“… la casa es del tamaño del mundo;
mejor dicho, es el mundo”
(Jorge L. Borges, La casa de Asterión)
Este blog vio la luz el 1 de febrero de
2008, en un post que comentaba la publicación de un libro de microfinanzas para
niños.
Con cierta sistematicidad, y algunas
vicisitudes que luego comentaré, el blog se actualizó hasta el 31 de diciembre
de 2014, fecha de cierre al seguimiento de sus contenidos. Durante este 2015 trabajé
en el ordenamiento de todo el material publicado, el rescate de viejas notas
dispersas o perdidas y la posedición de todos los contenidos en orden a mínimas
pautas de uniformidad, tanto de diseño como periodísticas. Con esta, publico la
última entrada de Mundo Microfinanzas.
En estos más de siete años, Mundo
Microfinanzas produjo:
- 2.623 entradas publicadas;
- 173 países cubiertos;
- 53 tópicos bajo seguimiento (dentro
de un espectro temático que tiene sus ejes en las finanzas, la inclusión y el
desarrollo);
- 2.260 instituciones involucradas en
sus historias (incluyendo instituciones microfinancieras, redes nacionales y
regionales de IMFs, bancos microfinancieros, ONGs microfinancieras, bancos de
desarrollo, programas y organismos de gobierno enfocados en inclusión a través
de las finanzas, cooperativas financieras, banca rural y de la mujer, bancos
comerciales, banca multilateral, bancos centrales y organismos de regulación y
supervisión, sistema de las Naciones Unidas, asociaciones y cámaras de bancos e
instituciones financieras, fundaciones y entidades filantrópicas,
organizaciones de apoyo técnico e institucional al sector microfinanciero,
instituciones de la economía solidaria, universidades e institutos de formación
e investigación, think tanks, organismos de integración regional y de
cooperación internacional, compañías de inversión, empresas privadas, entes de
apoyo al desarrollo empresarial y emprendedor, organizaciones internacionales
humanitarias, movimientos sociales, iniciativas ciudadanas, entre otras);
- Reportes in situ en 8 países, 12
ciudades, donde participé como periodista acreditado en eventos de la industria
microfinanciera (Buenos Aires, Montevideo, Lima, Trujillo, Quito, Guayaquil,
San José de Costa Rica, Bridgetown, Ciudad de México, Guadalajara, Madrid y Valladolid).
Como todo lector habitual o inhabitual
de este blog lo puede verificar, muchas de las entradas se editaron como
compendio de varias noticias, tales como agendas de eventos, micronoticias por
país o región o noticias agrupadas según temas. Si contamos cada una de estas
microhistorias, las 2.623 entradas se elevan a 5.757.
Además, algo que es difícil de
cuantificar pero susceptible de ser verificado, una parte muy importante de los
contenidos del blog es traducción de información originalmente publicada en
otras lenguas. Muchas de las historias de este blog conocieron aquí su primera
expresión en castellano.
Todo este trabajo lo hice, en los
primeros años, con miras a la puesta en marcha de un proyecto empresario-comunicacional
que llamamos MicroDinero. A partir de 2012, la motivación fue exclusivamente
personal y profesional.
Cómo y por qué nace Mundo Microfinanzas
Mundo Microfinanzas nace en una cena de
amigos, en una parrilla de Buenos Aires, a fines del año 2006. Con un entorno
económico de crecimiento, y deseos de independencia laboral, decidimos
emprender un proyecto de periodismo digital donde supliéramos nuestro limitado
capital con trabajo, oficio y creatividad, aprovechando las enormes ventajas de
internet.
Si bien todos éramos periodistas,
ninguno tenía vinculación alguna con las microfinanzas. Que eligiéramos a las
microfinanzas -entre posibles opciones- como el asunto que nos habría de ocupar
tuvo bastante de aleatorio. Supongo que nos interesó su costado novedoso y poco
explorado, así como su potencialidad comercial.
En la distribución de roles de esa
naciente sociedad, me tocó ser uno de los encargados de la producción de
contenidos, si bien las decisiones estratégicas eran compartidas por todos los
socios. Durante 2007 me dediqué a leer cuanto material de microfinanzas
encontraba en la web y a desasnarme (con perdón del noble animal) de todo lo
relativo al mundo del financiamiento y la pobreza.
