(Mundo Microfinanzas) Una actividad transmitida de generación en generación, durante 60 años, marca la trayectoria del agricultor gaúcho Charles Venturin, cultivador de las más diversas especies de uva de mesa en su propiedad de 26 hectáreas, en Caxias do Sul, en el estado de Río Grande do Sul, en el sur brasileño. La empresa Venturin Uvas Finas introdujo una novedad en el mercado: una técnica de preservación del medio ambiente que redujo en un 80% la aplicación de agrotóxicos y otros insumos agrícolas. Con ello la propiedad disminuyó también el uso de gasoil en tractores pulverizadores. Menos gastos, más ganancias.
Sebrae |
En 1996,
después de un gran perjuicio en la cosecha, Charles buscó inspiración en el
cultivo de frutillas para procurar revertir las pérdidas. Cubrió cada hilera de
parra con una lona maleable, de plástico lechoso. Tras seis años de tentativas
y yerros, el resultado obtenido fue una uva de mayor calidad, de coloración más
acentuada y un grano uniforme, con mayor tenor de azúcar. Hace tres años que
Venturin no usa más ningún insecticida o acaricida en su parral. “Produzco una
uva ecológicamente correcta”, afirma Charles, según un reporte difundido esta
semana por la Agencia Sebrae Noticias.
La
producción gira en torno a las 30 toneladas de uva de mesa. Cerca del 60% son
vendidas en la propiedad, en tanto que el resto se destina al mercado regional.
El kilo de fruta es vendido a 5,10 reales (US$ 2,5). Charles también produce,
anualmente, 90 toneladas de uva para vino, comercializadas a 0,57 reales el
kilo (US$ 0,27). Ambas actividades reditúan actualmente unos 280 mil reales
(US$ 137 mil).
El
agricultor gaúcho recuerda que las capacitaciones ofrecidas por el Servicio Brasileño de Apoyo a la Micro y Pequeña Empresa (Sebrae) fueron decisivas
para la orientación de su negocio. Tomó parte del curso conocido como 5S, que
trabaja por la calidad total con conciencia ambiental, además de enfocarse en
la organización de la empresa. “Mi producción está en un rumbo cierto, gracias
a la consultoría de los técnicos del Sebrae”, reconoce.
Además de
eso, la familia aprendió a hacer recolección selectiva de residuos y devolver a
los proveedores los envases de agrotóxicos usados en la pulverización contra
las plagas. “Pequeños actos que hacen toda una diferencia”, afirma Charles. Las
acciones redundaron en un aumento de lucro para la familia. “Nuestro camino es
ser cada vez más sustentable para crecer cada día más”, planea el agricultor.
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