Los voluntarios deben tener experiencia sobre terreno, destrezas para la comunicación interpersonal y manejo de lenguas extranjeras (foto: Kiva) |
(Mundo Microfinanzas) Postularse para ser un Kiva Fellow puede llevar a esta persona a una nación africana -digamos por ejemplo Togo, en África occidental- y ayudar a gente -como podría ser Sikiratou Salami- a recaudar fondos para sus negocios -en el caso de la señorita Sikiratou, una empresa de cosméticos-.
Kiva, una palabra swahili que se puede traducir como “unidad” o “acuerdo”, vino a incrementar el poder y el vínculo de las microfinanzas con internet. Fundada en 2005 por Matt Flannery y Jessica Jackley como la primera plataforma de microfinanciación del mundo, Kiva ofrece acuerdos de transferencia de pagos, sin costo, mediante PayPal (el envío se hace a cualquier persona que disponga de correo electrónico).
Con base en San Francisco, California, Kiva pone en contacto a prestamistas particulares con emprendedores a través de instituciones microfinancieras en distintos lugares del mundo. Los particulares ofrecen créditos de al menos 25 dólares, con 0% de interés, vía PayPal. Una vez que los emprendedores cancelan sus créditos, Kiva devuelve el dinero a los prestamistas.
Pero no se trata sólo de dinero. En la website de Kiva, los microempresarios pueden postear novedades y compartir historias de sus progresos. En los últimos cinco años, más de 400 mil particulares otorgaron microcréditos a prestatarios en 199 países, totalizando más de US$ 140 millones. La tasa de cancelación es del 98,26%. Siguiendo con el ejemplo de Togo, la microempresaria Salami recibió su requerimiento de crédito de US$ 725 de 27 prestamistas y lo canceló en catorce meses.
Cualquier persona con dirección de email puede crear una cuenta en Kiva. Pero no cualquiera puede ser un Kiva fellow. Este tipo de miembros son voluntarios no remunerados, insertos en medios donde trabajan personas pobres (aun trabajando, no ganan lo suficiente para escapar de la pobreza) y adquieren experiencia en desarrollo internacional y microfinanzas. Estos voluntarios apoyan la misión de Kiva y prestan sus ojos y oídos en el terreno, en comunidades desde Benin a Paraguay. Un riguroso programa de 40 horas semanales requiere destrezas en manejo de documentación, lenguas extranjeras y buenas competencias en interacción personal. Las responsabilidades de trabajo incluyen organización de encuentros individuales con prestatarios, registro de asuntos diarios (esos registros se pueden seguir online), edición de fotos y videos y trabajo con instituciones microfinancieras.
Ser un Kiva fellow suele ser un primer paso para quienes quieren comenzar una carrera en microfinanzas.
Hasta el miércoles 30 de junio hay tiempo para postularse a este trabajo y sumarse a la cohorte Kiva.