No tardé en sentirme fascinado por el
objeto. Sin dudas la motivación empresarial (de estar “creando” algo, y algo de
lo cual en algún futuro pudiéramos vivir y realizarnos profesionalmente) era
muy fuerte.
Sin embargo hubo también, desde un
principio, algo inherente al tema que atrajo mi interés y me hizo ahondar
-hasta donde mis capacidades lo permitían- en la lógica y dinámica de este
campo desconocido. Mi mirada siempre fue la del lego que aspira a mejorar sus
rudimentos.
Una vez imbuido de lo que, creía, eran
las nociones básicas de las microfinanzas, el paso siguiente fue cómo hacer de
todo eso algo comunicable.
En el último trimestre de 2007 comencé
a enviar regularmente a mis socios síntesis de noticias -como las que luego
publicaría en el blog-, con el doble objetivo de, por un lado, ejercitarme en
un estilo, familiarizarme de un vocabulario e identificar núcleos temáticos de
interés para la industria a la que aspirábamos a servir y, por otro lado, para
compartir en equipo los resultados de la prospección.
La construcción del diario digital
MicroDinero, por el tamaño de su apuesta gráfica y el alcance global
país-por-país de sus contenidos, se hizo lenta y compleja. Decidí entonces
crear un blog, aprovechando la simplicidad de su mecanismo de publicación, para
ganar tiempo hasta tanto MicroDinero estuviera activo.
Una aproximación intuitiva y
experimental
La idea detrás de la creación de este
blog era la de ser un campo de pruebas. Una plataforma donde todo el trabajo de
búsqueda y procesamiento de información pudiera exteriorizarse, cotejarse,
discutirse y ser parte de los cimientos del contenido de MicroDinero.
De allí que Mundo Microfinanzas tuvo,
en una primera etapa desde su nacimiento hasta promediar 2010, una impronta
intuitiva, experimental, prospectiva -algo ingenua, si se quiere- y de muy bajo
perfil, casi al punto de lo subrepticio. Como se trataba de una iniciativa apenas subsidiaria
de un proyecto mayor y diferido, no me pareció necesario darla a conocer a
nuestro público objeto (los actores del negocio microfinanciero), incluso hasta
temiendo que algún desliz, algún infortunio de redacción o de diseño pudiera
comprometer la credibilidad de MicroDinero antes mismo de su lanzamiento. Si
uno veía el blog por aquellos días se encontraba con una serie de posts con
cierta coherencia temática, pero venidos de quién sabe dónde y yendo hacia
quién sabe qué objetivo, como una suerte de colapso molecular.
Un tema no tardó en surgir omnipresente
e inesperado: la crisis financiera. En efecto, la caída de Lehman Brothers en
septiembre de 2008 nos encontró en plena fase de preparación. Pero lejos de
desalentarnos, las noticias de la crisis y su todavía incierto desenlace no
hicieron más que agregar estímulo y adrenalina a nuestra empresa.
Además, la crisis comienza a impregnar
las historias de microfinanzas que aparecían en los medios de todo el mundo, ya
con la incertidumbre que tal escenario internacional suscitaba, ya con algún
alborozo por todo lo que, en contraste, las microfinanzas vendrían a simbolizar
frente al mainstream financiero y el paroxismo especulativo. Este blog -demasiado
mimético entonces- se hizo eco de una y otra visión sin todavía suficientes
defensas críticas que oponer (por cierto aquel alborozo era bastante osado,
pero esto dicho retrospectivamente).
Otra característica de aquellas
primeras entradas fue su criterio “distributivo”. Si bien el objetivo era
dedicar atención especial a determinadas problemáticas que se evidenciaban como
sistémicas o de cierta ejemplaridad para el sector (por caso el surgimiento del movimiento No Pago en Nicaragua), lo cierto es que con frecuencia el acento estaba puesto
en situaciones puntuales de cada país, con alguna preferencia por países de
Asia, África y Oceanía, cuyo perfil era más difícil de componer por la
distancia cultural, geográfica y lingüística. El espejo del trabajo era MicroDinero, y como cada botón del futuro sitio habría de equivaler a un
país específico, necesitaba tener un manejo mínimo de tópicos, recurrencias y
singularidades de cada mercado nacional y/o subregional, que contribuyera luego
a la consistencia periodística del proyecto.
