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miércoles, 22 de abril de 2015

Sobre los topes a las utilidades en microfinanzas


(Textos recobrados de MicroDinero) En consonancia con el paper del CGAP difundido esta semana -firmado por los expertos Greg Chen, Stephen Rasmussen, Xavier Reille y Daniel Rozas y titulado Indian Microfinance Goes Public- la analista Eva Pereira, desde un blog de la revista norteamericana Forbes, evaluó el giro que está tomando la industria microfinanciera global, ostensiblemente expuesto con la oferta pública inicial (IPO) de SKS en la bolsa de la India.

Eva Pereira
Así como los consultores del CGAP consideran que la comercialización de SKS marca una “transición crítica”, Pereira propone, desde el título de su artículo, un reexamen de la misión que tradicionalmente se le asignó a las microfinanzas como respuesta a las necesidades de financiación de los pobres (Re-Examining The Microfinance Mission: Should Interest Rates Be Capped?).

El artículo parte de la cuestión de las tasas de interés (¿es necesario fijarles un tope?, se pregunta el título). Y el disparador de la pregunta, según explicita la autora, fue un panel realizado el 14 de septiembre, organizado por el Microfinance Club de Nueva York (MFCNY), en el que procuraron responder al interrogante cuatro especialistas provenientes de al menos dos campos bien diferenciados: Camilla Nestor, vicepresidente de programas de microfinanzas de Grameen Foundation, y Chuck Waterfield, CEO y presidente de MFTransparency, en representación de organizaciones sin fines de lucro, por un lado; y Brian Cox, CEO de MFX Solutions y Michael Edberg, director de inversiones en MicroVest Capital Management, representando los intereses comerciales de las microfinanzas, por otro.

Pereira introduce el artículo mencionando que el debate ético sobre las super-ganancias a partir de créditos a los pobres se agudiza a partir del éxito rotundo de la IPO de SKS, la mayor microfinanciera de la India, que recaudó US$ 358 millones de inversores institucionales e independientes. Originalmente lanzada como organización sin fines de lucro, la firma fundada por el indo-estadounidense Vikram Akula fue ampliando su escala y tamaño hasta adoptar el modelo comercial.

La mayor preocupación que despierta esta tendencia viene, naturalmente, de quienes están enfocados a la misión social de las microfinanzas, una actividad desarrollada como respuesta al mainstream financiero, que falló en la provisión de finanzas a los pobres.

Desde la perspectiva de las ONGs, señala la autora del artículo, los modelos for-profit han venido a pervertir el movimiento microfinanciero. Las altas tasas de interés son percibidas en dirección opuesta a la filosofía original establecida por Muhammad Yunus en Bangladesh, en la década del ’70. Consideran que las empresas ponen los intereses de los accionistas por encima de sus clientes. Argumentan también que los créditos a este segmento considerado no bancarizado (o mejor, no bancarizable) debido a los lugares geográficos remotos donde vive o por su estado de pobreza, son repelidos bajo este modelo rentístico. Como consecuencia de las expectativas de rédito de los inversores, las compañías pondrán foco en prestatarios establecidos en mercados consolidados antes que invertir en la expansión de las fronteras microfinancieras hacia las regiones sub-asistidas y más riesgosas. Una preocupación adicional se refiere a la falta de un cuerpo regulatorio para la industria que demande transparencia, monitoree prácticas de crédito abusivas y asegure educación financiera. Hasta ahí los argumentos de la rama “fundacional”, principista de las microfinanzas.

El sector for-profit de la industria adopta otra postura. Ellos arguyen que las altas tasas de interés se justifican, ya que permiten una operación sostenible, capaz de alcanzar escala más fácilmente que el modelo sin fines de lucro. También sostienen que las tasas, vistas en el contexto de la región que se sirve, son más bajas que las cargadas por prestamistas informales. Tasas más altas además incrementan los márgenes de ganancia que atraen a inversores y, eventualmente, a competidores. Su argumento es que hay un fondo significativamente más importante de dinero disponible entre inversores que buscan retornos, que entre donantes indiferentes a la rentabilidad. Finalmente, afirman que con márgenes incrementados, las compañías de microfinanzas pueden reinvertir en el desarrollo de nuevos productos, atendiendo a una miríada de necesidades de la población pobre.

