(Mundo
Microfinanzas) Dentro de los tipos de riesgos externos con que se enfrenta una
IMF se cuentan los denominados “reputacionales”, esto es, aquéllos riesgos que
se producen a partir de un deterioro de la imagen o credibilidad de la
institución y que pueden afectar sus resultados comerciales.
Si
cualquier tipo de riesgo externo es (por definición) originado a partir de
factores endógenos a la entidad, y por esta razón su gestión resulta más compleja y elusiva, los riesgos reputacionales pueden serlo aún más. Este
sería el caso si la fuente que origina el daño a la reputación carece de fundamento
y, en cambio, se explica como producto de una maledicencia, una calumnia o
simplemente una información falsa echada a correr.
Este “riesgo
rumor” ha ocasionado más de una vez graves perjuicios en el ámbito de las
finanzas. Trasladado al nivel de una comunidad, donde muchas IMFs suelen basar su
ámbito de operación y su capital de prestigio, el riesgo rumor es capaz de
generar resultados devastadores.
El mercado
de las microfinanzas en Ecuador ha conocido situaciones de estas
características.
Los estadounidenses
P. Bond y A. Rai han investigado el fenómeno de las “corridas de prestatarios” y
la vulnerabilidad de las IMFs en ciertos entornos. Si un número importante de
prestatarios entra en default, la entidad pierde capacidad de comprometer la
renovación y ampliación de financiamiento, uno de los mayores incentivos para
prestatarios cumplidores.
Los
investigadores presentan el caso de Childreach en Ecuador, un programa de
préstamos a grupos que colapsó a principios de los ’90 luego que se
multiplicara el número de prestatarios en mora. El impago se atribuyó a la propagación
de un rumor (word spread) según el cual pocos prestatarios cumplían con sus
pagos y lo poco que se recaudaba era robado por líderes comunitarios, ante la
inacción de Childreach.
“En
términos de nuestro modelo -dicen Bond y Rai-, desde el momento que la
viabilidad de Childreach fue puesta en cuestión, el default comenzó a ser más
atractivo para cada prestatario individual”. El rumor tuvo su eficacia y
configuró lo que se denomina una “profecía autocumplida”.
Semanas
atrás, Ecuador volvió a ser teatro de un episodio similar. El 18 de julio la
Superintendencia de Bancos y Seguros (SBS) denunció que “la Cooperativa JEP
está siendo víctima de rumores infundados que buscan desprestigiarla”.
A través de
un comunicado, el organismo de control ecuatoriano dijo que la JEP “es una de
las entidades más solventes del sistema cooperativo nacional” y que, según los
datos más recientes”, “mantiene indicadores de liquidez y solvencia que
superan, en gran medida, a los mínimos exigidos y, por tanto, los depósitos de
sus socios y clientes se encuentran asegurados”.
La
Cooperativa de Ahorro y Crédito “Juventud Ecuatoriana Progresista” (fundada en
1971, con más de 360 mil socios y base de actuación en el cantón Cuenca,
provincia del Azuay), reprodujo en su página el comunicado de la SBS y agregó: “Desde
hace algunas horas personas inescrupulosas han desatado infundados rumores con
respecto a nuestra institución, rumores injustificados que carecen por completo
de sustento y que pretenden afectar nuestra imagen y sólido prestigio”.
La JEP debió
ratificar que cada una de sus oficinas, agencias y ventanillas de extensión “trabajan
con absoluta normalidad, brindando servicios financieros eficientes a favor de
socios y usuarios”.
Es de
esperar que las consecuencias de este episodio sean meramente anecdóticas y las
(falsas) profecías no se cumplan. Entretanto, y ya excediendo el marco de
Ecuador, cabe apuntar estas experiencias como posibles manifestaciones de
entornos competitivos y a menudo con sobreoferta financiera. Contrarrestar o al
menos minimizar los efectos del “riesgo rumor” pasa así a formar parte de las
destrezas de una institución de cara a una gestión integral de riesgos.
Referencia
Borrower Runs (por Philip Bond y Ashok Rai, Williams
College, Williamstown, Massachusetts, 2005).
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