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miércoles, 3 de octubre de 2012

Empresariado juvenil: Una respuesta a la crisis del empleo

Panel ¿Son los pequeños negocios una solución al desempleo juvenil?
(foto: BID)

(Mundo Microfinanzas, en Bridgetown) ¿Son los pequeños negocios una solución al desempleo juvenil? ¿Se puede intervenir a través de programas de adiestramiento empresarial en jóvenes y obtener importantes retornos? ¿Qué es lo que hace bueno a un programa de entrepreneurship juvenil? ¿Cómo medir su impacto? ¿Cómo, si es que convenimos que se trata de una solución promisoria, alcanzar escala?

Todos estos interrogantes -formulados en el marco de un encuentro latinoamericano pero de pertinencia global- fueron los disparadores propuestos por la gerente general del Fondo Multilateral de Inversiones (Fomin), Nancy Lee, en la primera plenaria del segundo día del XV Foro Interamericano de la Microempresa (Foromic 2012), que culmina este miércoles en Bridgetown.

Participaron del panel, acompañando a la gerente del Fomin -en su calidad de moderadora-, el experto en desarrollo de fuerza de trabajo del centro de investigación californiano RTI International, Andrew Baird; el CEO de la red global Youth Business International (YBI, con base en Londres), Andrew Davenport; el director ejecutivo del Centro Integral de Desarrollo del Perú (CID), Dino Linares; y la directora ejecutiva del Barbados Youth Business Trust (BYBT), Marcia Brandon.

En primer turno, Baird consideró que el entrepreneurship juvenil es una forma viable para que los jóvenes construyan sus vidas. Admitió que todavía no hay gran cantidad de evidencia ni estadística que lo pruebe. Apenas algunas investigaciones con diseños experimentales y cuasi-experimentales. La tasa de éxito puede variar entre un 30 y un 70 por ciento.

Puso como ejemplo un estudio en Perú, con un grupo de control, donde los jóvenes que atravesaban la instancia del CID evidenciaron cuatro veces más de capacidad para crear empresas. Y sus iniciativas empresariales tuvieron un 180% más de retorno que la de aquellos jóvenes que no pasaron por el programa.

Pero también citó evidencias negativas, como una recabada en estudios con universitarios recién graduados de Túnez. Lo cual sugiere variantes contextuales importantes.

Baird se pronunció por la necesidad de homogeneizar estas mediciones y lograr parámetros de comparabilidad a nivel global.

Dijo que es fundamental la etapa de “filtrado”, es decir la entrada a un programa de entrenamiento empresarial. ¿Cómo identificar a un joven con capacidades para emprender? Pregunta clave, según Baird. Uno de los puntos de mayor relieve es la pasión. Según él, es importante identificar la carga pasional que el joven pone ante su proyecto, pues la inversión que demandará (tanto financiera como no financiera) será muy grande y seguramente tenga que reinventar su negocio una y otra vez, sobreponiéndose a los fracasos. Sostuvo que el mentoring es un recurso valioso.

La perspectiva global

Posteriormente, Davenport se refirió al trabajo de la red YBI. Dijo que, en la óptica de su organización, el joven debe tener y puede tener un rol clave en la economía. En Gran Bretaña ha ayudado a crear 300 mil empleos, con jóvenes emprendedores de 18 a 35 años. Son jóvenes que tienen en común potenciales empresariales y carencia de acceso a fuentes de financiamiento y apoyo.

Los servicios de YBI son holísticos e integrales, explicó el directivo, y están enfocados en un entrenamiento pre y post préstamo. También se refirió positivamente al trabajo de mentores, el trabajo de asesoramiento uno a uno entre un empresario ducho y el joven emprendedor.

En el marco global, Davenport dijo que no han encontrado diferencias entre los programas que han tenido en éxito en países en desarrollo y países desarrollados. Han reunido evidencias de éxito en China, India, Kenia, el Caribe, entre otros países y regiones. ¿Y por qué tienen éxito? Porque tienen bases firmes -aseguró- y la gobernabilidad de las instituciones aliadas, alineada con los objetivos de trabajar por el empresariado joven, es sólida, remarcó.

También se refirió al componente psicológico de todo emprendedor: hacer crecer un negocio es un trabajo lento y requiere perseverancia, además de un buen proyecto.

