El proyecto de Copeme-Fomin involucra hasta el momento a once IMFs con presencia en las áreas más remotas del país (foto facilitada por Copeme) |
(Mundo
Microfinanzas) Toda vez que se hace mención a los éxitos de las microfinanzas
peruanas en los últimos años, y su liderazgo a nivel regional y global, por lo
general también se señalan sus asignaturas pendientes. Y aquí es donde surge el
problema de la cobertura rural.
Perú no es
una excepción en tal sentido. Muchos otros mercados en América Latina ponen en
evidencia similar déficit: concentración y saturación en sectores urbanos,
escasa densidad de servicios en los rurales. El elemento que agrava la cuestión
en Perú es, tal vez, la desmembración congénita del interior respecto a las
metrópolis costeñas y la marcada diferenciación regional. Al punto que
costa-selva-sierra presentan fisonomías y realidades tan dispares que más que
tres regiones dentro de un mismo país parecen, por momentos, países y culturas
diferentes.
Todo
proyecto de microfinanzas rurales en Perú tiene que enfrentarse a este
contexto, en verdad complejo, que excede el mero condicionante de la lejanía
geográfica.
Para
comenzar a trazar soluciones, la innovación y la tecnología aparecen como
elementos claves. Es así que la red microfinanciera peruana COPEME, con apoyo
del Fondo Multilateral de Inversiones (Fomin), del grupo BID, lleva adelante
desde hace más de un año un proyecto para el uso de teléfonos móviles y
tecnología WAP en los analistas de crédito, buscando impactar dos blancos de un
mismo tiro: por un lado propender a la reducción de los costos transaccionales,
el incremento de la eficiencia y calidad de los portafolios en la gestión
microfinanciera rural ,y por otro lado ampliar las fronteras de inclusión
financiera.
El diseño
del proyecto es bastante simple: los analistas recorren los departamentos más
ruralizados del Perú, con predominio de economías agrícolas, y ofrecen
productos de crédito de las -hasta el momento- 11 IMFs participantes. Se
ingresa al sistema el número de documento de identidad del interesado, el dato
es cotejado en la central de riesgo de Equifax -proveedor aliado en esta
iniciativa- y se verifica si el postulante cumple con los requisitos de record
crediticio y los criterios de aprobación o
reglas de negocio establecidos en sus políticas crediticias.
“La
aprobación o desestimación del préstamo es cuestión de segundos”, asegura
Carlos Ríos Henckell, jefe del área Microfinanzas de Copeme, en diálogo con
Mundo Microfinanzas.
Toda la
operatoria crediticia la hace el analista con su teléfono móvil y su tecnología
wireless: in situ y online. Desde febrero de 2012, comenta Ríos Henckell, se llevan realizadas unas
30 mil operaciones, con un porcentaje de aprobación de préstamos del 55%. El departamento más activo es
el del Cusco, en el sudeste del país, con una gran parte de su terreno
montañoso. Le siguen los departamentos de Ayacucho, en la sierra centro, y
Ucayali, en la selva-oriente.
El funcionario de Copeme destaca también el trabajo de
promoción de los asesores: “Ellos van puerta
por puerta, chacra
por chacra, buscando potenciales clientes”.
Por el
momento el único producto que se ofrece es el crédito y sus características
dependen de la institución. Mayormente son créditos agrícolas y comerciales. El
programa también cuenta con el apoyo de organizaciones y empresas rurales
(asociaciones de productores, juntas de
regantes, casas comerciales, proveedores y tiendas de insumos, semillas, fertilizantes
y equipo menor para el sector agropecuario, cooperativas, fondos rotatorios, programas sociales del Estado, etc) que aportan su información para
mejorar la calidad de los registros y conocer mejor el perfil de riesgo de los
clientes.
Las IMFs
participantes hasta el momento son Adea Andahuaylas, Adra Perú, Caja Municipal de Maynas, Caja Rural Los Andes, Finca Perú, Fondesurco, Manuela Ramos, Microcrédito para el Desarrollo (Mide), Microfinanzas Arariwa, Microfinanzas Prisma y ProMujer.
Otros
proyectos
Copeme ha proyectado un plan estratégico
donde se apuntan seis ejes de intervención: dinero
electrónico, desarrollo de canales alternativos de atención, fortalecimiento de
gobierno corporativo y
la gestión del talento humano en
IMFs, gestión del desempeño social e introducción de la metodología PPI para la medición del impacto
(hasta el momento se aplica en algunas ONGs y Edpymes pequeñas, la idea es
llevarlo a algunas cajas y otras entidades microfinancieras reguladas) y fortalecimiento
integral de riesgos.
La experiencia de Copeme en el sector de las microfinanzas
del Perú y con mayor énfasis durante los
últimos 15 años, se
ve reflejada en la actualización de sus reportes, algunos de ellos públicos,
muy demandados en la industria. Estos reportes contienen información precisa
que permite seguir el pulso del sector por producto, por región, e incluyendo a
un amplio espectro de instituciones que van desde las ONGs reguladas, a cajas
municipales, cajas rurales, edpymes, financieras con enfoques de microfinanzas
y MiBanco, esto es, el cuadro entero de las microfinanzas peruanas.
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