Cultivador de maní en Gambia (foto: Access Gambia) |
(Mundo Microfinanzas) Voceros del gobierno de Gambia sostuvieron que la cosecha de maní de este año se repondrá en orden a valores históricos, aunque los campesinos aducen todavía varios obstáculos.
Según informó la agencia humanitaria IRIN, en un despacho del viernes pasado, el maní (cacahuate) es el cultivo industrial más importante de Gambia, aportando un 43 por ciento de los ingresos agropecuarios y un 13 por ciento del total de ingresos percibidos por este país.
Pero la industria aceitera que otrora floreció en torno a esta legumbre cayó fuertemente a comienzos de los ’90 cuando la principal compañía comercializadora debió cerrar sus puertas, en virtud de un decreto presidencial, bajo cargos de corrupción.
"Por primera vez en diez años, este importante cultivo industrial está encontrando de pronto una nueva oportunidad", dijo a IRIN Bakary Trawally, secretario del Departamento de Estado para la Agricultura (AgriGambia).
El funcionario comentó que los campesinos venían siendo afectados por la escasez de semillas, precipitaciones erráticas y un sistema comercial por el cual los cultivos eran comprados a crédito, y cuyo pago los productores aguardaban durante meses.
En consecuencia, resultó muy difícil acceder a créditos de los bancos para adquirir semillas, fertilizantes, herramientas y medios para transportar los cultivos al mercado.
Estos obstáculos expulsaron a cientos de campesinos fuera de la producción de maní en 2007. Los bancos perdieron la confianza en los compradores cuando no pudieron cancelar sus créditos y así fue que la industria se vino abajo.
Entretanto los campesinos comenzaron a estar cada vez más endeudados y empobrecidos, dijo a IRIN Lamin Sanno, un agricultor de Bantungding, un pueblo en la región del alto del río Gambia (que corre de este a oeste, desembocando en el Atlántico y dividiendo en dos al país).
“Muchos campesinos en esta región tuvimos que retirar a los niños de la escuela hasta tanto no se cancelaran las deudas”, contó Sanno.
La intervención del gobierno
Tras la paupérrima cosecha 2007-08, el gobierno decidió intervenir, erigiendo el Gambia Groundnut Corporation (GGC), la más grande compradora de maní del país, y distribuyendo fertilizantes y semillas a los pequeños productores.
A comienzos del ciclo de la legumbre, en diciembre de 2008, el GGC hizo cesar la compra en base a crédito.
El director general de la GGC, Lai Mboge, dijo a IRIN que en el gobierno “estamos prevenidos contra la compra a crédito y todos los compradores están ahora cumpliendo (…) Nadie recibirá el producto si no paga con cash”.
Pero algunos compradores, conocidos como intermediarios, aseguran que no siempre tienen suficiente dinero en efectivo para afrontar la compra de la legumbre a los campesinos. Por ende, sin la opción del crédito, no hay forma de hallar comprador.
El comprador Babu Sarr trabaja en Ngainsanjally, en la región de Central River, a 200 kilómetros de la capital Banjul. La estación comenzó muy bien para él, recibiendo 37.800 dólares de la GGC, pero a mitad de camino ya los hubo gastado. "En las últimas dos semanas no he recibido una moneda de mi operador (el GGC), con la que compro el maní", señaló.
Campesinos a lo largo de toda la cuenca manicera confirmaron que el nuevo esquema de compra no trabaja todavía aceitadamente. Alhagie Kanteh, de la villa de Kudam en la región del alto, a 400 kilómetros de Banjul, dijeron a IRIN que este año no ha mejorado respecto a los anteriores.
Explicó que “tenemos nuestro maní pero no podemos conseguir que nos lo paguen, dado que los compradores no tienen suficiente dinero. La única diferencia este año es que nuestros cultivos no son comprados a crédito”.
Como se ve, los avances no han sido importantes. Para poder afrontar la temporada 2009-10, los productores deberán recurrir al crédito. Algunos, agrupados en cooperativas, han comenzado a tomar líneas de microcrédito provistas por bancos agrarios. Según precisó Trawally, estos bancos ya llevan distribuidos unos US$ 11 millones en microcréditos, sólo en región del Central River.
No obstante, aún no se avizora una solución efectiva. La falta de liquidez ha llevado a que algunos productores tengan que vender el producto en Senegal.
Según declaró Hassan Keinta, de Baja Kunda, a 340 kilómetros de la capital, “tengo obligaciones monetarias y no tengo otra manera de hacerme de dinero si no es con el producto de mi cosecha. Mi única opción es vender parte de ella cruzando la frontera. De lo contrario, tendré que dejar pudrir el cultivo al borde del camino”.
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