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lunes, 16 de diciembre de 2013

"El desafío es incluir micro y pequeñas empresas en procesos virtuosos a nivel de territorio"

Carolina Ferreira, coordinadora del Programa de Microfinanzas en Uruguay
(fotos: Mundo Microfinanzas)

(Mundo Microfinanzas, en Montevideo) Una imponente vista de la rambla, la Ciudad Vieja y el Río de la Plata captan inmediatamente la atención del visitante. Estamos en la oficina de la coordinadora del Programa de Microfinanzas para el Desarrollo Productivo del Uruguay, Carolina Ferreira, en el séptimo piso de la torre de Presidencia. En uno de los pisos de arriba imaginamos al presidente José Mujica comentando, junto a sus colaboradores, algunas de las repercusiones mundiales despertadas por la audaz iniciativa uruguaya de legalizar la marihuana.

Una oficina pequeña pero luminosa, la de Carolina. A espaldas de este cronista, detrás de la silla que luego ocupará la entrevistada al momento de la foto, un mapa político gigante del Uruguay. Ningún otro objeto podría haber sido más representativo para un Programa que trabaja en la órbita del Área de Políticas Territoriales, de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP), y que se distingue precisamente por su “enfoque territorial”. En las oficinas contiguas, más relajados tras la presentación de la mañana, los integrantes del equipo toman mate y comparten las últimas masitas que quedaron del evento, oportunidad en la que el Programa hizo un balance de seis años de ejecución y anunció qué trayectoria seguirá a partir de 2014. En esa siesta radiante y primaveral, Mundo Microfinanzas dialogó con Carolina Ferreira.

MMF: ¿Qué fue lo que concluyó y lo que empezó hoy?

C.F: Bueno, hoy fue el cierre formal, si bien la ejecución del Programa termina en febrero de 2014, con una etapa de diseño que empezó en 2005, e iniciándose formalmente en agosto de 2007, con financiamiento del Banco Interamericano de Desarrollo y la Oficina de Planeamiento y Presupuesto, de la presidencia. Formalmente hoy también se anunció la creación del área de Desarrollo Económico Local, dentro del Área de Políticas Territoriales de OPP. La idea es empezar con esta nueva área en marzo de 2014, que toma los aprendizajes de tres programas vinculados al sector productivo, uno de ellos Microfinanzas; los otros de Conglomerados y Cadenas Productivas y de Apoyo al Sector Productivo. Vamos a seguir trabajando con la temática de finanzas inclusivas pero también vamos a apoyar la integración financiera de las pequeñas y medianas empresas en un perfil más de desarrollo económico territorial.

MMF: ¿Esto quiere decir que, desde la óptica de una política pública, las microfinanzas constituyen una herramienta que idealmente debería evolucionar hasta integrarse con otros componentes para un armado más integral?

C.F: Sí, ese fue un poco el desafío al que nosotros nos enfrentamos, sobre todo en los dos últimos años. Como decía hoy en la presentación, el país de 2005 era un país muy distinto al país de 2013, con indicadores de pobreza en torno al 15 por ciento, con desempleo en torno del 30 por ciento… Hoy estamos hablando de un desempleo de menos de dos dígitos, entre el 6 y 8 por ciento, al igual que con los indicadores de pobreza. Un país donde hay muchas más micro y pequeñas empresas… en aquel momento por la crisis de 2002 habían desaparecido más de 70 mil y hoy estamos hablando que hay en torno a 130 mil micro y pequeñas empresas, relevadas por el último censo. Las microfinanzas en 2005 tenían un enfoque. Creemos que el enfoque hacia donde tenemos que apuntar involucra a las microfinanzas, porque todavía sigue habiendo mucha gente sin acceso a financiamiento adecuado, pero también pensamos que el desafío es integrar otros instrumentos y otro tipo de componentes que den más sostenibilidad y potencia a lo que venimos haciendo desde el Programa de Microfinanzas.