Mentoring en el Caribe

Brandon se refirió al trabajo que vienen realizando en Barbados. Y, a propuesta de la moderadora, se explayó sobre la experiencia con los mentores. ¿Cómo se profundiza la idea de mentoring? ¿Cómo atraer a los mentores?

Dijo que, a partir de investigaciones cualitativas y cuantitativas, los jóvenes aseguran que sin los mentores no hubieran podido sostener sus negocios. Y que los mentores los han ayudado en el momento de entender un fracaso y salir nuevamente a flote.

El 50 por ciento de los mentores del BYBT son ellos mismos empresarios. Toman parte de su tiempo para dedicarlo, de manera voluntaria, a ayudar y aconsejar a los jóvenes emprendedores. Trabajan uno a uno con ellos y tienen lo que es necesario para “iniciarlos” en el quehacer empresarial, dijo Brandon. Son especialistas, en enfocan para que el joven tenga éxito en su emprendimiento. El organismo además brinda herramientas de planificación financiera, importancia del ahorro, elaboración de un plan de negocios, entre otros ítems.

Y ante la pregunta de ¿cómo atraer a más mentores?, ella dijo que con dieciséis años de experiencia ya tienen un perfil comercial del mentor. Y eso ayuda al momento del reclutamiento. Es fundamental lograr un nivel de confianza entre la institución, el joven y el mentor.

Un caso de éxito en Perú

Para cerrar el panel, Linares ofreció algunas claves para entender el éxito del CID en Perú, experiencia que le valió este año a la institución el premio del BID a la Excelencia en la prestación de servicios para jóvenes emprendedores en América Latina y el Caribe.

El directivo aclaró que a lo largo del tiempo la organización fue modificando su enfoque, hasta encontrar el punto crítico. Dijo que ahora trabajan pensando en la sostenibilidad de las empresas, como el elemento fundamental.

El CID dedica mucho tiempo al acompañamiento del joven. El programa arranca con talleres muy vivenciales, pues es necesario identificar allí a los jóvenes que verdaderamente tienen condiciones de progresar a través de un negocio.

Precisó algunos datos sobre costos en un programa implementado en 2010-2011 en dos regiones del Perú. Dijo que el costo unitario por participante fue de unos US$ 600. De ese monto, US$ 350 en promedio fue en capital semilla entregado como donación a condición de que el beneficiario invierta una suma adicional como mínimo (en la experiencia del CID, por cada dólar entregado los jóvenes ponen 1,5 adicionales, parte en efectivo y parte en especies).

Los jóvenes son rápidamente exigidos a obtener resultados, al menos en lograr un equilibrio financiero del negocio y ciertas condiciones de formalización. Se les brinda 50 horas de formación muy práctica y 20 horas de asesoría personal. Cada joven tiene asignado un asesor remunerado por la organización, de preferencia con experiencia en negocios, un tipo de asesor “todo terreno”, empático con los participantes.

Linares recalcó la importancia de un seguimiento (“no paternalismo”) y una fiscalización permanente, incluso contable, sobre la marcha de las empresas juveniles. “Si a ellos les va bien, a nosotros nos va bien”, dijo.

Entre los resultados, mencionó una tasa de permanencia a los 3 años de entre 70 y 75 por ciento (respecto a un grupo de control); los participantes generan a los tres años en promedio 2,5 puestos de empleo; logran una media del 65% de incremento en sus ingresos (el 75% no tenía ningún ingreso previo al ingreso al programa); el 20% crece a nivel de una pequeña empresa, que en Perú significa tener al menos diez empleados. El éxito no parece estar condicionado por alguna determinación social o geográfica: han tenido éxito jóvenes de los departamentos más pobres del Perú.

El entrepreneurship o “empresarialismo” volvió a ser tema del Foromic. Si el año pasado, en Costa Rica, se centró más en la mujer, este año en Barbados tomó más prominencia la exploración de formas de financiar y apoyar a los jóvenes. El debate se ofreció como cifra de un tiempo, tanto para América Latina como para el mundo, pues la crisis del empleo no parece que vaya a ceder y la capacidad de absorción de mano de obra asalariada tiene un límite exiguo para la cantidad de contingentes que se sumarán al mercado. ¿La solución está en emprender? Parecería que sí, que no hay otra opción. Así que conviene comenzar a tomar nota de los buenos, malos, pocos, muchos, insuficientes resultados hasta ahora obtenidos.

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