La puesta en marcha de MicroDinero fue
avanzando: a fines de 2009 lanzamos su versión beta y a mediados de 2010, con
el “monstruo suelto” -como nos gustaba bromear-, ya jugábamos con la intensidad
y el entusiasmo propios de un recién llegado. Envueltos en el vértigo de
MicroDinero, el blog tendió a languidecer, hasta casi perder toda razón de
existencia.
Hubiera preferido que así siguiera
siendo. El blog en el recuerdo, pronto en el olvido. Y con MicroDinero en
camino a su consolidación, como medio de comunicación y como empresa. Pero el
devenir quiso otra cosa.
A fines de 2011 las energías menguaban
y la viabilidad comercial del proyecto no se vislumbraba. Habían pasado cinco
años de trabajo intenso y por momentos frenético, remontando la cuesta de un
campo que no conocía, con un diario bulímico y pesado -todo un coloso de
programación-, que demandaba esfuerzos tremendos a editores que, a falta de
estructura, debían desdoblarse en su función de redactores, correctores,
traductores, diseñadores y productores. Pagamos un precio demasiado elevado por
nuestra inexperiencia como empresarios (al menos los socios iniciales) y por
desafortunadas decisiones, entre otras: equivocamos la magnitud del diseño; no
dimensionamos adecuadamente la carga de trabajo y dedicación que habrían de
exigir los dispositivos de publicación que estábamos creando; apresuramos la
conversión bilingüe del diario; no supimos diferenciar roles y responsabilidades; pensamos que el apoyo comercial
advendría, por decirlo así, con la sola prepotencia del producto; pecamos por
exceso de autoconfianza, improvisación y, hasta cierto punto, de megalomanía.
Por momentos me sentí como esos cartógrafos chinos cuyos mapas, en la
imaginación borgeana, coincidían exactamente, de tan minuciosos, con el tamaño
del imperio. MicroDinero fue un delirio de representación.
En noviembre de ese año ofrendé en
Valladolid mi última danza por MicroDinero, media partner de la Cumbre Mundial
del Microcrédito, todo un premio y reconocimiento al esfuerzo invertido,
esfuerzo que deseé fuera retomado por compañeros con nuevos ímpetus. En
diciembre la sociedad se partió y acabé por desvincularme de MicroDinero. El
monstruo me había devorado.
América Latina, en el foco
La segunda etapa de Mundo Microfinanzas
se abre a inicios de 2012. Tras unas breves pero reparadoras vacaciones, como
se dice, sentí el deseo de volver a ese objeto cautivador y no tirar por la
borda la experiencia y el conocimiento adquiridos. Mi viejo blog era el espacio
indicado. Sin mayores coerciones de edición, sin exageradas pretensiones, con
apenas algunos retoques gráficos reactivé Mundo Microfinanzas y retomé mi
trabajo de investigación, seguimiento y publicación de contenidos que me
parecían relevantes para el sector microfinanciero.
Algunas cosas cambiaron, naturalmente.
Además del trabajo más relajado y subordinado a los tiempos individuales, tomé
la decisión de circunscribir el foco en América Latina. No me desentendí del
mundo (el nombre del blog era ilustrativo del alcance de nuestro proyecto
primigenio), pero era claro que un trabajo comprometido y consistente exigía reducir
el objeto a la región que uno más conoce y le es familiar. En esta etapa, hasta
prácticamente fines de 2013, actualicé el blog imaginando la virtualidad de un
diario microfinanciero latinoamericano.
Por otra parte comenzaba a aparecer
algo más de soltura y aplomo para el comentario de los asuntos que forman parte
de la agenda de las microfinanzas. El blog siguió siendo un espacio mimético en
el sentido de que se estructuraba a partir de los problemas y los debates que
se producían al interior de la industria (los Foromic, el evento anual del
Banco Interamericano de Desarrollo, fueron en tal sentido un eje vertebrador),
pero ya con menos ingenuidad y con algún intento de distanciamiento y lectura
personal. La participación en eventos fue clave para refinar este conocimiento,
conocer de primera mano la opinión de los expertos y dialogar con profesionales
que hacen el día a día de las microfinanzas.
