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Activista y profesor de la Jahangirnagar University, Anu Muhammad (foto: Shahidul Alam/Drik/Majority World) |
(Textos recobrados de MicroDinero) Anu Muhammad es un renombrado académico
bangladesí, de filiación marxista, que se desempeña como profesor en el
Departamento de Ciencias Económicas de la Jahangirnagar University, de Dhaka.
Además es secretario general del Comité Nacional para la Protección del
Petróleo, el Gas, los Recursos Minerales y Puertos. Junto al Comité, cumplió un
rol instrumental en el éxito del llamado Phulbari Movement contra la
explotación de una mina a cielo abierto por parte de una compañía británica (en
2006). Es autor de más de veinte libros sobre globalización, transformación
social y de género, ONGs y energía.
Los siguientes párrafos aparecieron por primera vez en una entrevista
realizada por Manoranjan Pegu, publicada en el portal indio Radical Notes. El
28 de diciembre pasado se autorizó su reproducción en el International
Journal of Socialist Renewal. Durante la conversación, Anu
Muhammad habla sobre la trayectoria político-económica de Bangladesh en el
contexto de la globalización capitalista.
Extraemos a continuación parte de esta extensa entrevista,
principalmente aquellas opiniones que puedan aportar elementos, desde su visión
crítica, al debate actual en Bangladesh -pero de repercusión global- sobre el
Grameen Bank y el papel del microcrédito en la lucha contra la pobreza.
“Dentro del sistema capitalista global, Bangladesh puede ser considerada
como una economía capitalista periférica. Estamos experimentando un fenómeno
donde la situación de países periféricos como Bangladesh se revela de una forma
muy diferente a las definiciones estandarizadas. Prácticamente opera bajo un ‘super-estado’,
que es el marco de la estructura de poder capitalista global. Las políticas que
el gobierno intenta implementar son en gran medida formuladas fuera de la
órbita nacional e incluso al margen del conocimiento público. Las políticas se
formulan bajo diferentes proyectos apoyados por el Banco Mundial, el Fondo
Monetario Internacional (FMI), el departamento británico de desarrollo
internacional (DFID), la agencia estadounidense de desarrollo internacional
(Usaid) y organizaciones de Naciones Unidas. Encontramos la presencia de
consultores de estas agencias en cada proyecto y proceso político, respecto a
los cuales huelga decir que son favorables a intereses corporativos (…) Estos
burócratas, consultores, medios de comunicación y clases dirigentes se han
convertido en un pilar fundamental del capital global y tratan de racionalizar el
acaparamiento de recursos comunes bajo el término ‘desarrollo’”.
“En 1971, después de la independencia del país, la promesa era
diferente. Se esperaba que Bangladesh tomara una ruta diferente hacia el
desarrollo. Pero aquella promesa y esperanza sólo se mantuvo por un breve
período. Como la posición de los Estados Unidos había sido hostil hacia la
guerra de liberación de Bangladesh, la clase política, apenas concretada la
independencia, no fue favorable a los intereses norteamericanos. Aquel Banco
Mundial y el FMI estaban en una situación inestable. Después de 1973-74, la
posición del gobierno comenzó a cambiar, tornándose proclive al gobierno de
EE.UU a nivel global y al incremento de riquezas a nivel local. En 1973, el Banco
Mundial y el FMI reingresan a la región y las relaciones con el gobierno de
Estados Unidos también comienzan a cambiar. Después de 1975, este proceso se
fortalece bajo el gobierno militar y se afianza durante la década del ’80 bajo
otro régimen militar. Esta década fue muy importante en el establecimiento de
la presente dirección económica de Bangladesh. Durante este período, se
sincronizaron los programas neoliberales, haciéndose visibles a escala global.
Regímenes conservadores estaban en el poder en Gran Bretaña, con Margaret
Thatcher, y en Estados Unidos con Ronald Reagan. Todos los neoliberales
lograron hacer valer su poder a nivel mundial mediante la agresión militar y/o
instituciones financieras. Durante este mismo período, los programas de ajuste
estructural elaborados por el Banco Mundial y el FMI se impusieron a las
economías periféricas. Bangladesh fue una víctima”.
“En este marco, tenemos que analizar otro fenómeno importante en este
período: el sector de las ONGs. El crecimiento de un importante número y red de
organizaciones es resultado del fracaso tanto del Estado como del mercado. Las
ONGs se hicieron necesarias por el incremento de la pobreza y la desigualdad.
