(Textos
recobrados de MicroDinero) Profesionales, académicos e inversores en
microfinanzas se reunieron semanas atrás en Nueva York en una conferencia de
tres días para discutir investigaciones e innovaciones en el campo
(Microfinance Impact and Innovation Conference 2010). El tema giró principalmente
en torno a la medición del impacto: ¿qué efecto real producen las microfinanzas
en la vida de los pobres? Si es cierto que generan cambios positivos, ¿cómo
medir estos cambios?, ¿cómo evaluarlos?
Abhijit Banerjee |
Se trata de
uno de los grandes temas que ocupan en la actualidad a los actores de la
industria. Algunas sugerencias, voces y opiniones de la cita neoyorquina fueron
recabadas por Eva Pereira, blogger de Forbes, a quien seguimos a continuación.
La
conferencia comenzó en el downtown de Manhattan, en la sede de la agencia
calificadora Moody’s, con las palabras de la CFO de la casa anfitriona, Linda
Huber, quien introdujo al vicepresidente senior del grupo Data Governance de la
entidad, Jody Rash. Él explicó el desarrollo de ratings de performance social
para instituciones de microfinanzas, en respuesta a la preocupación surgida
durante la última edición de la Clinton Global Initiative. Mediante
diapositivas, fue proponiendo indicadores que permitan medir el impacto de la efectividad
de las microfinanzas. Estableció una distinción principal: impacto social
(cuando el trabajo funciona) y performance social (cuando se opera de una
manera socialmente viable).
“Nosotros
anticipamos que las IMFs socialmente orientadas se beneficiarán
significativamente de este enfoque estandarizado para la evaluación del
desempeño social”, dijo Rash. Y señaló que estos indicadores impulsarán una
mayor conciencia de las instituciones para alcanzar un impacto positivo en la
vida de millones de personas, beneficiarias de fondos de microfinanzas. Moody’s
está en proceso de desarrollo de una metodología que, esperan, sea utilizada
como estándar global para medir a IMFs.
Jonathan
Morduch, de la New York University (NYU) y managing director de la Financial
Access Initiative (FAI), reconoció que hay agentes diversos en la industria.
Describió la evolución de la industria desde un enfoque basado en la oferta en
los años ’70, a un enfoque trasladado hacia la demanda surgido en los ’80 y
’90. Hoy la industria está empezando a comprender las necesidades
idiosincrásicas y variadas de los pobres y las herramientas financieras para
una mejor atención.
Otro presente en la conferencia fue Dean Karlan, de Yale y presidente de
Innovations for Poverty Action (IPA), quien reflexionó sobre cómo la percepción
de las microfinanzas ha mutado desde ser una panacea contra la pobreza a una
confianza mucho más modesta de ayudar a los pobres a sobrellevar mejor su
situación. Reveló que mientras algunos microcréditos están siendo utilizados
con fines productivos, un porcentaje significativo también se destina al pago
de otras deudas. Enfatizó en la necesidad de que la industria expanda sus
servicios más allá del crédito, haciendo frente a la falta de ahorro y opciones
de seguro disponibles para los pobres.
A
continuación, Abhijit Banerjee, profesor de Economía en el MIT, presentó un
estudio que muestra que el acceso al microcrédito en la actualidad ha generado
una reducción del consumo entre aquellos con aspiraciones emprendedoras. Antes
de lanzar su negocio, el prestatario corta gastos en bienes de consumo para
comprar bienes durables. En su investigación, halló además que el microcrédito
no tiene ningún impacto en la salud, la educación y empoderamiento de la mujer.
E insistió en el punto de que los prestatarios tienen muy diversas necesidades.
El estudio muestra que es imposible decir que los créditos, uniformemente,
tienen un impacto positivo; en gran medida depende de las circunstancias
particulares de cada prestatario.
Finalmente
Esther Duflo, también profesora de Economía en el MIT, citó algunos de los
resultados del estudio de Banerjee. Presentando datos de una investigación de
dos años en Marruecos, analizó efectos de la expansión de las microfinanzas en
áreas rurales. Encontró que muchos de los que habían obtenido préstamos se
retiraron del mercado de trabajo una vez asegurado el empleo personal bajo la
forma de actividades agrícolas. Constató lo expuesto por Banerjee: el
microcrédito no evidenciaba un impacto social ni en la educación. Y el
empoderamiento de la mujer se mantenía inalterable. Al considerar las
probabilidades que el lanzamiento de un negocio presentaba a beneficiarios de
microcrédito, se encontró que no había diferencias entre el grupo de prueba y el
grupo control. Los efectos de las microfinanzas no son inequívocamente buenos;
afectan a los pobres de diferentes maneras y sólo a través de un estudio y un
adecuado análisis se pueden desarrollar instrumentos financieros que sirvan
mejor a sus necesidades.
Publiqué
este artículo el 9 de noviembre de 2010 en MicroDinero
No hay comentarios:
Publicar un comentario