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martes, 24 de marzo de 2015

Estructura cooperativa e inversión con gestión social (Oikocredit)

Sharlene Brown entrega, durante una capacitación de 2009, certificado PPI
de la Fundación Grameen a Oumar Tangara de Oikocredit Malí
(foto: Oikocredit USA)

(Por Mónica Oyarzun, Textos recobrados de Microdinero) En los últimos treinta años, la sociedad cooperativa holandesa Oikocredit se ha convertido en un nombre relevante dentro del microcrédito y el desarrollo internacional, obteniendo galardones como el primer premio del CGAP al compromiso medioambiental, social y de gobernanza (ESG, en inglés) a inversores en microfinanzas.

Sharlene Brown, directora nacional de Oikocredit USA, habló con MicroDinero sobre la estructura de la organización y los retos frente al sector de las microfinanzas.

Brown se unió oficialmente a Oikocredit en julio tras el retiro del director ejecutivo Terry Provance, aportando su experiencia en inversión social y microfinanzas, luego de haber trabajado en Domini Social Investments, el Foro de Inversión Social estadounidense (US SIF) y la Fundación Grameen.

“En Grameen integré el departamento de desempeño social de la organización”, contó Brown. “Oikocredit creó un departamento de gestión de desempeño social hace algunos años, en momentos que este trabajo comenzaba a tomar vuelo en el sector. Así que tuve la oportunidad de trabajar con el staff y a nivel de las oficinas regionales del país cuando la organización empezó a utilizar el índice Progress out of Poverty de la Fundación Grameen”.

El índice PPI es una herramienta diseñada por la Fundación Grameen para ayudar a determinar los niveles de pobreza de los clientes de las IMFs y usar esa información para satisfacer mejor sus necesidades. En sus 875 acuerdos de inversión Oikocredit apoyó herramientas similares como la Cerise SPI (Social Performance Indicator).

Internamente, la organización desarrolló su propio sistema de puntuación de ESG a fin de evaluar a sus socios en indicadores sociales, como parte de un compromiso de inversión responsable inherente a su sistema cooperativo desarrollado en 1975.

“Al ser una cooperativa, nuestra dirección está a cargo de los propios miembros de la institución”, dijo Brown. “La forma de trabajar y la tasa que elegimos dar a los inversores es de hecho algo que surge de la propia cooperativa. Nuestra tasa actual de rentabilidad para nuestros inversores es del 2%, que puede variar dependiendo del clima económico”.

El tema de si invertimos o no en proyectos en los Estados Unidos es algo que estamos discutiendo en Oikocredit, señaló la directiva.

“En los primeros tiempos invertíamos en algunas organizaciones de desarrollo comunitario de los Estados Unidos. Lo hicimos durante algunos años y después hubo una decisión estratégica que nos enfocó hacia países en desarrollo, ya que dentro de los Estados Unidos hay una mayor red de contención que en cualquiera de los países donde actualmente trabajamos. Así que la decisión fue que enfocaríamos nuestros esfuerzos exclusivamente en países en desarrollo, si bien es algo que de tanto en tanto replanteamos, especialmente en circunstancias económicas como las de hoy”, dijo Brown.

La estructura cooperativa de Oikocredit, que habilita a los destinatarios de créditos que reembolsen sus préstamos a convertirse en miembros con voto, es única en el sector, explicó Brown. Esta estructura ayuda a impedir que la organización invierta en proyectos que carezcan de arraigo en las realidades culturales de las personas a las que sirve.

Se trata de una estructura recomendable a la luz de las recientes crisis de microfinanzas en la India, Nigeria y Nicaragua, respecto de las cuales varios expertos las han atribuido a un crecimiento desmedido y débiles controles. Oikocredit adopta un enfoque más democrático y cauto, algo que al fin acaba beneficiando tanto a inversores como a clientes.

“Creo que como sector estamos reaccionando a nuestro crecimiento y tratando de gestionarlo mejor, entendiendo los problemas que sobrevienen con un crecimiento a tasas como las de hace algunos meses”, explicó Brown.

“A la par que surgen estas cuestiones vemos un lento reflujo de aquellos capitales, y los riesgos de reputación están causando un efecto contagio sobre todo el sector. Ciertamente nuestros inversores hacen la pregunta, ‘¿Qué están haciendo en pos de la transparencia?’. Ellos quieren estar seguros que invierten en algo responsable y consistente con lo que consideran son los verdaderos valores y efectos positivos de las microfinanzas”.

A diferencia de otros jugadores, Oikocredit no presta directamente a los clientes, al menos no en el sentido tradicional. Invierte a nivel de proyecto, apoyando aquéllos que demuestren un sólido desempeño social y que sean apropiados para la región.

Cuando le preguntamos si Oikocredit está apoyando tecnologías móviles específicamente diseñadas para incrementar el acceso financiero en áreas remotas, Brown refirió el criterio democrático.

“Nosotros no vamos a decirles a nuestros socios qué es lo más adecuado para ellos. Ellos conocen el contexto local, ellos entienden su país, entienden sus culturas. Nosotros los dejamos que ellos determinen qué es lo apropiado. Si ellos consideran que las plataformas globales son la forma de llegar a un mayor número de clientes, pues así está bien, y apoyaremos ese proceso”.

Aunque la estructura cooperativa de Oikocredit impone desafíos, Brown expresó su entusiasmo de trabajar en una organización compuesta de tantas voces apasionas de todas partes del mundo.

“Realmente hay que hacer equilibrio. Se trata de un grupo vehemente y efusivo, con gente verdaderamente comprometida en reducir la pobreza. Yo sabía que Oikocredit era una cooperativa, pero no estaba empapada de la energía que fluye por una organización de tal vitalidad, algo que fue muy bello de descubrir”.


Este artículo se publicó originalmente el 5 de noviembre de 2011 en MicroDinero (traducción de Martín Páez Molina)

Nota del Editor: Oikocredit cumple en noviembre de este 2015 su 40º aniversario. Su evento conmemorativo está fijado para el mes de junio en Berlín.

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