Se difundió la creencia de que las ONGs llenarían este vacío y ayudarían a
reducir la pobreza y las desigualdades. Después de trabajar por más de tres
décadas, hoy está probado que las ONGs fracasaron. Si vemos los números, vemos
que hay un deterioro de la pobreza y las desigualdades. En 1995 el porcentaje
de gente viviendo bajo la línea de pobreza era del 48% y según reportes del Banco
Mundial esa cifra cayó al 40% en 2005, para luego volver a incrementarse hasta
el 48% en 2008. Esto significa que la población que vive bajo la línea de
pobreza se ha incrementado desde 1995. Sin embargo, un gran número de personas
de clase media se involucró con el sector ya como empleados, consultores,
proveedores y demás. Muchos referentes de ONGs emergieron como parte de la
sección acomodada de la sociedad. Así, los beneficiarios de los programas de
reducción de la pobreza, o de microcréditos, etc, no son los pobres sino una
parte de la clase media y acaudalada. Con pocas excepciones, la creación de una
ONG se transformó en un buen modo de ganar dinero en nombre de los pobres, del
medioambiente, de la igualdad de género y/o de los derechos humanos (…). Este
crecimiento de las ONGs es también un fenómeno neoliberal, donde las
responsabilidades del Estado hacia los ciudadanos se ven rigurosamente
reducidas y el mercado asume plena autoridad en cada esfera de la vida. En este
modelo, la ONG es un suplemento y un instrumento de la economía de mercado”.
“El microcrédito, en sus diferentes formas, ha sido una práctica de
larga data en esta región. El Dr. Muhammad Yunus (Grameen Bank) y Fazle Hasan
Abed (Bangladesh Rural Advancement Committe, BRAC) lograron institucionalizarlo
y captar la atención global a través de su éxito monetario. Inicialmente, los
programas de microcrédito fueron una promesa como paliación de la pobreza; gradualmente
sus éxitos mostraron su fuerza en otras áreas. Actualmente, BRAC, Grameen Bank
y ASA controlan más del 80 por ciento del mercado de microcrédito. A partir del
negocio del microcrédito, estas organizaciones han acumulado un gran capital y
han demostrado que el microcrédito puede convertirse en un éxito empresarial.
Ellas también se vincularon al capital multinacional. Por caso, la subsidiaria
Grameenphone, de Grameen Bank, comenzó sus operaciones en relación al
microcrédito, ofreciendo telefonía móvil como producto básico a las
prestatarias, a cambio de su pago en cuotas. Su objetivo inicial declarado fue
“ayudar a los pobres” y “mitigar la pobreza”, pero ahora Grameenphone se ha
convertido en la mayor compañía de Bangladesh, con el 90% de sus usuarios
provenientes de sectores urbanos no-pobres. (…) Grameen Bank ha abierto muchos
otros negocios, ha desarrollado joint ventures con compañías francesas como
Danone y Veolia (una compañía de gestión de servicios de agua), todo en
nombre de los pobres. Intel y otras empresas vienen al Grameen Bank para hacer
uso de su extensa red de microcrédito. (…) En definitiva, la operación
microcrediticia, en su proceso, ha sido exitosamente utilizada como recurso
para que grandes negocios se desarrollen en tándem con el capital global”.
“Pero quedan interrogantes: ¿qué fue de los objetivos tan publicitados,
por ejemplo, el alivio de la pobreza vía microcrédito? Si uno mira datos duros,
compilados por diferentes estudios (no sponsoreados por BRAC o Grameen Bank),
se encuentra con que el microcrédito ha generado una nueva trampa de
endeudamiento para los pobres. Usted no puede encontrar más de un 5 al 10 por
ciento de la gente que pudo cambiar sus condiciones económicas a través del
microcrédito. Aquellos que lograron cambiar sus condiciones fueron los que
tenían otras fuentes de ingreso (…). Si tomas un crédito, debes cancelarlo
mediante cuotas semanales, lo cual significa que debes estar activo, sano y
trabajando todo el año, algo que no es posible. De hecho, es imposible para
millones de pobres que viven constantemente en condiciones adversas. Si se
produce alguna circunstancia desfavorable, se ven obligados a incurrir en mora.
Y una vez en mora se crea una cadena, en la que tienes que tomar otro crédito,
de otra prestamista/ONG, para lo mismo. El microcrédito vinculó áreas y
poblaciones rurales con el mercado, pero lo ha hecho empujándolas a la trampa
de una deuda crónica”.
Fuente: 'Development', capitalism, NGOs and people's movements in Bangladesh: an interview with Anu Muhammad, International Journal of
Socialist Renewal, 28 de diciembre de 2010.
Publiqué este artículo el 6 de enero de 2011 en
MicroDinero
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