(Mundo
Microfinanzas) Foros como el organizado por el Banco Central del Ecuador (BCE),
donde se procura abordar un tema desde una perspectiva lo más amplia posible, obligan
a veces a revisar juicios dados por buenos e incontestables.
Tal vez, antes
de la discusión sobre “Alfabetización y educación financiera: Imperativo
pragmático de la inclusión financiera”, en el marco del foro Lecciones Aprendidas y Perspectivas de la Política de Inclusión Financiera, llevada a
cabo este viernes en Quito, nuestra idea era que no. Que la inclusión
financiera no podía sino producir efectos benéficos en quienes ven así facilitado
el acceso a servicios como el crédito, una cuenta de ahorro, seguro, etc.
Damos
por descontado que el uso de esos productos y esos servicios conllevan la idea
de un sujeto autónomo y responsable, consciente de los beneficios pero también
de los riesgos implícitos. Pero sabemos que no siempre es así. Hemos visto la
implosión de mercados financieros como consecuencia de comportamientos
irresponsables del consumidor y/o malas prácticas de proveedores y/o regulaciones
débiles.
España
aparece como un ejemplo exasperado. España no es un país
pobre, su población es altamente alfabetizada y su mercado de consumo es
bastante sofisticado.
Tomando
nota de la intervención de uno de los integrantes del panel en Quito, el joven
economista de la Universidad de Alcalá de Henares (UAH), Guido Zack, agregamos algunos
datos más: en España hay 96 sucursales bancarias por cada 100 mil adultos; 120
cajeros automáticos por cada 1.000 km2; 2.577 cuentas de ahorro por cada 1.000
adultos; 770 préstamos por cada 1.000 adultos (151% del PIB), tenencia de activos
que abarca al 98% de los hogares y tenencia de activos financieros que
comprende al 93% de los hogares (10% acciones), entre otros.
¿Se podría
decir que España presenta algún déficit en inclusión financiera? Es evidente
que no. ¿Alguna relación entre estas contundentes cifras con la actual crisis
económica y financiera que padece el país?
Para Zack,
la situación española configuraría un proceso de inclusión financiera “espontánea”,
creado al abrigo de una sociedad con un alto perfil de consumo y el auge de la
burbuja financiera. “La inclusión financiera puede ser un arma de doble filo”,
sostuvo el investigador del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la UAH,
formado en la Universidad de Buenos Aires (UBA).
En su
opinión, no se puede concebir la inclusión financiera sin la idea de un
consumidor consciente, que toma decisiones informadas. De allí que inclusión
financiera y educación financiera son dos elementos que se reclaman
recíprocamente.
Al comparar
la situación de España con la de América Latina, el catedrático explicó que los
altos índices de pobreza y exclusión han llevado a varios países de la región a
pensar la inclusión financiera de un modo más planificado y articulado en las
políticas públicas.
Finalmente,
Zack presentó los lineamientos del Plan Español de Educación Financiera,
desarrollado en forma conjunta por el Banco de España (BdE) y la Comisión
Nacional del Mercado de Valores (CNMV), para el período 2008-2012, que lamentablemente
se ejecutó en coincidencia con los años de desencadenamiento y agudización de
la crisis. Un plan dirigido a todos los segmentos de la población.
Experiencias
del BID-Fomin
El panel se
completó con los aportes de Nicole Rossell y Paula Auerbach, especialistas del
Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Fondo Multilateral de Inversiones
(Fomin), entidades que presentaron el evento junto con el BCE.
Rossell
mencionó algunos casos exitosos de inclusión financiera en Guatemala: créditos a
microempresas y pymes del Banco G&T Continental; créditos grupales,
comunales e individuales de Fondesol; el programa de micropensiones de
Redcamif; el programa de educación financiera de la Superintendencia de Bancos
(SIB) y la iniciativa de créditos de triangulación financiera para exportación de
hortalizas, con el concurso de la fundación Crysol, la cooperativa Salcaja, Unispice y Save the Children.
La exposición
se explayó sobre todo con esta última. El objetivo fue que la comunidad el
Carrizal, en el corredor seco guatemalteco, sea económicamente sostenible,
migrando de su agricultura de subsistencia y autoconsumo a una producción hortícola
de productos no tradicionales hacia mercados de alto valor. “La gente tenía la
tierra y quería trabajarla”, explicó Rossell. Pero faltaba el recurso económico,
que se logró mediante la triangulación financiera hacia los productores, todo
vinculado a la apertura de cuentas de ahorro. Hoy la comunidad cuadruplicó la producción, generó utilidades y salió de línea de pobreza.
Auerbach,
especialista sectorial basada en Ecuador, hizo una exposición sobre los
proyectos del Fomin y el BID relacionados con inclusión financiera y educación financiera.
Desde la perspectiva del Fomin, la inclusión financiera “se logra cuando se
facilita el acceso a una oferta de productos y servicios que se ajustan y
responden a las necesidades de la población meta, y que a la vez se implementan
de una manera que asegura su uso frecuente y apropiado”.
Entre las
iniciativas que el Fomin desarrolla en América Latina y el Caribe, ella
mencionó el proyecto Tecnologías para la Inclusión Financiera, ProAhorros, el
programa regional de Remesas y Ahorro, una guía de educación financiera para
oficiales de crédito, en conjunto con la cooperación suiza, entre otros. Entre
los retos pendientes, Auerbach indicó la necesidad de integrar la educación financiera
en las políticas nacionales, medir resultados e impacto de la educación financiera
y el desarrollo de herramientas innovadoras.
Actuó como
moderadora del panel la consultora internacional Silvia Lorena Espinosa
Sánchez.
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