Daniel Schydlowsky en la Expo Guadalajara, tras la sesión (foto: Mundo Microfinanzas / microDINERO) |
(Mundo
Microfinanzas / microDINERO en Guadalajara, México) A veces sucede que lo mejor
de los paneles sobreviene al final.
Ya sea
porque las preguntas obligan a los panelistas a “salirse del guión” y mostrarse
con más desenfado e ingenio; ya sea porque las discrepancias, contenidas
durante las exposiciones, emergen al final bajo la forma de fructífero
chisporroteo dialéctico; a veces por talento inductor o intuitivo del moderador y
otras tantas, sin más, por mero avatar de la discusión.
Algo de
todo eso ha pasado este martes en la sesión “Inclusión financiera: una nueva
visión”, en el segundo día del Foromic México 2013.
La
discusión, moderada por Carlos Labarthe, presidente ejecutivo del Grupo Gentera (Compartamos),
venía dentro de los carriles “esperables”, lo que no significa que las exposiciones
carecieran de interés o novedad. Simplemente no aparecía ningún elemento
disruptivo, lateral, con capacidad para romper cierta monotonía (el consenso es
forzosamente monótono) y recolocar un tema desde otra mirada.
Daniel
Schydlowsky, titular de la superintendencia financiera del Perú (SBS), hablaba
de la necesidad de prudencia y sentido de proporcionalidad del regulador al
abordar aspectos que importan a la inclusión financiera (la experiencia peruana
proclive a favorecer entornos innovadores, sin dejar de atender riesgos de
diverso tipo, incluyendo riesgos de lavado y “pitufeo”); Robert Annibale,
director global de Microfinanzas de Citi, recalcaba el valor de la información sobre
el cliente de cara a un escenario de economía cashless; Elisabeth Rhyne,
directora gerente del Centro para la Inclusión Financiera (CFI), se refería a
lo que la gente sabe y lo que la gente hace con los servicios financieros, y el
desafío de educar en esa brecha; y Rafael Cabral, gerente de Servicios
Financieros de Tigo Money Paraguay, relataba cómo la empresa había llegado al
millón de clientes en base a la simplicidad de un mensaje.
Sobre el
cierre de la discusión sólo quedaba tiempo para breves comentarios finales. Rhyne mencionó el conjunto de herramientas de
la Smart Campaign para estandarizar en la industria prácticas de protección al
cliente, apuntando básicamente a la responsabilidad de los proveedores.
Schydlowsky
respondió como regulador: el problema de la estandarización -al fin necesaria
para toda estrategia de universalización- es que se vuelve impersonal. ¿Y no es que
las microfinanzas se basan en la personalización?; ¿no es que la relación que
establece la institución con el cliente es de conocimiento y de confianza
personal?
El
supervisor peruano dejó picando un argumento que parte del siguiente axioma:
las microfinanzas se basan en la relación personal entre la institución y el
cliente. Del que se derivan algunas conclusiones paradójicas: para el
cumplimiento de su misión social, las microfinanzas estandarizan prácticas de
protección al cliente; y al hacerlo, se despersonalizan (ya no son
microfinanzas).
Los griegos
tenían una palabra para ilustrar estos casos: aporía. Etimológicamente: “sin
camino” o “sin pasaje”.
Las aporías pueden ser decepcionantes. Pero ayudan a
pensar.
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