(Mundo Microfinanzas) En tiempos proclives al endiosamiento y satanización de figuras históricas. En tiempos de exasperación de polaridades, blancos o negros, buenos y malos absolutos, héroes y villanos de la historia y el presente. En tiempos donde la política latinoamericana ha sido terreno fértil para discursos maniqueos, con disposición a entender la historia como mero correlato pretérito de contingencias actuales, apropiándose acrítica y utilitariamente de personajes y episodios harto complejos, que merecerían un tratamiento más fino y desapasionado. En tal escenario es recomendable la lectura de libros como Éramos tan pobres… De la caridad colonial a la Fundación Eva Perón, del investigador argentino José Luis Moreno, publicado por Editorial Sudamericana, un valioso insumo para quienes quieran profundizar en la génesis de la pobreza en Argentina.
El libro de Moreno, con Maestría en Ciencias Sociales por la Universidad de Luján, permite una reflexión serena y equilibrada de más de cien años de historia de pobreza y asistencialismo en Argentina, desde los albores del gobierno revolucionario de 1810 a la irrupción del peronismo, al promediar el siglo XX. Desde Bernardino Rivadavia a Eva Perón. Desde los primeros escarceos de lo que sería la arquitectura institucional del liberalismo (consolidada en la segunda mitad del siglo XIX), hasta el estado industrialista de posguerra de Juan Domingo Perón. Dos proyectos que, si creyéramos en cierta pseudo-historiografía actual, no admitirían sino contradicciones categóricas, compartimentos ideológicos antitéticos e inexpugnables.
Pero leemos a Moreno y vemos que no. Vemos que, junto a las diferencias y contradicciones, también hay líneas de continuidad y suplementariedad. La Fundación Eva Perón es deudora de más de cien años de Sociedad de Beneficencia, fundada por Rivadavia en 1823. Rivadavia introduce conceptos de avanzada en el diseño de esta institución, que Moreno no duda en calificar de revolucionarios. En primer lugar, sustrae de la Iglesia el monopolio de la asistencia social, invistiendo al estado como organizador y propulsor de estas políticas. A esta laicización de la gestión social añade, en segundo lugar, un rol preponderante a la mujer (algo que, para el autor, debiera merecer la atención de los actuales estudios de género en el país). Moreno destaca la importancia de esas decisiones, de avanzada para su tiempo, y su correlatividad con el desarrollo de otras esferas de inclusión de la mujer, como la creación de escuelas para niñas y la promoción del magisterio.
El trabajo incluye un capítulo inicial con algunas claves del período colonial, época no tan remota si se tiene en cuenta la continuidad, sujeta a sus respectivos contextos históricos, de estigmas y prejuicios que bloquearon la integración del pobre en la sociedad. Así, el “malentretenido” o vago, surgido del quiebre de las encomiendas y economías del interior del país en el último período colonial, es antecedente de los “vagabundos” y “atorrantes” con que se discriminaba al inmigrante en las últimas décadas del siglo XIX, no inserto en el naciente mercado de trabajo capitalista (véase para este caso la novelística de Eugenio Cambaceres); el “linyera” o “croto” que ha quedado a merced de su suerte por efectos de la crisis del ’30, hasta llegar al “cabecita negra” en tiempos de Perón. En todo este lapso vemos cómo operan y pugnan discursos imperantes, tanto para legitimar (naturalizar) una situación de injusticia, como para buscar remedios sociales. En el primer caso, claramente el higienismo: un discurso médico-asistencialista de cuño positivista, que visualiza al pobre y excluido como un “enfermo”, al que hay que aislar, encerrar y eventualmente extirpar del cuerpo social para evitar efectos de “contagio” (entiéndase: que no ponga en peligro el orden establecido). En el segundo caso, la recepción del ideario socialista y el Rerum novarum del papa León XIII que puede adivinarse detrás del monumental informe de Bialet Massé El estado de las clases obreras argentinas, de 1904 (Moreno se regodea citando párrafos completos de la obra de este médico y abogado catalán, afincado en Córdoba).
