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martes, 3 de marzo de 2015

Las "siete plagas" de las microfinanzas en América Latina


(Textos recobrados de MicroDinero) El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) concretó este miércoles el debate virtual en torno a “¿Cómo mitigar las ‘siete plagas’ del sector microfinanciero?”, con la participación de foristas de distintos países latinoamericanos y la orientación de Sergio Navajas, especialista senior de la Unidad de Acceso al Financiamiento del Fondo Multilateral de Inversiones (Fomin).

Sergio Navajas
La dinámica se planteó a partir de una serie de posts en un blog de microfinanzas -alojado en la página web del BID-, que sirvieron como disparadores para los comentarios y preguntas hechas en general por profesionales y representantes de instituciones microfinancieras de la región. La participación del público llevó incluso a reagrupar los tópicos inicialmente propuestos en tres grandes áreas: lo que es de interés para donantes e inversores, lo que atañe a gobiernos nacionales y reguladores y finalmente lo que compete a directivos de IMFs.

Bajo esta reformulación, tuvo lugar la sesión donde Navajas respondió inquietudes y profundizó el análisis sobre las cuestiones propuestas. La exposición fue moderada por el especialista en comunicaciones del BID, en Washington, Peter Bate, y se pudo seguir en vivo a través de la página de Facebook del banco.

A modo de introducción y contextualización, Navajas brindó algunos datos sobre la magnitud de la industria microfinanciera en América Latina. Dijo que a partir del seguimiento que hace el BID se estima que, a fines de 2010, había alrededor de 13 millones de clientes de microcrédito en la región, con una cartera del orden de los US$ 15 mil millones y unas 700 instituciones bajo el radar del banco.

Se refirió también al potencial del sector y estimó que unas 77 millones de empresas-familias (bajo esta caracterización se acordó reconocer al tipo de cliente promedio) podrían ser clientes de esta industria. Esto habla de una población desasistida bastante grande: en la actualidad se estaría llegando a apenas un 15% del potencial, considerando sólo al microcrédito entre una gama de servicios financieros.

Navajas circunscribió la idea de “plaga” y dijo que también podrían verse estas cuestiones como “retos” u “oportunidades”. Lo que se trata, explicó, es de poner el dedo en la llaga sobre algunos aspectos críticos que, con el crecimiento acelerado de las microfinanzas en los últimos años, conviene atender.

No Pago

El primero de los puntos tratados fue sobre el movimiento “No Pago” y las experiencias conflictivas vividas con clientes sobreendeudados en Bolivia primero (comienzos de la década de 2000) y Nicaragua después (2008-2009, con repercusiones al día de hoy). El experto del Fomin señaló tres factores comunes a ambas situaciones: algún shock externo que afectó los ingresos de los clientes, cierta saturación en la competencia y relajación de los estándares crediticios.

La respuesta de qué hacer frente a estas situaciones depende en gran medida del contexto de cada país, explicó Navajas. Pero dijo que es importante lo que se hizo en Bolivia, de dar énfasis desde la regulación a la transparencia y la protección del cliente, así como un tratamiento y negociación con los deudores uno a uno. Se mostró optimista en que la nueva ley de microfinanzas en Nicaragua pueda resolver el conflicto por esta vía.

Algunos de las preguntas apuntaron a si el “No Pago” podría ser una situación que se repita en el futuro. Navajas sostuvo que es difícil predecir, pero adelantó que en el próximo Foro Interamericano de la Microempresa (Foromic, que comienza el 10 de octubre en San José de Costa Rica) se presentarán estudios recientes sobre indicadores de alerta temprana de sobreendeudamiento crónico en un país (habló también de algunas prácticas saludables implementadas en Perú).

Medición de impacto

Otro tema controvertido: cómo evaluar efectivamente si las microfinanzas reducen la pobreza o no. Se mencionó la posición francamente escéptica de teóricos como Milford Bateman. Navajas sugirió cautela en este tema y dijo que los estudios de impacto en la región son relativamente recientes, que datan de 2006. Y que además son muy específicos, al evaluar ciertas tecnologías con cierto tipo de clientes.

El experto advirtió sobre las generalizaciones que se puedan hacer a partir de mediciones específicas y anticipó que el BID promoverá investigaciones en la región.

Costo del microcrédito

Respecto al polémico tema de las tasas de interés, Navajas también sugirió prudencia y parámetros de comparación homogéneos dentro de cada país. Dijo que la comparación debe establecerse analizando las tasas promedio del sector financiero en un país determinado.

Señaló que hay evidencias de que las tasas de los microcréditos tienden a bajar y parecerse a los valores de las tasas en créditos convencionales, a medida que el sector madura y las microfinanzas se integran al sistema financiero.

En tal sentido, expresó su confianza en que las tasas de los microcréditos de México (donde llegan a un 70%, contra un 18-20% del sector financiero, según aportó el propio Navajas) podrán ir descendiendo en la medida que se incremente la competencia y se sumen nuevos actores al mercado.

Metodologías – Modelos de negocio

En este tópico -que también concitó importantes aportes de los foristas, mencionados a lo largo del debate-, Navajas puso el énfasis sobre las malas experiencias y lo que no se recomienda como práctica. Dijo que no adaptar las tecnologías de crédito al tipo de cliente ha llevado a más de un fracaso, como usar un scoring de crédito de consumo para un cliente de microfinanzas.

Mencionó el estudio, financiado por el BID, Lo bueno de lo malo en microfinanzas. Lecciones aprendidas de experiencias fallidas en América Latina (Beatriz Marulanda, Lizbeth Fajury, Mariana Paredes y Franz Gómez, 2010), donde sobresalen tres factores: fallas en las metodologías crediticias, desconocimiento del sector (el tipo de cliente, el tipo de actividad que realiza) y fallas de diseño organizacional.

Fin social vs Lucro

Debate de gran actualidad para la industria, Navajas comenzó sosteniendo la inconveniencia de analizarlo en términos de “blanco o negro”. En cambio, dijo que en los últimos años ingresaron nuevos y diversos actores al sector. Y que lo que se trata es de intentar armonizar distintos intereses.

Frente al temor a los advenedizos -expuesto por algunos de los comentaristas del foro- el especialista del BID planteó la necesidad de no descuidar el compromiso con la misión social de las microfinanzas y que las incursiones tengan perspectiva de largo plazo (no el fenómeno de “puerta revolvente”). Ante una intervención similar, donde se preguntó sobre el riesgo de un crecimiento descontrolado producto del arribo de capitales, Navajas prefirió enfatizar en la necesidad de una mayor institucionalidad en la industria.

Los últimos minutos de la conversación fueron dedicados a algunos de los temas que tendrán mayor espacio en el próximo Foromic, como el de experiencias exitosas de ampliación de servicios financieros al ámbito rural.


Publiqué este artículo el 29 de septiembre de 2011 en MicroDinero

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