(Textos
recobrados de MicroDinero) El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) concretó
este miércoles el debate virtual en torno a “¿Cómo mitigar las ‘siete plagas’
del sector microfinanciero?”, con la participación de foristas de distintos
países latinoamericanos y la orientación de Sergio Navajas, especialista senior
de la Unidad de Acceso al Financiamiento del Fondo Multilateral de Inversiones
(Fomin).
Sergio Navajas |
La dinámica
se planteó a partir de una serie de posts en un blog de microfinanzas -alojado
en la página web del BID-, que sirvieron como disparadores para los comentarios
y preguntas hechas en general por profesionales y representantes de
instituciones microfinancieras de la región. La participación del público llevó
incluso a reagrupar los tópicos inicialmente propuestos en tres grandes áreas:
lo que es de interés para donantes e inversores, lo que atañe a gobiernos
nacionales y reguladores y finalmente lo que compete a directivos de IMFs.
Bajo esta
reformulación, tuvo lugar la sesión donde Navajas respondió inquietudes y
profundizó el análisis sobre las cuestiones propuestas. La exposición fue
moderada por el especialista en comunicaciones del BID, en Washington, Peter
Bate, y se pudo seguir en vivo a través de la página de Facebook del banco.
A modo de
introducción y contextualización, Navajas brindó algunos datos sobre la
magnitud de la industria microfinanciera en América Latina. Dijo que a partir
del seguimiento que hace el BID se estima que, a fines de 2010, había alrededor
de 13 millones de clientes de microcrédito en la región, con una cartera del
orden de los US$ 15 mil millones y unas 700 instituciones bajo el radar del
banco.
Se refirió
también al potencial del sector y estimó que unas 77 millones de
empresas-familias (bajo esta caracterización se acordó reconocer al tipo de
cliente promedio) podrían ser clientes de esta industria. Esto habla de una
población desasistida bastante grande: en la actualidad se estaría llegando a
apenas un 15% del potencial, considerando sólo al microcrédito entre una gama de
servicios financieros.
Navajas
circunscribió la idea de “plaga” y dijo que también podrían verse estas
cuestiones como “retos” u “oportunidades”. Lo que se trata, explicó, es de
poner el dedo en la llaga sobre algunos aspectos críticos que, con el crecimiento
acelerado de las microfinanzas en los últimos años, conviene atender.
No Pago
El primero
de los puntos tratados fue sobre el movimiento “No Pago” y las experiencias
conflictivas vividas con clientes sobreendeudados en Bolivia primero (comienzos
de la década de 2000) y Nicaragua después (2008-2009, con repercusiones al día
de hoy). El experto del Fomin señaló tres factores comunes a ambas situaciones:
algún shock externo que afectó los ingresos de los clientes, cierta saturación
en la competencia y relajación de los estándares crediticios.
La
respuesta de qué hacer frente a estas situaciones depende en gran medida del
contexto de cada país, explicó Navajas. Pero dijo que es importante lo que se
hizo en Bolivia, de dar énfasis desde la regulación a la transparencia y la
protección del cliente, así como un tratamiento y negociación con los deudores
uno a uno. Se mostró optimista en que la nueva ley de microfinanzas en
Nicaragua pueda resolver el conflicto por esta vía.
Algunos de
las preguntas apuntaron a si el “No Pago” podría ser una situación que se
repita en el futuro. Navajas sostuvo que es difícil predecir, pero adelantó que
en el próximo Foro Interamericano de la Microempresa (Foromic, que comienza el 10 de octubre
en San José de Costa Rica) se presentarán estudios recientes sobre indicadores
de alerta temprana de sobreendeudamiento crónico en un país (habló también de
algunas prácticas saludables implementadas en Perú).
Medición de
impacto
Otro tema
controvertido: cómo evaluar efectivamente si las microfinanzas reducen la
pobreza o no. Se mencionó la posición francamente escéptica de teóricos como
Milford Bateman. Navajas sugirió cautela en este tema y dijo que los estudios
de impacto en la región son relativamente recientes, que datan de 2006. Y que
además son muy específicos, al evaluar ciertas tecnologías con cierto tipo de
clientes.
El experto advirtió
sobre las generalizaciones que se puedan hacer a partir de mediciones
específicas y anticipó que el BID promoverá investigaciones en la región.
Costo del
microcrédito
Respecto al
polémico tema de las tasas de interés, Navajas también sugirió prudencia y
parámetros de comparación homogéneos dentro de cada país. Dijo que la
comparación debe establecerse analizando las tasas promedio del sector
financiero en un país determinado.
Señaló que
hay evidencias de que las tasas de los microcréditos tienden a bajar y
parecerse a los valores de las tasas en créditos convencionales, a medida que
el sector madura y las microfinanzas se integran al sistema financiero.
En tal
sentido, expresó su confianza en que las tasas de los microcréditos de México
(donde llegan a un 70%, contra un 18-20% del sector financiero, según aportó el
propio Navajas) podrán ir descendiendo en la medida que se incremente la
competencia y se sumen nuevos actores al mercado.
Metodologías
– Modelos de negocio
En este
tópico -que también concitó importantes aportes de los foristas, mencionados a
lo largo del debate-, Navajas puso el énfasis sobre las malas experiencias y lo
que no se recomienda como práctica. Dijo que no adaptar las tecnologías de
crédito al tipo de cliente ha llevado a más de un fracaso, como usar un scoring
de crédito de consumo para un cliente de microfinanzas.
Mencionó el
estudio, financiado por el BID, Lo bueno de lo malo en microfinanzas.
Lecciones aprendidas de experiencias fallidas en América Latina (Beatriz
Marulanda, Lizbeth Fajury, Mariana Paredes y Franz Gómez, 2010), donde
sobresalen tres factores: fallas en las metodologías crediticias,
desconocimiento del sector (el tipo de cliente, el tipo de actividad que
realiza) y fallas de diseño organizacional.
Fin social
vs Lucro
Debate de
gran actualidad para la industria, Navajas comenzó sosteniendo la
inconveniencia de analizarlo en términos de “blanco o negro”. En cambio, dijo
que en los últimos años ingresaron nuevos y diversos actores al sector. Y que
lo que se trata es de intentar armonizar distintos intereses.
Frente al
temor a los advenedizos -expuesto por algunos de los comentaristas del foro- el
especialista del BID planteó la necesidad de no descuidar el compromiso con la
misión social de las microfinanzas y que las incursiones tengan perspectiva de
largo plazo (no el fenómeno de “puerta revolvente”). Ante una intervención
similar, donde se preguntó sobre el riesgo de un crecimiento descontrolado
producto del arribo de capitales, Navajas prefirió enfatizar en la necesidad de
una mayor institucionalidad en la industria.
Los últimos
minutos de la conversación fueron dedicados a algunos de los temas que tendrán
mayor espacio en el próximo Foromic, como el de experiencias exitosas de
ampliación de servicios financieros al ámbito rural.
Publiqué
este artículo el 29 de septiembre de 2011 en MicroDinero
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