(Textos
recobrados de MicroDinero) En consonancia con el paper del CGAP difundido esta
semana -firmado por los expertos Greg Chen, Stephen Rasmussen, Xavier Reille y
Daniel Rozas y titulado Indian Microfinance Goes Public- la analista Eva
Pereira, desde un blog de la revista norteamericana Forbes, evaluó el giro que
está tomando la industria microfinanciera global, ostensiblemente expuesto con
la oferta pública inicial (IPO) de SKS en la bolsa de la India.
Eva Pereira |
Así como
los consultores del CGAP consideran que la comercialización de SKS marca una
“transición crítica”, Pereira propone, desde el título de su artículo, un
reexamen de la misión que tradicionalmente se le asignó a las microfinanzas
como respuesta a las necesidades de financiación de los pobres (Re-Examining The Microfinance Mission: Should Interest Rates Be Capped?).
El artículo
parte de la cuestión de las tasas de interés (¿es necesario fijarles un tope?,
se pregunta el título). Y el disparador de la pregunta, según explicita la
autora, fue un panel realizado el 14 de septiembre, organizado por el
Microfinance Club de Nueva York (MFCNY), en el que procuraron responder al
interrogante cuatro especialistas provenientes de al menos dos campos bien
diferenciados: Camilla Nestor, vicepresidente de programas de microfinanzas de
Grameen Foundation, y Chuck Waterfield, CEO y presidente de MFTransparency, en
representación de organizaciones sin fines de lucro, por un lado; y Brian Cox,
CEO de MFX Solutions y Michael Edberg, director de inversiones en MicroVest Capital Management, representando los intereses comerciales de las
microfinanzas, por otro.
Pereira
introduce el artículo mencionando que el debate ético sobre las super-ganancias
a partir de créditos a los pobres se agudiza a partir del éxito rotundo de la
IPO de SKS, la mayor microfinanciera de la India, que recaudó US$ 358 millones
de inversores institucionales e independientes. Originalmente lanzada como
organización sin fines de lucro, la firma fundada por el indo-estadounidense
Vikram Akula fue ampliando su escala y tamaño hasta adoptar el modelo comercial.
La mayor
preocupación que despierta esta tendencia viene, naturalmente, de quienes están
enfocados a la misión social de las microfinanzas, una actividad desarrollada
como respuesta al mainstream financiero, que falló en la provisión de finanzas
a los pobres.
Desde la
perspectiva de las ONGs, señala la autora del artículo, los modelos for-profit
han venido a pervertir el movimiento microfinanciero. Las altas tasas de
interés son percibidas en dirección opuesta a la filosofía original establecida
por Muhammad Yunus en Bangladesh, en la década del ’70. Consideran que las
empresas ponen los intereses de los accionistas por encima de sus clientes.
Argumentan también que los créditos a este segmento considerado no bancarizado
(o mejor, no bancarizable) debido a los lugares geográficos remotos donde vive
o por su estado de pobreza, son repelidos bajo este modelo rentístico. Como
consecuencia de las expectativas de rédito de los inversores, las compañías
pondrán foco en prestatarios establecidos en mercados consolidados antes que
invertir en la expansión de las fronteras microfinancieras hacia las regiones
sub-asistidas y más riesgosas. Una preocupación adicional se refiere a la falta
de un cuerpo regulatorio para la industria que demande transparencia, monitoree
prácticas de crédito abusivas y asegure educación financiera. Hasta ahí los
argumentos de la rama “fundacional”, principista de las microfinanzas.
El sector
for-profit de la industria adopta otra postura. Ellos arguyen que las altas
tasas de interés se justifican, ya que permiten una operación sostenible, capaz
de alcanzar escala más fácilmente que el modelo sin fines de lucro. También
sostienen que las tasas, vistas en el contexto de la región que se sirve, son
más bajas que las cargadas por prestamistas informales. Tasas más altas además
incrementan los márgenes de ganancia que atraen a inversores y, eventualmente,
a competidores. Su argumento es que hay un fondo significativamente más
importante de dinero disponible entre inversores que buscan retornos, que entre
donantes indiferentes a la rentabilidad. Finalmente, afirman que con márgenes
incrementados, las compañías de microfinanzas pueden reinvertir en el
desarrollo de nuevos productos, atendiendo a una miríada de necesidades de la
población pobre.
