(Mundo Microfinanzas) “Dios no nos ha dado mucha riqueza geográfica,
pero sí nos ha dado talento”.
Quien dice eso es Phil Philips, consultor del Caribbean Toon Boom Animation, uno de los panelistas que animó la discusión sobre “El papel de las
microfinanzas en el impulso del sector de las industrias culturales”, en el
reciente Foromic, en Barbados.
Suzanne Burke (UWI) |
Las ponencias se centraron en cómo el microfinanciamiento surge como
opción para la producción de activos culturales. Bienes y servicios generados a
partir del arte y el talento creativo, donde la región del Caribe se muestra
prolífica e internacionalmente reconocida.
Junto a Philips, intervinieron la trinitense Suzanne Burke, de la
University of West Indies (UWI), y Trinidad Andrew, consultor senior de la
Unesco. Alison Saley-Smith, directora de desarrollo empresarial de la National Cultural Foundation, de Barbados, cumplió la función de moderadora.
Como producción cultural se incluye no sólo la música -tal vez la
disciplina en la que más ha sobresalido el Caribe- sino a una diversa gama de
actividades creativas como la artesanía, las artes dramáticas, el carnaval y
otras que involucran nuevas tecnologías como la animación y los videojuegos,
que pueden canalizar el entusiasmo de los jóvenes.
“Faltan capacidades empresariales. Aprovechar el talento
empresarialmente no se contrapone al acto creativo”, dijo Philips. Todos de
acuerdo.
Donde el consenso se mostró más remiso fue en la forma como se puede
lograr el financiamiento. Quedó claro en la discusión que los costos de
producción son altos y que en la región subsisten diferentes mecanismos para la
obtención de recursos: desde algunos incentivos de gobierno y agencias de
desarrollo hasta medios informales afro-caribeños como el su-su y comunidades
autofinanciadas de artistas. Andrew comentó que se está evaluando el
lanzamiento de Kiva en el Caribe, pero la idea mereció cierto escepticismo por
parte de Philips, al menos en la experiencia de Barbados: “No sé si existe una
cultura para el crowdfunding, eso es más adecuado para economías desarrolladas”.
Para Burke, hay efervescencia creativa, hay industrias nacientes, pero falta
desembocar en una economía creativa. “Es necesario una convergencia de actores
que permita la creación de una industria como tal”, dijo ella.
En su experiencia, tras haber entrevistado a cerca de 300 actores desde
2009, los recursos deberían ir destinados a la distribución. Las políticas son
la arquitectura, el nexo para crear una comunicación entre el artista y el
público. Se necesita crear clusters y optimizar fases en la cadena de valor: “El
carnaval está involucrado en una cadena de valor internacional en Trinidad y
Tobago”, dijo.
Philips habló de deficiencias en la elaboración de planes de negocios.
Burke dijo que hay que pensar en el patrocinio privado como una transacción (“muchos
artistas demandan patrocinio sin saber el valor de sus servicios”).
Andrew se mostró proclive a que el sector privado asuma mayores riesgos
y mencionó los nexos entre cultura y turismo, dignos para ser explotados. Pero,
para Andrew y Burke, la etapa por la que atraviesa esta incipiente industria
todavía no da lugar al capital de riesgo.
Más allá de los énfasis, sí hubo acuerdo en que las microfinanzas pueden
ayudar a detonar la creatividad y crear empleos en la región.
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