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Mujer haitiana asistida por la Cruz Roja en enero de 2010, tras el terremoto (foto: IFRC/Eric Quintero) |
(Textos recobrados de MicroDinero) 2010 pasó a ser un año para la estadística, el registro y la
rememoración.
Sin embargo, será un año que seguirá repercutiendo en la industria de
las microfinanzas, ya que marcó un período de viraje, de punto de inflexión, de
ensayo, de forzar umbrales, con lo cual su influjo se extenderá en el tiempo,
al menos hasta que un nuevo orden se estabilice.
Un reciente artículo publicado en el blog PhilanTopic, de la organización
Foundation Center (con sede en Nueva York, donde convergen más de quinientas
fundaciones filantrópicas internacionales) hace un repaso de los principales
acontecimientos que jalonaron las microfinanzas en 2010. “Un año caracterizado
por el cambio y la controversia”, señala la editorial en sus primeras líneas.
Su título tiene reverberaciones morales y afectivas, “Year in review:
Microfinance experiences growing pains”, donde pains concentra la doble
valencia que le da el inglés de dolor-pena-sufrimiento pero también de
esfuerzo-molestia-trabajo (en el caso de Haití todo este bagaje semántico se
aplica inmejorablemente).
Los principales hitos del año, con un sentido cronológico, son revistos
por el artículo: desde el terremoto que sacudió Haití en enero hasta los aciagos
reportes que dan cuenta del riesgo de default en las principales IMFs indias.
La perspectiva que nos aporta es la del sector históricamente apegado al
movimiento filantrópico, humanitarista, no comercial. De ahí que (y la cita
final de Yunus lo demuestra) todo el texto está impregnado de un cariz
melancólico y de pérdida.
A continuación, el año de las microfinanzas bajo el prisma de Foundation
Center:
“Fue un año caracterizado por el cambio y la controversia en el mundo de
las microfinanzas”.
“En enero, las IMFs fueron puestas a prueba con el terremoto de 7.0 de
magnitud que golpeó a Haití, dejando a millones de personas sin casa e
incontables medios de subsistencia destrozados. En un país donde, previo al sismo,
un 80 por ciento de la población vivía con menos de dos dólares al día, las
IMFs fueron siempre importantes como “bancos de los pobres” y donde siempre tuvieron
que afrontar desafíos. Después del terremoto, sin embargo, proveyeron una
indispensable cuerda de salvamento a millones de personas en procura de
reconstruir sus vidas y sus negocios, pese a que la salud financiera de muchas
de ellas llegó a ser tan precaria como la de los clientes a los que asistían”.
“Asimismo, en el año transcurrido desde el terremoto, el porcentaje de
clientes de microcrédito que incumplieron o que están en riesgo de default se
duplicaron y más, llegando al 18% (la tasa internacional es de casi el 3%), al
tiempo que un cuarto de los US$ 38 millones en líneas de microcrédito
pendientes de pago podrían terminar en default. Con sólo un tercio de los US$ 6
billones comprometidos para los trabajos de reconstrucción en la conferencia de
donantes, convocada en marzo por Naciones Unidas, sumado a los problemas más
recientes como el brote de cólera o la violencia post-electoral, las IMFs
haitianas continuarán expuestas a las dificultades”.
“En otros lugares, las IMFs probaron nuevos enfoques, en general fondeados
por dólares corporativos o de fundaciones. En enero, la Bill & Melinda
Gates Foundation concedió un total de US$ 38 millones a dieciocho IMFs para poner
a disposición mecanismos de ahorro a clientes pobres rurales en África, Asia y
América Latina, mientras que en febrero Grameen Foundation anunció una subvención
de US$ 3 millones, de JP Morgan Chase Foundation, para un programa de tres años
que busca incrementar el voluntariado en microfinanzas entre profesionales de
alto rango”.
“Aquel mismo mes, Global Partnerships, que provee capital y expertise a
IMFs de empresariado social, anunció una modesta incursión en México, donde la
falta de competencia mantiene elevadas las tasas de interés en microfinanzas,
en tanto que Grameen anunció una inversión para llegar mejor a clientes pobres
en Malí y Senegal”.
“A mediados de año, sin embargo, defensores de mucho tiempo de las
microfinanzas comenzaron a lamentar la creciente comercialización en el sector,
a medida que numerosos bancos for-profit sacaron ventaja de las
discontinuidades del mercado para cobrar tasas de interés exorbitantes e
imponer excesivos gastos a clientes. El fundador del Grameen Bank, Muhammad
Yunus, asociado universalmente al concepto de desarrollo del microcrédito,
argumentó incluso que las tasas de interés no deberían sobrepasar el 15% por encima
del costo del capital, “test” que el 75 por ciento de las IMFs del mundo no
aprobaría, según datos de Microfinance Information Exchange (MIX)”.
“El debate ganancias vs altruismo se recalentó en julio, cuando una de
las mayores microprestamistas del mundo, SKS Microfinance, de la India, fue a
los mercados y recaudó US$ 358 millones. De la sorpresa se pasó al asombro
cuando se conoció que el fundador de la compañía, Vikram Akula, y otros
inversores, incluyendo a varios prominentes capitalistas de Silicon Valley, se
aprovecharon generosamente de la IPO. La controversia se embrolló más aún con
el episodio que protagonizó Unitus, de Seattle, una organización internacional sin
fines de lucro que trabaja para acelerar el crecimiento de las microfinanzas.
En julio, la organización, cuya parte en SKS se volvió millonaria después de la
IPO, shockeó a la comunidad filantrópica al anunciar el despido de su staff de
cuarenta personas y alborotó la industria. El anuncio llevó a muchos a
cuestionar las motivaciones del consejo directivo de la organización, al menos
a cuatro de sus miembros que invirtieron personalmente en SKS y obtuvieron
considerables beneficios de su oferta pública”.
“A fines de año, los reportes comenzaron a dar cuenta de que
instituciones microfinancieras en la India estaban haciendo frente a las mismas
dificultades por las que atraviesan las IMFs haitianas. En efecto, en noviembre
se reportó que casi todos los prestatarios en Andhra Pradesh, uno de los
mayores estados del país, dejaron de pagar sus créditos, incitados por
políticos locales que acusaban a la industria del microcrédito del país de
lucrar a costa de los pobres. La oferta pública de SKS y las tasas de interés
por las nubes de IMFs comerciales ayudaron a alimentar el escándalo, y hacia
fines del año legisladores del Estado convirtieron en ley un proyecto que
regula cómo las compañías pueden prestar y cobrar dinero”.
“’Nosotros creamos el microcrédito para luchar contra los usureros; no
lo creamos para animar a nuevos usureros’, dijo Yunus, hace algunos meses, a un
grupo de funcionarios financieros de Naciones Unidas. ‘El microcrédito debe
verse como una oportunidad para ayudar a la gente pobre a salir de la pobreza
de una manera productiva, no una oportunidad para hacer dinero a expensas de
los pobres’”.
Publiqué este artículo el 3 de enero de 2011 en MicroDinero
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