MMF: Vos hiciste referencia hoy a lo que habían sido los comienzos del Programa. Y mencionaste cómo se fue introduciendo poco a poco el enfoque territorial. ¿Cómo fue ese pasaje?

C.F: El Programa de Microfinanzas desde su diseño fue innovador en el tema de la integralidad. Desde el BID se planteó en su momento que era la primera vez que se abordaba el desarrollo del sector microfinanzas no sólo desde el tema de instrumentos financieros sino también de lo que se llamaba servicios complementarios, con todos los programas de capacitación y asistencia técnica, sujetos al financiamiento, y también el tema del fortalecimiento institucional, de los actores involucrados. A medida que el Programa fue avanzando, y sobre todo con la etapa de ejecución a partir del año 2007, nos dimos cuenta que uno de los aliados fundamentales a la hora de llegar al interior del país eran las instituciones locales. Y en eso juegan un rol fundamental los gobiernos departamentales, los centros comerciales, las sociedades de productores y un montón de instituciones que trabajan a nivel del territorio. Asimismo el Programa está dentro de un área de Políticas Territoriales cuyo principal cometido es el desarrollo territorial. Entonces era un tema que desde la forma de trabajar del Área implicaba necesariamente una mirada al desarrollo del territorio en su conjunto, y un programa de microfinanzas no podía escapar de esa lógica.

MMF: Hoy en una de las exposiciones se planteó que existen tensiones cuando se trabaja con un enfoque territorial, en el sentido de que lo que se busca es tratar que lo producido como renta se democratice, se disperse, derrame lo más que se pueda. ¿Hubo que gestionar conflictos desde la coordinación del Programa bajo este enfoque?

C.F: El Programa vive en constante tensión: entre lo financiero y lo productivo, lo social y lo económico, lo nacional y lo local, entre el apoyo a inversiones y cadenas productivas más grandes y el micro y pequeño emprendimiento… Creemos que sí, hubo que negociar tensiones. El desafío, más que negar que esos conflictos existen, es ver cómo se pueden involucrar las micro y pequeñas empresas en estos procesos virtuosos a nivel de territorio, donde no en todos lados tiene que ser lo mismo. Nosotros ahora en el enfoque que estamos pensando hacia delante reconocemos la importancia de las cadenas de valor, como tales, pero también reconocemos la importancia de las redes territoriales. A veces no hay una gran empresa traccionadora en el territorio, pero sí hay un conjunto de micro y pequeñas empresas que pueden trabajar en red y favorecer el desarrollo de pequeñas comunidades. Hace poco lanzamos la red EmprendeVarela, en una localidad del norte del departamento Lavalleja, donde justamente hay emprendedores que van desde carpinteros, talleres mecánicos, una granja y un montón de emprendimientos que generan un ciclo virtuoso en territorio, que se complementan entre sí en distintos roles, que van desde la compra de insumos en común. Ese tipo de sinergias generan también efecto de derrame. Por otra parte, estamos trabajando con desarrollo de proveedores en una zona del este del país donde se están instalando tres grandes plantas cementeras y queremos que las micro y pequeñas empresas de esa localidad se incorporen a ese proceso. Que no se mantengan al margen, como ha pasado con otras inversiones en el país. Entonces, sin forzar los procesos, creo que el rol fundamental es adecuarse a las realidades y demandas locales, y también a los tiempos locales, porque hay gente que le interesa subirse al tren y gente que no.

MMF: Si nos quedamos con la foto del último panel, quedó en claro la centralidad del Estado como impulsor, la centralidad de la política. ¿Cómo se armoniza el Estado y el mercado para que ambos se complementen y generen sinergias dentro de esta concepción productivista de las microfinanzas?

