(Mundo Microfinanzas) En el seno de la Unión Europea, el 99 por ciento de las empresas registradas son pequeñas o medianas (dentro de las cuales se incluyen las micro, que para la UE son las que tienen menos de diez empleados y un volumen de negocios no superior a los dos millones de euros: como puede verse, el concepto de “micro” es relativo y sociogeográficamente diferencial). Este rango de empresa es la que promueve dos tercios de los empleos de la economía del continente.
Sin embargo, afirma Kata Bors en un artículo publicado el martes pasado en el Journal Francophone de Budapest, su peso está lejos del poder de las multinacionales, grandes protagonistas del lobby nacional e internacional.
Lo que sigue es una glosa de este interesante artículo, escrito desde un país y un lugar de enunciación marginal dentro del contexto europeo.
Dada tal situación, señala la analista húngara, resulta extremadamente importante tomar medidas conjuntas para asegurar recursos de financiamiento a estas pequeñas unidades productivas, verdaderos motores de la economía.
El estado húngaro viene proponiendo desde 1992 créditos a bajas tasas de interés a las pymes, facilitando así su liquidez financiera. Con la explosión de la crisis, este segmento ha debido afrontar tiempos difíciles, donde se pone en juego su supervivencia.
Así es como han aparecido numerosos recursos financieros para ayudar a las empresas en peligro. La UE elaboró un proyecto de microcrédito, de nombre Jéremie (acrónimo de Joint European Resources for Micro to Médium Enterprises), puesto en práctica ya en varios países (a este programa habría que añadir su “pareja”, Jasmine, por Joint Action to support microfinance institutions in Europe).
En efecto, la gestión de la crisis ha generado la aplicación de medidas gubernamentales intervencionistas y planes de salvataje en procura de reanimar la economía, entre los cuales se cuentan planes de microcrédito para las pymes. Hungría puso en marcha varios proyectos que tienen como objetivo lanzar un salvavidas a las pymes húngaras, en particular los programas de microcrédito con garantías nacionales.
En general los principales ingresos de las pymes provienen del consumo y la inversión doméstica. Con la crisis, estos segmentos se ven obligados a disminuir sus gastos y limitar sus actividades. Notemos además que estas sociedades no son los clientes favoritos de los bancos comerciales: su demanda de crédito es a menudo rechazada, privándolas de apoyo financiero. Así es como se ven constreñidas a efectuar suspensiones o despidos y reducir la producción.
Tres caminos, una opción
Como opciones surgen tres, dos de ellas bastante complejas y riesgosas. Una, efectuar la liquidación de sus inversiones a largo plazo. Dos, asociarse en clústers para poder beneficiarse de fondos europeos disponibles, lo cual no es nada fácil dada la posición de las pymes, su demasiado fragmentada situación geográfica y sectorial.
La tercera opción es procurar un microcrédito, con garantía y asistencia nacional y europea, por sumas que van de los 10 a los 50 millones de forintos (33 a 165 mil euros).
Las ventajas son muchas: administración aliviada (allégée), pago rápido y claro, baja tasa de interés, amplios campos de utilización, sin necesidad de prefinanciamiento. En Hungría, diferentes organizaciones proponen tales créditos: instituciones nacionales como el Magyar Fejlesztési Bank (MFB, Banco de Desarrollo húngaro o maguiar) o la Asociación Húngara para el Desarrollo Corporativo y los bancos comerciales que en enero suscribieron un pacto de cooperación sobre la base de una campaña de microcréditos inyectando 140 mil millones de forintos adicionales (464 millones de euros) a la masa crediticia disponible. La meta principal de los proyectos de microcrédito es evitar a todo precio los despidos y la disminución de la actividad económica.
Para demostrar que la ayuda al financiamiento de las PMEs es un asunto europeo, el Consejo Económico y Financiero del Parlamento Europeo votó, a iniciativa del representante húngaro Zsolt Becsey, un proyecto que obliga a los países miembros incluir en sus rendiciones de cuenta anuales todas las medidas dispuestas para el apoyo de las pymes, en especial los proyectos de microcrédito pues, como señala el eurodiputado, el rol del Estado es determinante en esta materia.