La crisis financiera también hizo lo
suyo para desmoronar lo que pudiera haber quedado del aura encantador de las
microfinanzas. Junto al inevitable impacto en los flujos de financiamiento e
inversión para el sector y el recrudecimiento de problemas de mora, impagos y
otras zozobras, la industria venía de experimentar sus propias crisis,
generadas a partir de deficiencias inmanentes a algunos de sus mercados más
competitivos: clientes sobreendeudados, prácticas draconianas de cobro, guerra
psicológica y de rumores, saturación de oferta sin suficiente control
regulatorio estuvieron en la génesis del descalabro de Andhra Pradesh, en la
India, en la segunda mitad de 2010.
De modo que el manejo algo más diestro
de las herramientas críticas en esta segunda etapa del blog es convergente -no
desde ya homologable- con una etapa histórica de las microfinanzas marcada por lo
que alguna vez llamé “el fin de la inocencia”.
Una tercera y última etapa del blog es
la que tuvo lugar en 2014. De algún modo esta etapa significó una restitución a
nuestra vocación global original. Volví a poner al mundo en foco, si bien esta
vez no con la meticulosidad país-por-país sino tomando algunos episodios
estructurales que están socavando o que son potencialmente dañinos para las
posibilidades de desarrollo de los países pobres y emergentes: la necesidad de
una reforma del sistema financiero internacional, la necesidad de nuevas
instituciones financieras enfocadas en infraestructura para el desarrollo, la
reivindicación de Argentina por el manejo soberano de las deudas externas (el
grueso de los países acompañó la iniciativa argentina en el seno de la Asamblea
General de Naciones Unidas y aprobó este año nueve principios para la
reestructuración de deudas soberanas), la amenaza del cambio climático,
particularmente en los pequeños países con alta vulnerabilidad y exposición
costera, entre otros.
En el orden latinoamericano incorporé,
no con toda la constancia que me hubiera gustado, la cuestión de la integración
regional. Un sólida institucionalidad para la integración, de México a la
Patagonia, abrazando todo el Caribe, parece ser condición fundamental para el
desarrollo y la superación de los crónicos flagelos de pobreza y desigualdad en
la región (como dijo alguna vez el ex canciller uruguayo Luis
Almagro, “la integración hace la diferencia entre ser y no ser, hace a la
sustancia de lo que podemos ser como latinoamericanos… o de lo que nunca
seremos”).
Ese último año de trabajo fue, si se
quiere, la puesta en evidencia de que las microfinanzas son huérfanas si no van
acompañadas por políticas macro -globales, regionales y nacionales- que
apuntalen y favorezcan su misión, a saber: ayudar a la población vulnerable y
vulnerada a construir, por sus propias capacidades y esfuerzo, medios de vida
dignos, suficientes y sustentables.
Lo anterior parte de un supuesto: no
todos los pobres nacen para ser emprendedores. Que haya muchos emprendedores, y
que en su gran mayoría carezcan hoy de las oportunidades financieras requeridas
para el éxito de sus proyectos, no habilita postular a las microfinanzas como
herramienta privilegiada para erradicar la pobreza. Las microfinanzas son una
herramienta más y no son indicadas para todos.
Afortunadamente la industria ha llegado
a cierto consenso respecto a la necesidad de un enfoque holístico. No ha sido
un proceso fácil. Todavía en 2009, cuando el MIT dio a conocer los primeros
estudios de impacto en clientes de Spandana, en la India -que hallaran
discretos resultados del microcrédito y ninguna evidencia de que el acceso a
servicios financieros haya transformado la vida a sus beneficiarios-, despertó
resistencias algo pueriles por parte de las entonces seis mayores IMFs del
mundo (Unitus, ACCION International, Finca, Grameen Foundation, Opportunity
International y la Women’s World Banking), según lo comentan Banerjee y Duflo
en Repensar la pobreza. Hoy cada vez son más los programas de microfinanzas que
se piensan junto a un mix de intervenciones que van desde el acceso a la
vivienda, promoción de la salud, prevención de enfermedades, transferencia
tecnológica, articulación con transferencias monetarias condicionadas,
educación financiera, tutoría para emprendedores jóvenes, entre otras, y cada
vez son menos los que aceptan las ventajas per se de los servicios financieros
en manos de los pobres.