Resignando algo de exhaustividad en pos de una mayor comunicabilidad (en línea con los objetivos de la colección donde se inscribe el libro, “Nudos de la historia argentina”, dirigida por Jorge Gelman), Éramos tan pobres... (la frase hace referencia al popular sketch de un recordado capocómico argentino) nos introduce en el tiempo histórico con la constructiva sensación de estar ante la presencia de un relato eslabonado y coherente, cuyo decurso teje una trama de avances y retrocesos, cruces y solapamientos en más de un siglo de asistencialismo y políticas contra la pobreza en Argentina. El peronismo suele arrogarse autoría exclusiva en materia de protección de pobres y trabajadores. Sin embargo, Moreno enumera leyes sociales y laborales impulsadas y sancionadas durante los gobiernos del líder radical Hipólito Irigoyen (1916-1922 y 1928-1930). Ello no impide la crítica: los funestos episodios de la Semana Trágica (en la ciudad de Buenos Aires) y los fusilamientos de huelguistas en la Patagonia durante el yrigoyenismo; la competencia y colisión de intereses privados, de la burocracia sindical y de la propia Fundación Eva Perón que terminaron conspirando contra el plan inclusivo y progresista de Ramón Carrillo, el médico sanitarista que fue secretario de Salud Pública durante el primer gobierno peronista.
De algún modo, el libro de Moreno propone un marco de lectura de la historia contracíclico. Hoy prevalece, más bien, una aparatosa épica de la disyunción, relatos más afectos al anacronismo, al estereotipo, a la multiplicación de mitos más que a una búsqueda de verdad histórica (y las efusiones populistas en los recientes festejos del bicentenario argentino son un buen ejemplo de ello). Tal vez por eso sea interesante leer Éramos tan pobres..., además del aporte claro y hasta didáctico que representa específicamente para quienes estudian o piensan estrategias contra la pobreza en Argentina.
Por cierto, la etapa que es objeto del libro se cierra con el primer peronismo. Lo que sigue a partir de allí, como lo anticipa el autor, es el desmoronamiento del estado de bienestar de los trabajadores, que tiene su clímax histórico durante la década del ’90. Pero eso es otra historia, que ojalá tenga pronto su publicación.
Referencia
Éramos tan pobres... De la caridad colonial a la Fundación Eva Perón (por José Luis Moreno, Editorial Sudamericana, 2009, Buenos Aires)
El libro de Moreno, con Maestría en Ciencias Sociales por la Universidad de Luján, permite una reflexión serena y equilibrada de más de cien años de historia de pobreza y asistencialismo en Argentina, desde los albores del gobierno revolucionario de 1810 a la irrupción del peronismo, al promediar el siglo XX. Desde Bernardino Rivadavia a Eva Perón. Desde los primeros escarceos de lo que sería la arquitectura institucional del liberalismo (consolidada en la segunda mitad del siglo XIX), hasta el estado industrialista de posguerra de Juan Domingo Perón. Dos proyectos que, si creyéramos en cierta pseudo-historiografía actual, no admitirían sino contradicciones categóricas, compartimentos ideológicos antitéticos e inexpugnables.
Pero leemos a Moreno y vemos que no. Vemos que, junto a las diferencias y contradicciones, también hay líneas de continuidad y suplementariedad. La Fundación Eva Perón es deudora de más de cien años de Sociedad de Beneficencia, fundada por Rivadavia en 1823. Rivadavia introduce conceptos de avanzada en el diseño de esta institución, que Moreno no duda en calificar de revolucionarios. En primer lugar, sustrae de la Iglesia el monopolio de la asistencia social, invistiendo al estado como organizador y propulsor de estas políticas. A esta laicización de la gestión social añade, en segundo lugar, un rol preponderante a la mujer (algo que, para el autor, debiera merecer la atención de los actuales estudios de género en el país). Moreno destaca la importancia de esas decisiones, de avanzada para su tiempo, y su correlatividad con el desarrollo de otras esferas de inclusión de la mujer, como la creación de escuelas para niñas y la promoción del magisterio.
