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jueves, 23 de abril de 2015

"El microcrédito en Bangladesh ha sido utilizado como negocio en tándem con el capital global"

Activista y profesor de la Jahangirnagar University, Anu Muhammad
(foto: Shahidul Alam/Drik/Majority World)

(Textos recobrados de MicroDinero) Anu Muhammad es un renombrado académico bangladesí, de filiación marxista, que se desempeña como profesor en el Departamento de Ciencias Económicas de la Jahangirnagar University, de Dhaka. Además es secretario general del Comité Nacional para la Protección del Petróleo, el Gas, los Recursos Minerales y Puertos. Junto al Comité, cumplió un rol instrumental en el éxito del llamado Phulbari Movement contra la explotación de una mina a cielo abierto por parte de una compañía británica (en 2006). Es autor de más de veinte libros sobre globalización, transformación social y de género, ONGs y energía.

Los siguientes párrafos aparecieron por primera vez en una entrevista realizada por Manoranjan Pegu, publicada en el portal indio Radical Notes. El 28 de diciembre pasado se autorizó su reproducción en el International Journal of Socialist Renewal. Durante la conversación, Anu Muhammad habla sobre la trayectoria político-económica de Bangladesh en el contexto de la globalización capitalista.

Extraemos a continuación parte de esta extensa entrevista, principalmente aquellas opiniones que puedan aportar elementos, desde su visión crítica, al debate actual en Bangladesh -pero de repercusión global- sobre el Grameen Bank y el papel del microcrédito en la lucha contra la pobreza.

“Dentro del sistema capitalista global, Bangladesh puede ser considerada como una economía capitalista periférica. Estamos experimentando un fenómeno donde la situación de países periféricos como Bangladesh se revela de una forma muy diferente a las definiciones estandarizadas. Prácticamente opera bajo un ‘super-estado’, que es el marco de la estructura de poder capitalista global. Las políticas que el gobierno intenta implementar son en gran medida formuladas fuera de la órbita nacional e incluso al margen del conocimiento público. Las políticas se formulan bajo diferentes proyectos apoyados por el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional (FMI), el departamento británico de desarrollo internacional (DFID), la agencia estadounidense de desarrollo internacional (Usaid) y organizaciones de Naciones Unidas. Encontramos la presencia de consultores de estas agencias en cada proyecto y proceso político, respecto a los cuales huelga decir que son favorables a intereses corporativos (…) Estos burócratas, consultores, medios de comunicación y clases dirigentes se han convertido en un pilar fundamental del capital global y tratan de racionalizar el acaparamiento de recursos comunes bajo el término ‘desarrollo’”.

“En 1971, después de la independencia del país, la promesa era diferente. Se esperaba que Bangladesh tomara una ruta diferente hacia el desarrollo. Pero aquella promesa y esperanza sólo se mantuvo por un breve período. Como la posición de los Estados Unidos había sido hostil hacia la guerra de liberación de Bangladesh, la clase política, apenas concretada la independencia, no fue favorable a los intereses norteamericanos. Aquel Banco Mundial y el FMI estaban en una situación inestable. Después de 1973-74, la posición del gobierno comenzó a cambiar, tornándose proclive al gobierno de EE.UU a nivel global y al incremento de riquezas a nivel local. En 1973, el Banco Mundial y el FMI reingresan a la región y las relaciones con el gobierno de Estados Unidos también comienzan a cambiar. Después de 1975, este proceso se fortalece bajo el gobierno militar y se afianza durante la década del ’80 bajo otro régimen militar. Esta década fue muy importante en el establecimiento de la presente dirección económica de Bangladesh. Durante este período, se sincronizaron los programas neoliberales, haciéndose visibles a escala global. Regímenes conservadores estaban en el poder en Gran Bretaña, con Margaret Thatcher, y en Estados Unidos con Ronald Reagan. Todos los neoliberales lograron hacer valer su poder a nivel mundial mediante la agresión militar y/o instituciones financieras. Durante este mismo período, los programas de ajuste estructural elaborados por el Banco Mundial y el FMI se impusieron a las economías periféricas. Bangladesh fue una víctima”.