C.F: Nosotros desde el inicio siempre dijimos que este Programa trabaja en la brecha: entre oferta y demanda de servicios financieros, pero también -y hoy lo decía muy claramente el decano de la Facultad (por Rodrigo Arim, decano de la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración de la Universidad de la República)- en un escenario de competencia perfecta nuestro rol no tendría sentido. Pero como eso en la realidad no existe, ahí hay un rol de incluir. Ha habido instancias donde hemos sentado en una misma mesa, por ejemplo, a instituciones financieras con algún grupo de productores. Pero después el Programa se retira y el vínculo se mantiene. Siempre hay gente que necesita un acercamiento, una oportunidad y creo que ahí el rol del Estado se justifica. Y después, lo otro fundamental, es que por más Estado que sea, hay que rendir cuentas, que es el intento que hicimos hoy. Es decir, está bien, el Estado llega a lugares donde los demás no llegan, pero también se necesita lograr que eso se haga de una manera eficiente. Yo creo que el Estado tiene un rol importante que jugar en la inclusión socioeconómica. Pero para nosotros es fundamental generar ámbitos público-privados. Muchas veces ni entre las empresas grandes se sientan en una misma mesa. Y nos ha pasado con algunos centros comerciales del interior del país, con los que hay que generar “excusas”, entre comillas, para que puedan pensar una mirada de desarrollo. No tanto como sector gremial que hace lobby por un reclamo, sino como actores de su territorio, impulsando estrategias sostenibles para ese territorio.

MMF: ¿Cómo evalúas la participación del BID, como gran financiador, en la primera etapa del Programa?

C.F: La verdad que nosotros, si bien tuvimos muchas idas y vueltas, también sabemos que sin el financiamiento inicial del Banco Interamericano el Programa no hubiera surgido y no se hubiera generado. Hay un especialista que quiero citar en particular, el señor Raúl Novoa, y también el asesor de operaciones Miguel Baruzze, por el apoyo enorme que dieron al Programa. Si bien ellos pertenecen más a una sección de mercados de capitales, tienen una mirada de desarrollo bien interesante. Y eso nos permitió mucho intercambio, también con el Fomin, con el tema de corresponsales no bancarios, transferencias monetarias, vehículos de ahorro programado, la participación en los Foromic... Todas las veces que hemos ido al Foromic hemos venido con ideas para generar, para instaurar. Y en el corto o mediano plazo te permite un buen benchmarking, o estado del arte de lo que pasa en la región, y tratar de adaptar esas experiencias a la realidad uruguaya, que no es la realidad andina ni del Caribe. Eso también nos ha servido mucho.

MMF: Y hablando de benchmarking, ¿qué paralelismos ves entre esas realidades de otros países latinoamericanos y la de Uruguay?; ¿qué aspectos diferenciales y qué innovaciones se podrían adoptar en Uruguay?

C.F: Sin pensar que Uruguay sea un caso único, creemos que hay diferencias con lo que podría ser la realidad de los países andinos o México. Quizás sí más comparable con el sur de Brasil o con Argentina. Pero por ejemplo en el tema de la informalidad, creemos que en los países andinos es bastante alta y ahí hay un nicho para el desarrollo del sector de microfinanzas, que es una realidad distinta a la uruguaya. Después la masividad que tienen estas instituciones… hoy se hablaba del tema de la sostenibilidad. Hemos aprendido bastante, por ejemplo en el tema regulación de algunos países, como en Perú con su Superintendencia. También de Colombia con sus corresponsales no bancarios y la Banca de las Oportunidades. En eso hay lecciones aprendidas que creemos que son bien interesantes. Y en el último Foromic, en México, vimos cómo vincular algunos sectores productivos y algunos instrumentos innovadores a la hora de solucionar problemáticas como el tema del ahorro. En Uruguay hay un problema… una realidad, y es que las instituciones microfinancieras no captan depósitos. Entonces, generar vehículos de ahorro para esta población es complejo y hay que ser innovador. Y tanto en el anterior Foromic como en éste hemos visto aprendizajes reales y concretos, de cosas que se hicieron bien y otras que no tanto, y esa experiencia estamos tratando de traerla a Uruguay. Después, bueno, la particularidad del mercado uruguayo tiene que ver con esto del territorio. Me parece que no lo he visto tan claro en otros países, al menos no desde nuestro enfoque. También que sean programas de Presidencia, me parece que ahí también hay una particularidad del caso uruguayo. Y también, como el mercado uruguayo es chico, hay un nicho en la incorporación de la pequeña empresa, para créditos un poco mayores. Si bien el crédito promedio del sector es de 2.500, todavía hay un nicho entre 4.000, 5.000 y hasta 7.000 dólares, diferente a lo que vemos en otros países o regiones, con créditos promedio bastante menores y gran masividad. También hay un tema vinculado a la tecnología: creo que ahí en Uruguay estamos un poquito rezagados y el Programa debería sentarse a ver cuáles son las opciones, porque hay un tema de escala, de llegada y bajada de costos, tiene que ver con las innovaciones tecnológicas. Y he visto, tanto en Latinoamérica como en otras regiones, como en África, que hay llegadas al territorio vasto a partir de innovaciones tecnológicas.

