(Mundo Microfinanzas) Los pueblos
originarios de Canadá (aboriginals) reportan altos índices de felicidad en base
a sus ingresos, educación y redes de relaciones personales, según un nuevo
informe del think tank C.D. Howe Institute, con sede en Toronto, dado a conocer
este jueves.
John Richards |
“El hecho
de que los resultados sean similares para los pueblos originarios y para todos
los canadienses sorprenderá a la persona cuya imagen de los aborígenes se
limite a aquellos que viven en los barrios más pobres de las ciudades de
Canadá”, dijo Richards, profesor de la Simon Fraser University y académico de
la cátedra Roger Phillips de Política Social, en el C.D. Howe Institute.
“Si bien la
pobreza y la infelicidad existen, estas condiciones están lejos de ser el
cuadro completo de la vida de los aborígenes urbanos”, agregó Richards.
En su
informe, los autores analizan los resultados de una pregunta abrumadoramente
simple: “Ante todo, ¿está usted feliz con su vida?”, una de las muchas preguntas
planteadas en un estudio de 2009 por el Environics Institute de un amplio
muestreo de aborígenes viviendo en once ciudades canadienses. El porcentaje más
alto de población originaria urbana “muy feliz” se concentró en Vancouver (65%)
y la más baja en Montreal (52%).
Analizando
las características de los consultados en el estudio, los autores encuentran
que una evaluación de la salud positiva aumenta la felicidad percibida, así
como las relaciones personales estables. Tener un diploma o una carrera
universitaria y mayores ingresos aumenta la felicidad, así como también importa
la vida comunitaria. Sentir una conexión próxima con otro poblador nativo
(First Nations people) y tener amigos incrementa considerablemente la
felicidad.
Los
resultados no significan que la vida urbana canadiense es el mejor de los
mundos posibles para la población originaria o que toda ella debería “ir para
la ciudad”. Su tierra (the reserve) debería seguir siendo una opción para
aquellos nativos que opten por ella, dicen los autores. Ellos sugieren, sin
embargo, la necesidad de innovaciones políticas que faciliten la transición rural-urbana
para quienes elijan mudarse, sobre todo en conexión con la participación de
fuerza laboral y resultados educativos.
Gross y
Richards destacan que muchos países han experimentado con estrategias que
trabajan la información sobre empleos y vínculos con empleadores, al estilo
puestos de asistencia (“one-stop shops”) desarrollados a través de la
cooperación entre varias agencias de gobierno e involucramiento de empresas en
capacitación, mentoring y asesoramiento de mercado de trabajo (en particular
para estudiantes de escuela secundaria).
En lo que
hace a política educativa, los autores enfatizan la importancia del acceso a educación
preescolar (early childhood education) para niños de comunidades marginadas y
la necesidad de que ministerios de educación provinciales promuevan iniciativas
de educación aborigen discrecionales a nivel de escuela distrital, que han
demostrado ser exitosas en British Columbia.
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