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jueves, 19 de marzo de 2015

Remesas en Centroamérica: Cómo convertir al receptor en cliente de un banco

Oficina de servicio de envío de dinero en San José de Costa Rica
(foto: Mundo Microfinanzas)

(Textos recobrados de MicroDinero) ¿Cómo convertir en cliente de un banco al receptor de remesas en América Central?

La cuestión entraña la posibilidad de avanzar un grado más en inclusión financiera, dentro de un subcontinente que hace de estas micro-transferencias de dinero uno de los motores de su economía.

San José de Costa Rica, en el marco del Foromic 2011, fue escenario de algunas exposiciones que recogen experiencias en esta materia. Particularmente las del sector cooperativo salvadoreño, presentada por el gerente corporativo de Fedecaces, Héctor David Córdova, y la del banco guatemalteco GyT Continental, expuesta por el gerente de división de Banca de Desarrollo, Amador Carballido.

El panel respectivo fue moderado por Cynthia Zapata, de la Agencia de Protección al Consumidor de Costa Rica. Con su exitoso modelo de “billetera móvil” en el Caribe, el panel se completó con la participación de Harvey Morris, de la plataforma Mango, de las Bahamas.

Ideas, resultados y propuestas para un sector que en América Latina movilizó en 2010 unos US$ 60 mil millones, pero donde la mayoría de las operaciones siguen haciéndose en efectivo y menos de la mitad de los emisores y receptores de remesas carecen de cuenta bancaria.

El Salvador

Córdova comenzó destacando el factor de la confianza institucional. Y dijo que las cooperativas en El Salvador han sabido transmitir esa confianza, desde su incursión en este negocio en el año 1993. “La gente antes de depositar ahorros, antes de depositar sus remesas, lo que deposita es confianza institucional”. Luego dirá: “Al cliente no hay que emboscarlo”.

Mencionó también la importancia que juegan agentes aliados como la Asociación Iberoamericana de Remesadoras (Aiber, con sede en Madrid), a través de la cual se facilitan 200 mil ventanillas en el exterior.

El gerente de Fedecaces anticipó que el sector cooperativo salvadoreño entregará, al cabo de 2011, más de US$ 140 millones a familias de salvadoreños residentes fuera del país. En 2010, las cooperativas afiliadas a la Federación canalizaron un total de 412 mil operaciones.

No obstante la crisis económica y la caída de las remesas en el país, las cooperativas lograron diversificar los operadores para que los salvadoreños tengan más posibilidad de colocar sus envíos, aseguró el directivo.

Si se hace un tracking de los últimos diez años, se llega a una suma de US$ 910 millones (de los cuales US$ 4 millones netos ingresaron al sistema financiero cooperativo en concepto de comisiones) a través de más de 2,5 millones de operaciones acumuladas, con un promedio por envío de alrededor de US$ 350.

De acuerdo con Córdova, la gestión de remesas sirve como generadora de inclusión financiera estable. Dijo que un 13% de la membresía de cooperativas son receptores de remesas, que intervienen en otro tipo de operaciones (crédito, ahorro) y participan del capital social de su institución.

En conclusión, el directivo de Fedecaces enmarcó estos resultados como una “democratización de los servicios financieros” en El Salvador, lo que explica en gran medida, a su entender, por qué creció la cartera bruta del sector cooperativo en el período junio 2010-junio 2011 (27,3%) frente a un decrecimiento del sistema financiero comercial durante el mismo período (1,3%).

Guatemala

La banca comercial guatemalteca pudo aprender de la experiencia en El Salvador, donde el proceso migratorio se anticipó en unos diez años al de su vecino país, explicó Carballido en la introducción.

El gerente de G&T Continental hizo un breve comentario sobre la evolución histórica del sector de las remesas en Guatemala, con la siguiente periodización:
- Años ’80: Las operaciones son prácticamente money orders, con muy escasa participación de los bancos.

- Años ’90: Toman más fuerza las empresas remesadoras, ofreciendo transferencias electrónicas. Comienzan a incursionar los bancos y a entender el tamaño del negocio.

- Fines de los ’90: Ya se evidencia el influjo de las remesas en el incremento de ahorros de saldos bajos, que no se explicaba necesariamente por acciones de mercadeo. Se genera un sistema más eficiente, veloz y seguro que los procesos de money orders, pero todavía sin una oferta de productos.

- Principios de 2000: G&T se instala en los Estados Unidos (“conocer las dos caras de la moneda”). Desarrollo de productos genéricos. Red de corresponsales en Guatemala para ampliar capilaridad (hoy un 30% de las remesas del banco se pagan a través de estos agentes). Poco a poco se avanza en productos a medida.

- 2010: Disposiciones regulatorias que facilitan la generación de productos para una mayor inclusión financiera (reglamento de Agentes, apertura de cuentas, banca móvil).

En cuanto a los retos, Carballido mencionó: una aceitada logística de atención y pago en los días que se concentra la efectivización (sábados, domingos y lunes), el desarrollo de productos financieros que se adecuen a la necesidad de quienes participan en el proceso y su facilidad de uso.

Para ello hay que conocer el perfil de quien remite y de quien recibe. El banquero guatemalteco apuntó algunos caracteres:

- Del remitente: desea invertir en su país pensando en su retorno; quiere tener el control del proceso de envío; demanda una gestión sencilla y efectiva (“no quieren mucha plática”); desea que la utilización de las remesas permita el progreso de sus familias.

- Del beneficiario: un servicio rápido y conveniente; productos baratos, fáciles de usar y adecuado a sus necesidades; las remesas son su ingreso regular, no un excedente como en el caso del emisor (hay emisores incluso que reclaman la aperturas de cuentas que escapen a la órbita del beneficiario, para poder controlar ellos el proceso).

- ¿En qué se gastan las remesas?: consumo básico (49,4%); inversión y ahorro (20,4%); consumo intermedio (18,4%) e inversión social (salud, educación, 10,9%).

Como se dijo, el panel también ofreció la experiencia de la empresa Transfer Solutions Providers (TSP) con su tarjeta Mango, en el archipiélago de las Bahamas. Mango brinda una plataforma electrónica de pagos, tanto para organizaciones como para individuos, accesible online y a través de mensajes de texto (SMS), con un potencial bancarizador en las comunidades donde la tarjeta tiene impacto (Bahamas tiene expatriados en los Estados Unidos, principalmente en el estado de la Florida, en menor medida en Gran Bretaña y migración interna entre las islas Nueva Providencia y Gran Bahama).

La moderadora del panel, antes de dejar abierta la formulación de preguntas, recalcó la importancia de las remesas desde la óptica del consumidor, en la que no sólo cuenta el tipo de servicio sino prioritariamente el precio (mencionó el portal Envía Centroamérica, con financiamiento del BID y el Banco Mundial, entre otras entidades, como valiosa base de datos y de comparación entre operadores de la región, servicios, comisiones, coste total, etc) y aportó datos reveladores de Costa Rica que sirven para dimensionar el negocio.

Dijo que el país recibe anualmente unos US$ 600 millones en micro-transferencias que, comparado a los US$ 9.000 millones anuales en concepto de exportaciones, hacen de las remesas el sexto generador de divisas, significativo para un país no catalogado tradicionalmente como receptor.


Publiqué este artículo el 21 de octubre de 2011 en MicroDinero

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