Pero si nuestra meta es atacar
integralmente la pobreza, las microfinanzas, aun bajo un enfoque holístico,
tampoco serían suficientes.
En efecto, la pobreza solo disminuye -y
América Latina ha dado en la última década algunos pasos en tal dirección- con
políticas macroeconómicas orientadas a la reducción de brechas de ingreso,
fortalecimiento de la inversión pública en inclusión social, énfasis en movilidad
social ascendente a través de la educación, compromiso del Estado como
dinamizador contracíclico de la economía en épocas de estrechez y estrategias de
desarrollo local, nacional y regional que superen taras históricas ligadas al
fatalismo commodity-dependiente y que establezcan como prioridad la
industrialización, el conocimiento y la generación de valor.
Esto es pura decisión política. Un
cliente microfinanciero puede ser exitoso con un buen plan de negocios, buenas
aptitudes y una buena institución financiera que lo respalde. Pero su
sostenibilidad también depende de que esté inserto en entornos económicos
pujantes. Que no sólo a él o a ella le vaya bien, sino que también le vaya bien
a su familia, a sus vecinos, a su comunidad, a su país y región, en entramados
dinámicos de producción y consumo, integrados a cadenas transnacionales desde
posiciones de fortaleza. Las microfinanzas no pueden ser la coartada piadosa y
funcional a políticas que nuestra región lamentablemente conoce de cerca y que
se pueden formular en estos términos: riqueza para pocos, oportunidades para
algunos, pobreza para millones.
El encanto, pese a todo
El repaso anterior sobre las etapas del
trabajo en este blog merece la siguiente aclaración: ni por asomo tal
itinerario fue algo premeditado. Se dio como se dio, con mucha cuota de azar,
intuición, arbitrariedad y hasta de capricho. Me resulta raro situarme como
observador externo para analizar mi propia producción. Pero para mí es
importante dejar este testimonio a modo de balance, que justifique de algún
modo tamaño esfuerzo realizado en estos años, sobreponiéndonos a mil
dificultades y escaseces, contando todo lo hecho desde este blog y en
MicroDinero.
Más de una vez me han preguntado: ¿Y
por qué haces el blog? Más de una vez me lo pregunté yo mismo: ¿por qué estoy
haciendo esto? Mi respuesta tranquilizadora solía ser: Porque lo considero
valioso… porque creo que es -o puede ser- útil para alguien… por tomarme desquite de MicroDinero… porque tengo expectativas de hacer algo con esto en el
futuro.
Algo de todo eso hubo. La respuesta más
acertada, sin embargo, es: porque me gusta. Hice todo esto porque me gustó hacerlo.
Y el blog, y toda la etapa de MicroDinero, me compensó con muchas cosas: conocí
gente interesante, ejercité mi profesión, creamos algo donde antes no había
nada, viajé, descubrí lugares y culturas que no conocía, conocí mejor mi propio
país y el mundo. Aprendí. Mundo Microfinanzas fue un aprendizaje.
Si algo hay de sistemático en este
blog, pese a todas las vicisitudes y dificultades, ha sido el esfuerzo por
rodear un objeto desconocido y fascinante -las microfinanzas- y tratar de
entenderlo desde distintos ángulos, sin aprioris ideológicos ni compromisos por
intereses, en lo bueno y en lo malo, en sus potencialidades, en sus promesas,
en sus matices, en sus conexiones con áreas o actividades de la economía afines
o aledañas, en todo lo que comporta como herramienta de inclusión social.
Y, por cierto, mi percepción sobre las
microfinanzas ya no es la misma que cuando empecé. Ni mejor ni peor. Sí
distinta, y sí más informada. Si tuviera que volver a empezar este blog, ya no
lo haría por una fábula infantil. Más aún: contra aquellos que en los inicios
de la crisis financiera se ufanaban de que las microfinanzas eran el reverso
virtuoso de todas las prácticas que habían llevado al descalabro de la economía
mundial, pues para ellos hay malas noticias: las microfinanzas pueden
reproducir perfectamente la lógica especulativa y predatoria de las grandes
finanzas. Las microfinanzas, mal diseñadas, pueden ser factor para la
consolidación de un estado de cosas y de hecho para la perpetuación de la pobreza.
