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martes, 6 de enero de 2009

Expectativas de inversión para las microfinanzas africanas


(Mundo Microfinanzas) “Los inversores del mundo están descubriendo que prestar a la población de modestos recursos puede permitir ganar dinero en cantidad satisfactoria y de manera segura. Las microfinanzas en las que ellos invierten experimentan una expansión rápida en numerosos países africanos si bien sus progresos aún no son comparables a los ejemplos exitosos que se producen en Asia del Sur y en América Latina”.

Donna Katzin
Así comienza un análisis, en francés, firmado por Mary Kimani, de la organización Africa Renewal (Departamento de Información Pública de Naciones Unidas), publicado hoy en el sitio Walf Fadjri de Dakar, Senegal.

La analista cita distintos casos y opiniones de personalidades para sostener su hipótesis.

En primer lugar, menciona al CEO del banco keniano Equity Bank, James Mwangi, quien asegura que las microfinanzas pueden contribuir al desarrollo económico.

Gracias a estos pequeños préstamos, “nosotros estamos viendo progresar familias del microemprendimiento a la microempresa”, declaró el directivo.

El artículo consigna que, según un reporte del Grupo Consultivo de Asistencia de la Pobreza del Banco Mundial (CGAP), cada vez más instituciones y particulares invierten en este sector. E indica que, tradicionalmente, el monto de este tipo de préstamos oscila entre los 20 y los 300 dólares.

Pone el ejemplo del Grameen Bank (o “Banco Rural”, de Bangladesh) que fundó un nuevo modelo que demostró viabilidad y solvencia a la hora de prestar a millones de pobres.

“La demanda sobrepasa largamente los créditos disponibles. Las microfinanzas representan en el mundo 4.400 millones de dólares, pero las necesidades ascienden a aproximadamente los 250 mil millones. El sector representa una alternativa interesante para inversores a la búsqueda de nuevos instrumentos desvinculados de los mercados financieros, cada vez más volátiles”, señala Kimani.

Y continúa: “Atraídos por este potencial, empresas privadas como MicroVest, fondo de inversión en microfinanzas norteamericano, invirtió un millón de dólares en la entidad de microcrédito ghanesa Sinapi Aba Trust. Del mismo modo, AfriCap Microfinance Fund, formado en 2001, lleva invertidos en doce instituciones microfinancieras de Ghana, Kenia, Senegal, Madagascar, Malawi, Mozambique, Nigeria y Sierra Leona. AfriCap, con un capital de alrededor de 50 millones de dólares, es el primer fondo de capital de inversión privado africano enteramente consagrado a las microfinanzas”.

La analista de Africa Renewal (“Renovación África”) destaca algunos resultados: “El dinero aportado por AfriCap y otros inversores al Equity Bank de Kenia transformó un modesto organismo de microcrédito en banco comercial de primer orden”. Con 2,5 millones de clientes de moderados ingresos, el banco es la primera firma microfinanciera africana que cotiza en bolsa.

“Hemos logrado un rendimiento del 7 por ciento sobre nuestros haberes y un crecimiento del 200 por ciento”, señaló Mwangi. Y sostiene que hay un reconocimiento cada vez más claro de que África pasó la prueba (franchi un cap): “La gente discierne sobre las perspectivas que se abren para África y se posicionan estratégicamente para sacar partido del crecimiento que se observa en el continente”, indicó el CEO.

Kimani señala que “con el doble objetivo de obtener beneficios y ayudar a los más pobres a acceder a los servicios financieros, las empresas privadas forman sociedades con patrocinadores de fondos a los fines de invertir conjuntamente en microfinanzas.

Monterrey, un comienzo

“Estas sociedades -continúa- se conforman según el espíritu del Consenso de Monterrey (México, 2002), por el cual los jefes de estado del mundo comenzaron a interiorizarse sobre la importancia de las microfinanzas como medio de desarrollo en los países más pobres, comprometiéndose a promover innovaciones financieras del sector privado y sociedades públicas-privadas”.

GroFin Africa Fund es uno de estos partenariados de tipo mixto, explica la analista, “… un consorcio que integra entre otros al Fondo Africano de Desarrollo, la sociedad financiera internacional del grupo del Banco Mundial, la fundación Deutsche Bank Americas, Skoll, Syngenta y la Fundación Shell”.

También cita la opinión del analista de MicroVest, Sasidhar Thumuluri: “Las microfinanzas africanas tienen un retraso de al menos cinco años en comparación con Asia del Sur y Améria Latina”. Según él, los más importantes cuellos de botella (goulots d`étranglement) son las infraestructuras mediocres, institucionalización débil y una carencia de capital financiero y humano. Sin embargo, declaró el experto, “los cambios recientes y positivos… en países como Ghana, suscitan un interés creciente por parte de los inversores”.

Finalmente el artículo cita a Donna Katzin, de la institución de préstamo no lucrativo de Nueva York, Shared Interest, para quien el éxito será difícil de alcanzar allí donde las reglamentaciones no presenten un entorno favorable.

Para Katzin -y en esto coincide Mwangi, con lo que se cierra el análisis de Mary Kimani- “hay países donde no sería recomendable implementar un sistema de microcrédito”, en particular donde “la pobreza está totalmente enraizada”. Para ellos, las microfinanzas pueden contribuir al desarrollo económico y social sólo allí donde las familias puedan generar una mínima capacidad de ahorro.

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