Hasta el presente, unas 600 empresas húngaras han sido beneficiadas de microcréditos por una suma de 2.800 millones de forintos (unos 9,2 millones de euros). En comparación con el presupuesto actual, parece que la demanda no es tan importante, pero, como dicen los profesionales, “ya vendrá con la acentuación de la crisis con el correr de 2009”.
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Parlamento Europeo insta a la regulación del microcrédito en el continente (21 de enero de 2009)
Kata Bors |
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Así es como han aparecido numerosos recursos financieros para ayudar a las empresas en peligro. La UE elaboró un proyecto de microcrédito, de nombre Jéremie (acrónimo de Joint European Resources for Micro to Médium Enterprises), puesto en práctica ya en varios países (a este programa habría que añadir su “pareja”, Jasmine, por Joint Action to support microfinance institutions in Europe).
En efecto, la gestión de la crisis ha generado la aplicación de medidas gubernamentales intervencionistas y planes de salvataje en procura de reanimar la economía, entre los cuales se cuentan planes de microcrédito para las pymes. Hungría puso en marcha varios proyectos que tienen como objetivo lanzar un salvavidas a las pymes húngaras, en particular los programas de microcrédito con garantías nacionales.
En general los principales ingresos de las pymes provienen del consumo y la inversión doméstica. Con la crisis, estos segmentos se ven obligados a disminuir sus gastos y limitar sus actividades. Notemos además que estas sociedades no son los clientes favoritos de los bancos comerciales: su demanda de crédito es a menudo rechazada, privándolas de apoyo financiero. Así es como se ven constreñidas a efectuar suspensiones o despidos y reducir la producción.
Tres caminos, una opción
Como opciones surgen tres, dos de ellas bastante complejas y riesgosas. Una, efectuar la liquidación de sus inversiones a largo plazo. Dos, asociarse en clústers para poder beneficiarse de fondos europeos disponibles, lo cual no es nada fácil dada la posición de las pymes, su demasiado fragmentada situación geográfica y sectorial.
La tercera opción es procurar un microcrédito, con garantía y asistencia nacional y europea, por sumas que van de los 10 a los 50 millones de forintos (33 a 165 mil euros).
Las ventajas son muchas: administración aliviada (allégée), pago rápido y claro, baja tasa de interés, amplios campos de utilización, sin necesidad de prefinanciamiento. En Hungría, diferentes organizaciones proponen tales créditos: instituciones nacionales como el Magyar Fejlesztési Bank (MFB, Banco de Desarrollo húngaro o maguiar) o la Asociación Húngara para el Desarrollo Corporativo y los bancos comerciales que en enero suscribieron un pacto de cooperación sobre la base de una campaña de microcréditos inyectando 140 mil millones de forintos adicionales (464 millones de euros) a la masa crediticia disponible. La meta principal de los proyectos de microcrédito es evitar a todo precio los despidos y la disminución de la actividad económica.
Para demostrar que la ayuda al financiamiento de las PMEs es un asunto europeo, el Consejo Económico y Financiero del Parlamento Europeo votó, a iniciativa del representante húngaro Zsolt Becsey, un proyecto que obliga a los países miembros incluir en sus rendiciones de cuenta anuales todas las medidas dispuestas para el apoyo de las pymes, en especial los proyectos de microcrédito pues, como señala el eurodiputado, el rol del Estado es determinante en esta materia.
Hasta el presente, unas 600 empresas húngaras han sido beneficiadas de microcréditos por una suma de 2.800 millones de forintos (unos 9,2 millones de euros). En comparación con el presupuesto actual, parece que la demanda no es tan importante, pero, como dicen los profesionales, “ya vendrá con la acentuación de la crisis con el correr de 2009”.
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