Sin embargo, ellas también pueden asumir
roles socialmente relevantes. La base antropológica de las microfinanzas -si
hubiera algo así- entiende que todo ser humano, siendo libre y potencialmente
creador, merece oportunidades para sobreponerse a las dificultades y sacar
adelante sus empresas. Eso solo ya justifica la existencia de una industria.
Entiendo que hay en las microfinanzas
algo del orden de lo arcaico, restos arqueológicos que permiten la coexistencia
o, mejor, la combinatoria de elementos heterogéneos. Tal combinatoria humaniza
lo que, de otro modo, no sería más que mero cálculo o ratio financiero. La
globalización, los avances tecnológicos y las finanzas transnacionales explican
la emergencia de un fenómeno tanto como los sujetos corporizados en una transacción,
los vínculos interpersonales, la autogestión comunitaria, el valor de la
confianza (individual, recíproca, colectiva). El dinero en su faz más
inmediata, más creativa, pero también más conminatoria y dramática. Algo que
podría vincularse con lo que la socióloga argentina Verónica Gago, en su
espléndido ensayo La razón neoliberal, llama “economías barrocas”, para
referirse a la superposición de lógicas económicas que se presumen como
antagónicas (ella toma como caso de estudio las barriadas, ferias y talleres
textiles en los márgenes de la ciudad de Buenos Aires, mayormente compuestos de
población migrante).
En esta interfaz de lo arcaico y lo
moderno, de lo local y lo global, las microfinanzas llevan andado un camino que
las hace idóneas para armonizar estos órdenes y superar conflictos. Las
microfinanzas han desarrollado aquello que desde la academia se llama “teoría
de la agencia”, esto es, la capacidad de las finanzas para acercarse, entender
y servir a aquellas poblaciones que, por regla, han sido excluidas de los
beneficios de las finanzas. Reconozco también que los límites que trasunta esta gestión pueden ser dramáticos. Un paso en falso y habremos de dar con el abismo: la pobreza, la explotación, el
retiro del Estado, la acechanza de la deuda. La distópica promesa de la
financiarización.
Creo, para finalizar este repaso, que
las microfinanzas -la inclusión a través de las finanzas- pueden ser
perfectamente motivo de una política de Estado, siempre que se tengan en cuenta
las consideraciones macroeconómicas anteriormente señaladas y que se las
encuadre dentro de políticas integrales de respeto a los derechos humanos. No
creo tanto en aquello de “lecciones aprendidas”. O en todo caso las lecciones
están para conocerlas, no para copiarlas. Tomar con sumo cuidado iniciativas
rimbombantes al estilo “Estrategia nacional de inclusión financiera”, que
contradictoriamente proponen modelos llave en mano, a replicar de país en país,
patrocinadas por… agencias internacionales de cooperación, fundaciones
internacionales, banca comercial (transnacional). Cada país, o asociación de
países, debe ajustar las políticas a su idiosincrasia, a sus objetivos y
proyectos estratégicos, e implementarlas con intervención de sus propios
actores.
Si tuviera que elegir una experiencia
valiosa de microfinanzas como política de Estado, al menos desde su diseño, me
quedo con la que tuve ocasión de conocer en Uruguay. El Programa de
Microfinanzas del gobierno uruguayo comenzó en 2007 con financiamiento y
asesoramiento del BID, con todo el know-how adquirido por el banco en cuanto a
capacidades institucionales, entorno regulatorio y diseño de productos, y concluido
a fines de 2013 como política de desarrollo territorial y fortalecimiento de
redes productivas, entramados de micro y pequeñas empresas arraigadas en
territorio. Para ser coherente con lo anterior: no propongo que se copie el
programa uruguayo. Sí que se lo considere como trayectoria posible de una
política pública de microfinanzas.
Búsqueda,
agradecimientos, el futuro
No he tenido suerte con la
incorporación de un buscador para este blog. La herramienta se desactualiza con
cierta frecuencia, generando más decepciones que soluciones a quien desea
buscar y encontrar alguna información relacionada con nuestros temas.
