los corresponsales en las barriadas venezolanas. Y Banco Azteca
dispone de 3.800 puntos de venta, incluyendo corresponsales en los municipios
geográficamente desfavorecidos de México. El sesgo más urbano lo tiene Caja
Sullana: de los 9.600 clientes de Ahorro Plan, 6.000 son pequeños comerciantes
de zonas de abasto.
Otra
solución innovadora que han encontrado las instituciones es generar algún tipo
de incentivo para el ahorrador. Pues si lo que se trata es de cumplir determinado
objetivo al cabo de cierto tiempo (como dijo el directivo de Caja Sullana, “todos
ahorran pensando en algo”), qué mejor que un premio si ese objetivo se logra.
Banco Azteca sortea 100 mil pesos semanales (US$ 7.800) entre los clientes de Guardadito
(si además ha contratado un crédito, gana el doble). Comultrasan abre una línea
de crédito para quien cumple con su ahorro programado. Adopem le hace un regalo
que se integre a los activos del negocio del cliente. Como se dijo, Caja Sullana
amplía bonificaciones para quienes extiendan el plazo de sus depósitos, con una
tasa del 5% anual.
Todas
las iniciativas tienen, además, algún link con programas de educación
financiera. Banesco prepara tips educativos en un periódico, El Comunitario,
que distribuye entre sus clientes. El ahorro comunitario de Comultrasan tuvo su
origen en un programa de educación financiera. La iniciativa más ambiciosa fue
la de Adopem, con la proyección de una “telenovela financiera”, que este año siguieron
más de un millón de dominicanos por televisión abierta.
Más
allá de estos logros, el sistema del ahorro programado todavía debe ser capaz
de superar algunos obstáculos para una mayor penetración. Fue Canalda quien
expuso las limitaciones, al menos desde el caso de Adopem. “La gente le tiene
más confianza a las personas de su comunidad, que al propio banco”, dijo la
directiva dominicana. Y agregó que, aún con los beneficios de la tecnología,
siempre es complejo supervisar una operatoria in situ. Precisó que de las 220
mil libretas del banco, apenas 800 son de ahorro programado.
El ahorro es fundamental para el desarrollo de las personas. Que bueno que Caja Sullana incorpore diversos productos para promoverlo y hacer de él una buena práctica. Felicitaciones.
ResponderEliminarQue bien que entidades como Caja de Sullana en el Perú incentive los servicios de pequeños ahorros y es importante se difunda mas estas formas de ahorro sobre todo en zonas rurales e incentivar la cultura de ahorro en nuestro país.
ResponderEliminarCaja Sullana promueve el ahorro en montos mínimos para que las personas de bajos recursos empiecen a ver la importancia de ahorrar
ResponderEliminarYo los invito a conocer páginas sin fines de lucro como www.tutanda.com, las cuales solo ayudan a la comunicación entre los participantes de esta formas de ahorro, funciona para toda Latino America, USA y España.
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