(Mundo Microfinanzas) Los indicadores de crecimiento de las microfinanzas en Filipinas son claros: el número de bancos especializados pasó de 121 en 2004 a 225 en 2007.
Así lo revela Pia Bernardette Roman, de la Unidad de Microfinanzas del Banco Central de Filipinas (BSP), a la periodista Isolde Amante, que lo publica hoy en un artículo aparecido en el diario Sun Star, de la ciudad filipina de Cebú.
La información agrega que el número de microemprendedores creció un 77 por ciento en los últimos tres años: pasaron de 485.136 en 2004 a 860.000 registrados el año pasado.
En cuanto al monto global de créditos, éste escaló desde los 72 a los 201 millones (en dólares) en el mismo período.
El crecimiento del sector también se ve expresado en un entramado institucional fuerte. El Microfinance Council of Philippines -que entre el 24 y 25 de abril próximos realizará su reunión anual- integra a un total de 44 instituciones, entre miembros regulares y asociados (entre estos últimos se cuentan ONGs, bancos para el desarrollo, bancos rurales, cooperativas y uniones de crédito).
Una de las llaves que permitió abrir y expandir la industria fue la decisión del BSP, en 2000, de revisar la normativa existente y alentar a los bancos a ofrecer servicios microfinancieros.
“En el pasado los bancos sentían aversión generalizada a ofrecer servicios de microfinanzas debido a malas experiencias y a la sensación de que el pobre representa un riesgo para el crédito”, señala Roman.
Afortunadamente, la situación se ha modificado y hoy Filipinas puede exhibir indicadores que muestran un presente sólido y un futuro esperanzador.
Roman enfatiza que las microfinanzas son “transacciones de negocios y no subsidios de caridad”.
Virginia Borde, microempresaria filipina, asistida por la organización Negros Women for Tomorrow, fundada por Cecile del Castillo en 1984 y que trabaja con proyectos de autoempleo para mujeres en la región de Negros Occidental, da el costado humano a estos indicadores numéricos: esposa abandonada, madre de varios hijos, que accediendo al microcrédito y poniendo mucho de su parte (trabajo, dedicación, creatividad) llegó a adquirir maquinarias agrícolas que ahora alquila a pequeños granjeros.
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| Pia Bernardette Roman |
La información agrega que el número de microemprendedores creció un 77 por ciento en los últimos tres años: pasaron de 485.136 en 2004 a 860.000 registrados el año pasado.
En cuanto al monto global de créditos, éste escaló desde los 72 a los 201 millones (en dólares) en el mismo período.
El crecimiento del sector también se ve expresado en un entramado institucional fuerte. El Microfinance Council of Philippines -que entre el 24 y 25 de abril próximos realizará su reunión anual- integra a un total de 44 instituciones, entre miembros regulares y asociados (entre estos últimos se cuentan ONGs, bancos para el desarrollo, bancos rurales, cooperativas y uniones de crédito).
Una de las llaves que permitió abrir y expandir la industria fue la decisión del BSP, en 2000, de revisar la normativa existente y alentar a los bancos a ofrecer servicios microfinancieros.
“En el pasado los bancos sentían aversión generalizada a ofrecer servicios de microfinanzas debido a malas experiencias y a la sensación de que el pobre representa un riesgo para el crédito”, señala Roman.
Afortunadamente, la situación se ha modificado y hoy Filipinas puede exhibir indicadores que muestran un presente sólido y un futuro esperanzador.
Roman enfatiza que las microfinanzas son “transacciones de negocios y no subsidios de caridad”.
Virginia Borde, microempresaria filipina, asistida por la organización Negros Women for Tomorrow, fundada por Cecile del Castillo en 1984 y que trabaja con proyectos de autoempleo para mujeres en la región de Negros Occidental, da el costado humano a estos indicadores numéricos: esposa abandonada, madre de varios hijos, que accediendo al microcrédito y poniendo mucho de su parte (trabajo, dedicación, creatividad) llegó a adquirir maquinarias agrícolas que ahora alquila a pequeños granjeros.
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