Así se
plantean los dos modelos en el artículo de Pereira.
La autora
refiere luego a los orígenes de la industria. La historia del Grameen Bank en
Bangladesh dando créditos a unos 7,5 millones de personas, con activos por US$
1.000 millones. El caso de ACCION en Recife, Brasil, convertida hoy en una
organización sin fines de lucro que sirve a 8 millones de clientes en todo el
mundo, desembolsando un total de US$ 31 mil millones en microcréditos.
Pero
aquello que nació imbuido de una razón eminentemente social, se desarrolló a
través de los años. El movimiento ha devenido global, estimándose que hay 10
mil instituciones de microfinanzas en todo el mundo. Desde los ’70, habrían
emergido tres tipos de modelos de inversión en microfinanzas, explica la autora:
- Fondos de
desarrollo de microfinanzas: operan como non-profits, buscando retorno social
sobre sus créditos;
- Fondos de
inversión en microfinanzas con objetivo dual: buscan tanto retornos sociales
como financieros , conocidos como “double bottom line”;
- Fondos
comerciales: el paso final en la evolución de la industria.
¿Deben
ponerse topes a las tasas?
Luego de
esta introducción histórico-analítica, la autora se enfoca en la cuestión de
las tasas de interés. Se trata, afirma, de un dilema moral que está afrontando
la industria. Desde el ingreso de prestamistas comerciales, los modelos basados
en donantes han criticado las altas tasas que cobran estos nuevos actores.
Sumado a ello, han encontrado particularmente controvertible la generación de
beneficios a partir de las emisiones a bolsa, como la de SKS.
Pero
recuerda que fue un banco mexicano el primer caso testigo para analizar esta
cuestión: Banco Compartamos. Originalmente concebido como sin fines de lucro,
en 1990, una década después adoptó el modelo for-profit, en un esfuerzo por
ampliar su escala. En 2007 se estableció como banco de microfinanzas que cotiza
en bolsa, llegando a recaudar US$ 458 millones. Según recuerda Pereira, cuando
se supo que al mismo tiempo que lanzaba su IPO Compartamos cargaba los créditos
con un interés anual de alrededor del 86%, más de uno acusó a la entidad de
usuraria. La operación mereció de parte de Yunus, y los considerados
“fundadores” del microcrédito, ásperas invectivas.
Sin
embargo, matiza la analista de Forbes, cuando uno ve el contexto del mercado
mexicano, las tasas de Compartamos demuestran ser más bajas que los estándares
de préstamo locales, que llegan hasta cobrar tasas del 175%. Desde la IPO de
2007, agrega, las tasas de interés del banco han ido continuamente en baja,
reflejando una combinación de competencia creciente y eficiencia estructural.
Conclusiones
La autora
concluye que, si bien la preocupación por las tasas de interés en microfinanzas
comerciales es legítima, su rol en la industria es algo importante. Los
prestamistas que buscan beneficios permitirán a la industria elevar la escala,
para lo cual se recurre a los mercados de capital global. Un documento del
Deutsche Bank -cita- revela que sólo una fracción de la demanda global de
microcréditos está asistida. Se estima que mientras el monto actual de
microcréditos roza los US$ 25 mil millones, otros 250 mil millones adicionales
serían necesarios en orden a satisfacer la demanda global. Los prestamistas
comerciales proveen acceso a vastos fondos de capital que no pueden ser
equiparados por los modelos basados en donantes. Adicionalmente, el éxito de
prestamistas comerciales atraerá a competidores, que eventualmente presionarán
por una baja en las tasas de interés.
Finalmente,
Pereira destaca el problema de la transparencia. Mirando hacia adelante, la
transparencia tendrá que asumir un rol importante en la industria, a fin de
conservar la confianza entre quienes estén a ambos lados de la ecuación. Sea a
través de mecanismos de auto-regulación, o bien a través de marcos
regulatorios, la transparencia -crucial para mantener la integridad de la
industria- tiene que ser rigurosamente cumplida.
Publiqué
este artículo el 2 de octubre de 2010 en MicroDinero
Nota del
Editor: La referencia para el documento del CGAP mencionado, en español, es Las microfinanzas indias salen a cotización: la oferta pública inicial de SKS
(CGAP, Enfoques Nº 65, por Greg Chen, Stephen Rasmussen, Xavier Reille y Daniel
Rozas, Septiembre de 2010, Washington DC)
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