Sharlene Brown entrega, durante una capacitación de 2009, certificado PPI de la Fundación Grameen a Oumar Tangara de Oikocredit Malí (foto: Oikocredit USA) |
(Por Mónica
Oyarzun, Textos recobrados de Microdinero) En los últimos treinta años, la
sociedad cooperativa holandesa Oikocredit se ha convertido en un nombre
relevante dentro del microcrédito y el desarrollo internacional, obteniendo
galardones como el primer premio del CGAP al compromiso medioambiental, social
y de gobernanza (ESG, en inglés) a inversores en microfinanzas.
Sharlene
Brown, directora nacional de Oikocredit USA, habló con MicroDinero sobre la
estructura de la organización y los retos frente al sector de las
microfinanzas.
Brown se
unió oficialmente a Oikocredit en julio tras el retiro del director ejecutivo
Terry Provance, aportando su experiencia en inversión social y microfinanzas,
luego de haber trabajado en Domini Social Investments, el Foro de Inversión
Social estadounidense (US SIF) y la Fundación Grameen.
“En Grameen
integré el departamento de desempeño social de la organización”, contó Brown.
“Oikocredit creó un departamento de gestión de desempeño social hace algunos
años, en momentos que este trabajo comenzaba a tomar vuelo en el sector. Así
que tuve la oportunidad de trabajar con el staff y a nivel de las oficinas
regionales del país cuando la organización empezó a utilizar el índice Progress
out of Poverty de la Fundación Grameen”.
El índice PPI
es una herramienta diseñada por la Fundación Grameen para ayudar a determinar
los niveles de pobreza de los clientes de las IMFs y usar esa información para
satisfacer mejor sus necesidades. En sus 875 acuerdos de inversión Oikocredit
apoyó herramientas similares como la Cerise SPI (Social Performance Indicator).
Internamente,
la organización desarrolló su propio sistema de puntuación de ESG a fin de
evaluar a sus socios en indicadores sociales, como parte de un compromiso de
inversión responsable inherente a su sistema cooperativo desarrollado en 1975.
“Al ser una
cooperativa, nuestra dirección está a cargo de los propios miembros de la
institución”, dijo Brown. “La forma de trabajar y la tasa que elegimos dar a
los inversores es de hecho algo que surge de la propia cooperativa. Nuestra
tasa actual de rentabilidad para nuestros inversores es del 2%, que puede
variar dependiendo del clima económico”.
El tema de
si invertimos o no en proyectos en los Estados Unidos es algo que estamos
discutiendo en Oikocredit, señaló la directiva.
“En los
primeros tiempos invertíamos en algunas organizaciones de desarrollo
comunitario de los Estados Unidos. Lo hicimos durante algunos años y después
hubo una decisión estratégica que nos enfocó hacia países en desarrollo, ya que
dentro de los Estados Unidos hay una mayor red de contención que en cualquiera de
los países donde actualmente trabajamos. Así que la decisión fue que
enfocaríamos nuestros esfuerzos exclusivamente en países en desarrollo, si bien
es algo que de tanto en tanto replanteamos, especialmente en circunstancias
económicas como las de hoy”, dijo Brown.
La
estructura cooperativa de Oikocredit, que habilita a los destinatarios de
créditos que reembolsen sus préstamos a convertirse en miembros con voto, es
única en el sector, explicó Brown. Esta estructura ayuda a impedir que la
organización invierta en proyectos que carezcan de arraigo en las realidades
culturales de las personas a las que sirve.
Se trata de
una estructura recomendable a la luz de las recientes crisis de microfinanzas
en la India, Nigeria y Nicaragua, respecto de las cuales varios expertos las
han atribuido a un crecimiento desmedido y débiles controles. Oikocredit adopta
un enfoque más democrático y cauto, algo que al fin acaba beneficiando tanto a
inversores como a clientes.
“Creo que
como sector estamos reaccionando a nuestro crecimiento y tratando de
gestionarlo mejor, entendiendo los problemas que sobrevienen con un crecimiento
a tasas como las de hace algunos meses”, explicó Brown.
“A la par
que surgen estas cuestiones vemos un lento reflujo de aquellos capitales, y los
riesgos de reputación están causando un efecto contagio sobre todo el sector.
Ciertamente nuestros inversores hacen la pregunta, ‘¿Qué están haciendo en pos
de la transparencia?’. Ellos quieren estar seguros que invierten en algo
responsable y consistente con lo que consideran son los verdaderos valores y
efectos positivos de las microfinanzas”.
A
diferencia de otros jugadores, Oikocredit no presta directamente a los
clientes, al menos no en el sentido tradicional. Invierte a nivel de proyecto,
apoyando aquéllos que demuestren un sólido desempeño social y que sean
apropiados para la región.
Cuando le
preguntamos si Oikocredit está apoyando tecnologías móviles específicamente
diseñadas para incrementar el acceso financiero en áreas remotas, Brown refirió
el criterio democrático.
“Nosotros
no vamos a decirles a nuestros socios qué es lo más adecuado para ellos. Ellos
conocen el contexto local, ellos entienden su país, entienden sus culturas.
Nosotros los dejamos que ellos determinen qué es lo apropiado. Si ellos
consideran que las plataformas globales son la forma de llegar a un mayor
número de clientes, pues así está bien, y apoyaremos ese proceso”.
Aunque la
estructura cooperativa de Oikocredit impone desafíos, Brown expresó su
entusiasmo de trabajar en una organización compuesta de tantas voces apasionas
de todas partes del mundo.
“Realmente
hay que hacer equilibrio. Se trata de un grupo vehemente y efusivo, con gente verdaderamente
comprometida en reducir la pobreza. Yo sabía que Oikocredit era una
cooperativa, pero no estaba empapada de la energía que fluye por una
organización de tal vitalidad, algo que fue muy bello de descubrir”.
Este
artículo se publicó originalmente el 5 de noviembre de 2011 en MicroDinero
(traducción de Martín Páez Molina)
Nota del Editor: Oikocredit cumple en noviembre de este 2015 su 40º aniversario. Su evento conmemorativo está fijado para el mes de junio en Berlín.
No hay comentarios:
Publicar un comentario