MMF: ¿Cuáles son las expectativas del Programa sobre la ley de inclusión financiera que está discutiéndose actualmente en el parlamento uruguayo?

C.F: Nosotros, si bien no participamos en la redacción de ese proyecto, puntualizamos algunos temas a partir de la consulta que nos hizo el MEF. Por ejemplo el tema de las cooperativas: nosotros sabíamos que las cooperativas de ahorro y crédito iban a patalear un poco, con alguna reglamentación. También, por ejemplo, con algo que planteó hoy el presidente del BROU (por Fernando Calloia), el tema del IVA, eso lo planteamos y fue reconocido en la ley y esperamos que se apruebe. Y después un tema no menor que es la cobertura territorial. Si bien este es un proyecto que se llamaba en un principio de bancarización e inclusión financiera, creemos que las corresponsalías no bancarias, la llegada a los territorios, tienen que ser pensadas bajo una lógica real y concreta del interior. A veces desde Montevideo pecamos de una lógica centralista, donde hay un cajero a dos cuadras. Pero hay localidades donde sólo pensar que te van a pagar el sueldo con un cheque y que vos vas a tener que hacer 70 kilómetros para ir a cobrarlo, no es muy real. Ese tipo de devoluciones le hemos hecho al ministerio de Economía, y algunas fueron contempladas. Me parece que lo más interesante de la ley de inclusión financiera es que genera debate y pone la temática sobre la mesa, creando una especie de mea culpa o autoanálisis por parte de los bancos privados, las cooperativas o las instituciones por ver cuál es nuestra realidad respecto a la inclusión financiera y para qué la inclusión financiera. No incluir por incluir sino ver cómo eso favorece el desarrollo de los hogares uruguayos y de las micro y pequeñas empresas.

Algunos resultados del Programa

Estos fueron algunos de los resultados del Programa presentados este jueves por el director de la OPP, Gabriel Frugoni, junto a la coordinadora Carolina Ferreira:

- Total del monto invertido 2007-2013: US$ 12.317.225
- 37.500 emprendedores y micro y pequeñas empresas asesoradas
- Más de 750 técnicos involucrados
- Llegada a 115 localidades
- Más de 130 instituciones involucradas
- 23 instrumentos financieros que facilitaron el acceso al crédito

El coordinador del Área de Políticas Territoriales de OPP, Marcos Otheguy, destacó en la presentación que Uruguay ha avanzado en estos años del puesto 50° al 17° en el Microscopio Global sobre el Entorno de Negocios para las Microfinanzas, elaborado por la Economist Intelligence Unit (EIU).

Parte del equipo coordinado por Ferreira: Ana Laura Barrios, Andrea Malvasio,
Tania Burjel, Mariana Berger, Joaquín Saldain, Mariangel Pacheco,
Jerónimo Gravina y Martín Lescano.

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