Así se plantean los dos modelos en el artículo de Pereira.

La autora refiere luego a los orígenes de la industria. La historia del Grameen Bank en Bangladesh dando créditos a unos 7,5 millones de personas, con activos por US$ 1.000 millones. El caso de ACCION en Recife, Brasil, convertida hoy en una organización sin fines de lucro que sirve a 8 millones de clientes en todo el mundo, desembolsando un total de US$ 31 mil millones en microcréditos.

Pero aquello que nació imbuido de una razón eminentemente social, se desarrolló a través de los años. El movimiento ha devenido global, estimándose que hay 10 mil instituciones de microfinanzas en todo el mundo. Desde los ’70, habrían emergido tres tipos de modelos de inversión en microfinanzas, explica la autora:

- Fondos de desarrollo de microfinanzas: operan como non-profits, buscando retorno social sobre sus créditos;

- Fondos de inversión en microfinanzas con objetivo dual: buscan tanto retornos sociales como financieros , conocidos como “double bottom line”;

- Fondos comerciales: el paso final en la evolución de la industria.

¿Deben ponerse topes a las tasas?

Luego de esta introducción histórico-analítica, la autora se enfoca en la cuestión de las tasas de interés. Se trata, afirma, de un dilema moral que está afrontando la industria. Desde el ingreso de prestamistas comerciales, los modelos basados en donantes han criticado las altas tasas que cobran estos nuevos actores. Sumado a ello, han encontrado particularmente controvertible la generación de beneficios a partir de las emisiones a bolsa, como la de SKS.

Pero recuerda que fue un banco mexicano el primer caso testigo para analizar esta cuestión: Banco Compartamos. Originalmente concebido como sin fines de lucro, en 1990, una década después adoptó el modelo for-profit, en un esfuerzo por ampliar su escala. En 2007 se estableció como banco de microfinanzas que cotiza en bolsa, llegando a recaudar US$ 458 millones. Según recuerda Pereira, cuando se supo que al mismo tiempo que lanzaba su IPO Compartamos cargaba los créditos con un interés anual de alrededor del 86%, más de uno acusó a la entidad de usuraria. La operación mereció de parte de Yunus, y los considerados “fundadores” del microcrédito, ásperas invectivas.

Sin embargo, matiza la analista de Forbes, cuando uno ve el contexto del mercado mexicano, las tasas de Compartamos demuestran ser más bajas que los estándares de préstamo locales, que llegan hasta cobrar tasas del 175%. Desde la IPO de 2007, agrega, las tasas de interés del banco han ido continuamente en baja, reflejando una combinación de competencia creciente y eficiencia estructural.

Conclusiones

La autora concluye que, si bien la preocupación por las tasas de interés en microfinanzas comerciales es legítima, su rol en la industria es algo importante. Los prestamistas que buscan beneficios permitirán a la industria elevar la escala, para lo cual se recurre a los mercados de capital global. Un documento del Deutsche Bank -cita- revela que sólo una fracción de la demanda global de microcréditos está asistida. Se estima que mientras el monto actual de microcréditos roza los US$ 25 mil millones, otros 250 mil millones adicionales serían necesarios en orden a satisfacer la demanda global. Los prestamistas comerciales proveen acceso a vastos fondos de capital que no pueden ser equiparados por los modelos basados en donantes. Adicionalmente, el éxito de prestamistas comerciales atraerá a competidores, que eventualmente presionarán por una baja en las tasas de interés.

Finalmente, Pereira destaca el problema de la transparencia. Mirando hacia adelante, la transparencia tendrá que asumir un rol importante en la industria, a fin de conservar la confianza entre quienes estén a ambos lados de la ecuación. Sea a través de mecanismos de auto-regulación, o bien a través de marcos regulatorios, la transparencia -crucial para mantener la integridad de la industria- tiene que ser rigurosamente cumplida.

Publiqué este artículo el 2 de octubre de 2010 en MicroDinero


Nota del Editor: La referencia para el documento del CGAP mencionado, en español, es Las microfinanzas indias salen a cotización: la oferta pública inicial de SKS (CGAP, Enfoques Nº 65, por Greg Chen, Stephen Rasmussen, Xavier Reille y Daniel Rozas, Septiembre de 2010, Washington DC)

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