El trabajo incluye un capítulo inicial con algunas claves del período colonial, época no tan remota si se tiene en cuenta la continuidad, sujeta a sus respectivos contextos históricos, de estigmas y prejuicios que bloquearon la integración del pobre en la sociedad. Así, el “malentretenido” o vago, surgido del quiebre de las encomiendas y economías del interior del país en el último período colonial, es antecedente de los “vagabundos” y “atorrantes” con que se discriminaba al inmigrante en las últimas décadas del siglo XIX, no inserto en el naciente mercado de trabajo capitalista (véase para este caso la novelística de Eugenio Cambaceres); el “linyera” o “croto” que ha quedado a merced de su suerte por efectos de la crisis del ’30, hasta llegar al “cabecita negra” en tiempos de Perón. En todo este lapso vemos cómo operan y pugnan discursos imperantes, tanto para legitimar (naturalizar) una situación de injusticia, como para buscar remedios sociales. En el primer caso, claramente el higienismo: un discurso médico-asistencialista de cuño positivista, que visualiza al pobre y excluido como un “enfermo”, al que hay que aislar, encerrar y eventualmente extirpar del cuerpo social para evitar efectos de “contagio” (entiéndase: que no ponga en peligro el orden establecido). En el segundo caso, la recepción del ideario socialista y el Rerum novarum del papa León XIII que puede adivinarse detrás del monumental informe de Bialet Massé El estado de las clases obreras argentinas, de 1904 (Moreno se regodea citando párrafos completos de la obra de este médico y abogado catalán, afincado en Córdoba).
Resignando algo de exhaustividad en pos de una mayor comunicabilidad (en línea con los objetivos de la colección donde se inscribe el libro, “Nudos de la historia argentina”, dirigida por Jorge Gelman), Éramos tan pobres... (la frase hace referencia al popular sketch de un recordado capocómico argentino) nos introduce en el tiempo histórico con la constructiva sensación de estar ante la presencia de un relato eslabonado y coherente, cuyo decurso teje una trama de avances y retrocesos, cruces y solapamientos en más de un siglo de asistencialismo y políticas contra la pobreza en Argentina. El peronismo suele arrogarse autoría exclusiva en materia de protección de pobres y trabajadores. Sin embargo, Moreno enumera leyes sociales y laborales impulsadas y sancionadas durante los gobiernos del líder radical Hipólito Irigoyen (1916-1922 y 1928-1930). Ello no impide la crítica: los funestos episodios de la Semana Trágica (en la ciudad de Buenos Aires) y los fusilamientos de huelguistas en la Patagonia durante el yrigoyenismo; la competencia y colisión de intereses privados, de la burocracia sindical y de la propia Fundación Eva Perón que terminaron conspirando contra el plan inclusivo y progresista de Ramón Carrillo, el médico sanitarista que fue secretario de Salud Pública durante el primer gobierno peronista.
De algún modo, el libro de Moreno propone un marco de lectura de la historia contracíclico. Hoy prevalece, más bien, una aparatosa épica de la disyunción, relatos más afectos al anacronismo, al estereotipo, a la multiplicación de mitos más que a una búsqueda de verdad histórica (y las efusiones populistas en los recientes festejos del bicentenario argentino son un buen ejemplo de ello). Tal vez por eso sea interesante leer Éramos tan pobres..., además del aporte claro y hasta didáctico que representa específicamente para quienes estudian o piensan estrategias contra la pobreza en Argentina.
Por cierto, la etapa que es objeto del libro se cierra con el primer peronismo. Lo que sigue a partir de allí, como lo anticipa el autor, es el desmoronamiento del estado de bienestar de los trabajadores, que tiene su clímax histórico durante la década del ’90. Pero eso es otra historia, que ojalá tenga pronto su publicación.
Referencia
Éramos tan pobres... De la caridad colonial a la Fundación Eva Perón (por José Luis Moreno, Editorial Sudamericana, 2009, Buenos Aires)