De modo que el mejor camino para
pesquisar, dentro del mismo blog, es guiándose por la organización de los
contenidos en la columna de la derecha de esta plataforma. De arriba para
abajo, el material se ha organizado por país, por fecha, por tópico y, debajo
de todo, por institución. Estas cuatro categorizaciones pueden ayudar al
pesquisador según aquello que le interese sea el dónde, el cuándo, el qué o
el quién.
Los agradecimientos son muchos y
seguramente seré injusto con más de uno que merecería ser nombrado. A los
seguidores de este blog y a sus lectores: no me puedo vanagloriar de que hayan
sido miles, pero al menos sí puedo decir que han sido fieles (a juzgar por la
regularidad en su distribución geográfica). A los ocasionales visitantes que
dejaron sus buenas impresiones de este trabajo a través de correos (publicados
y no publicados). A toda la comunidad de las microfinanzas que nos hizo sentir
que el trabajo que realizamos era valioso. A todos quienes nos orientaron con
su conocimiento, ayudándonos a mejorar nuestra percepción de los temas
tratados. A los expertos que accedieron a que los entrevistásemos, a las
instituciones que nos acreditaron para sus eventos. A los colegas y gerentes de
comunicación que, en representación de alguna institución, se preocuparon por
enviarnos sus comunicados y documentos. A los que aportaron contenidos con su
firma para este blog: Daniel Alarcón (Colombia), Anne-laure Germond (Francia),
Fadi Hadad (Suiza), Hélia Nsthandoca (Mozambique), Rosa Matilde Guerrero y Ruth
Arregui (Ecuador) y Florencia Páez Molina, Noel Alonso Murray, Adriana
Bottiglieri y Hugh Sinclair (Argentina). A Paola Soifer, por su apoyo en el
diseño y acompañamiento en los primeros años de este proyecto. A mis socios y
amigos de MicroDinero: Omar Méndez, Enzo Girardi, Elio Rossi y Hoon Kim, que también aportaron contenidos a este blog. A mis
colegas y amigos del periódico Microfinanzas, de Perú: Wilfredo Quiroz Fuentes
y César Sánchez Martínez. A todos, muchas gracias.
Mundo Microfinanzas ha cumplido su
ciclo. Tratando de capitalizar lo aprendido en estos años, relanzaré el
proyecto en un plazo no inmediato pero tampoco indeterminado. El nuevo sitio,
hospitalario con las microfinanzas, apuntará sin embargo a un espectro más
amplio de las finanzas orientadas a la inclusión y el desarrollo de América
Latina y el Caribe. Las microfinanzas estarán en el ADN del proyecto futuro y
el trabajo realizado en este blog constituirá el punto de partida. A los
cientos de contactos forjados en todo este tiempo, comunicaré vía correo
electrónico el lanzamiento del nuevo sitio apenas su primera versión esté
disponible online.
Como última cosa, mis disculpas
anticipadas por los errores que puedan persistir en este blog. Siempre he
intentado priorizar la calidad de las publicaciones, aun a costa de dedicar más
tiempo a cada post y sumirme en cadenas a veces interminables de verificación,
chequeo y desambiguación de la información. Pese a todo ese esfuerzo, en los
últimos meses corregí mucho y sé que los márgenes de desliz han sido importantes.
De ahí que agradeceré mucho a quienes detecten erratas gruesas (ortográficas,
de transcripción, de traducción, topográficas, etc) y quieran reportármelas a
esta dirección: mundomicrofinanzas@gmail.com o también a
mpmolina90@gmail.com. Las
subsanaré de inmediato.
Hasta pronto!
Martín Páez Molina
Editor de Mundo Microfinanzas
Buenos Aires, 30 de noviembre de
2015
Referencias
Banerjee, Abhijit V. y Duflo,
Esther: Repensar la pobreza. Un
giro radical en la lucha contra la desigualdad global (Taurus,
2012, Buenos Aires, traducción de Francisco Javier Mato Díaz). El episodio de
las “seis grandes” que motiva la cita es narrada en las páginas 218-219.
Gago, Verónica: La razón neoliberal. Economías barrocas y
pragmática popular (Tinta limón, 2014, Buenos Aires). Cabe aclarar
que la posición de la autora sobre las microfinanzas es crítica, si bien reivindica el recurso del microfinanciamiento en economías populares informales como una de las respuestas posibles "desde abajo" a los efectos del desmantelamiento de la economía industrial.