(Textos
recobrados de MicroDinero) A esta altura de los acontecimientos, pocas dudas
caben que en la génesis del conflicto entre el Prof. Muhammad Yunus y el
gobierno bangladesí, encabezado por la primera ministra Sheik Hasina, hay un
trasfondo político doméstico.
Sheik Hasina |
Si bien la
reconfiguración que el affaire Grameen puede traer aparejado a la industria a
nivel global resulta más interesante de analizar que una historia de rencillas
y recelos internos de un país, es útil reponer elementos de la historia
política reciente de Bangladesh a riesgo, si no, de incurrir en lecturas
superficiales y apresuradas de esta polémica.
La relación
entre Yunus y Hasina era muy diferente hace catorce años de lo que es hoy (el
siguiente repaso toma elementos apuntados por la columna Hasina vs Yunus escrita por el periodista David Bergman, editor del diario The Age, de Dhaka,
publicada en marzo de 2011 por el portal Himal Southasian, de la organización
nepalí sin fines de lucro The Southasian Trust).
Catorce
años atrás, decíamos, Hasina comenzaba a ejercer su primer mandato como primera
ministra del país (1996-2001). En 1997, fue designada para copresidir el
Consejo de Jefes de Estado de la Microcredit Summit Campaign, iniciativa por
entonces en fase fundacional, puesta en marcha en Washington. Por aquel
entonces, Hasina opinaba lo siguiente de Yunus:
“Nosotros
en Bangladesh estamos orgullosos del destacado trabajo realizado por Muhammad
Yunus y el Grameen Bank por él fundado. Él ha demostrado al mundo que los
pobres tienen la capacidad de usar productivamente incluso un pequeño crédito y
cambiar su destino. El éxito del Grameen Bank ha despertado optimismo sobre la
viabilidad de los bancos comprometidos en extender el microcrédito a los
pobres”.
¿Qué pasó
en estos años para que Hasina cambiara tan radicalmente su opinión del Banquero
de los Pobres? ¿Qué debió mediar para que su juicio sobre Yunus mute desde el
símbolo del orgullo nacional al del embaucador responsable de chupar el dinero
de la gente?, como declaró en diciembre pasado, tras conocerse un documental de
la televisión noruega que denunció una operación de supuesto desvío de
donaciones del Grameen Bank en 1996 (el reporte noruego funcionó como una
especie de catalizador de este conflicto).
Para
responder a estas preguntas hay que anotar una fecha clave, octubre de 2006, cuando
Yunus recibe en Oslo el premio Nobel de la Paz, por sus méritos al frente del
Grameen Bank y la difusión del microcrédito en el mundo. El mismo premio había
sido apetecido por Hasina por la actuación de su gobierno en el tratado de paz
con los pueblos tribales de las colinas de Chittagong (Chittagong Hill Tracts,
1997). Según sugiere Bergman, allí quedó sembrada una primera semilla de
discordia y resentimiento.
Cinco meses
después, en febrero de 2007, ocurrió algo que Hasina evidentemente nunca
perdonó a Yunus. Tras una serie de episodios de violencia política y
acusaciones generalizadas de corrupción, que derivaron en la designación de un
gobierno de transición con apoyo militar, Yunus anunció la formación de un
nuevo partido político. En aquel momento, el fundador del Grameen se mostró a
favor de una remoción de las dos líderes políticas que venían de protagonizar
la tumultuosa vida institucional bangladesí de esos años: la propia Hasina con
su Liga Awami, partido político de centro-izquierda, nacionalista-bengalí y
secular, y Khaleda Zia, viuda del militar Ziaur Rahman, héroe de la Guerra de Liberación de Paquistán Oriental en
1971 (a la postre Bangladesh), un partido de tendencia de centro-derecha,
nacionalista-islámico e integrista. Hasina endilgó a Yunus en ese momento una operación
para proscribir a las dos líderes políticas y entronizarse él mismo, con una
nueva agrupación política, en el poder de Bangladesh.
Los devaneos políticos de Yunus duraron poco y Hasina luego ganó, por
abrumadora mayoría, las elecciones de 2008. Los acontecimientos de los últimos
meses, tras la difusión del documental noruego, y los pormenores del despido de
Yunus como director gerente del Grameen Bank, son familiares para un lector de
MicroDinero.
Del amor al odio, Hasina y Yunus han entramado una relación cuya conflictiva
derivación puede ser fundamental para el mapa de las microfinanzas del mundo
pero que sólo se inteligibiliza en el marco de la historia política reciente de
Bangladesh.
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