“En este marco, tenemos que analizar otro fenómeno importante en este período: el sector de las ONGs. El crecimiento de un importante número y red de organizaciones es resultado del fracaso tanto del Estado como del mercado. Las ONGs se hicieron necesarias por el incremento de la pobreza y la desigualdad. Se difundió la creencia de que las ONGs llenarían este vacío y ayudarían a reducir la pobreza y las desigualdades. Después de trabajar por más de tres décadas, hoy está probado que las ONGs fracasaron. Si vemos los números, vemos que hay un deterioro de la pobreza y las desigualdades. En 1995 el porcentaje de gente viviendo bajo la línea de pobreza era del 48% y según reportes del Banco Mundial esa cifra cayó al 40% en 2005, para luego volver a incrementarse hasta el 48% en 2008. Esto significa que la población que vive bajo la línea de pobreza se ha incrementado desde 1995. Sin embargo, un gran número de personas de clase media se involucró con el sector ya como empleados, consultores, proveedores y demás. Muchos referentes de ONGs emergieron como parte de la sección acomodada de la sociedad. Así, los beneficiarios de los programas de reducción de la pobreza, o de microcréditos, etc, no son los pobres sino una parte de la clase media y acaudalada. Con pocas excepciones, la creación de una ONG se transformó en un buen modo de ganar dinero en nombre de los pobres, del medioambiente, de la igualdad de género y/o de los derechos humanos (…). Este crecimiento de las ONGs es también un fenómeno neoliberal, donde las responsabilidades del Estado hacia los ciudadanos se ven rigurosamente reducidas y el mercado asume plena autoridad en cada esfera de la vida. En este modelo, la ONG es un suplemento y un instrumento de la economía de mercado”.

“El microcrédito, en sus diferentes formas, ha sido una práctica de larga data en esta región. El Dr. Muhammad Yunus (Grameen Bank) y Fazle Hasan Abed (Bangladesh Rural Advancement Committe, BRAC) lograron institucionalizarlo y captar la atención global a través de su éxito monetario. Inicialmente, los programas de microcrédito fueron una promesa como paliación de la pobreza; gradualmente sus éxitos mostraron su fuerza en otras áreas. Actualmente, BRAC, Grameen Bank y ASA controlan más del 80 por ciento del mercado de microcrédito. A partir del negocio del microcrédito, estas organizaciones han acumulado un gran capital y han demostrado que el microcrédito puede convertirse en un éxito empresarial. Ellas también se vincularon al capital multinacional. Por caso, la subsidiaria Grameenphone, de Grameen Bank, comenzó sus operaciones en relación al microcrédito, ofreciendo telefonía móvil como producto básico a las prestatarias, a cambio de su pago en cuotas. Su objetivo inicial declarado fue “ayudar a los pobres” y “mitigar la pobreza”, pero ahora Grameenphone se ha convertido en la mayor compañía de Bangladesh, con el 90% de sus usuarios provenientes de sectores urbanos no-pobres. (…) Grameen Bank ha abierto muchos otros negocios, ha desarrollado joint ventures con compañías francesas como Danone y Veolia (una compañía de gestión de servicios de agua), todo en nombre de los pobres. Intel y otras empresas vienen al Grameen Bank para hacer uso de su extensa red de microcrédito. (…) En definitiva, la operación microcrediticia, en su proceso, ha sido exitosamente utilizada como recurso para que grandes negocios se desarrollen en tándem con el capital global”.

“Pero quedan interrogantes: ¿qué fue de los objetivos tan publicitados, por ejemplo, el alivio de la pobreza vía microcrédito? Si uno mira datos duros, compilados por diferentes estudios (no sponsoreados por BRAC o Grameen Bank), se encuentra con que el microcrédito ha generado una nueva trampa de endeudamiento para los pobres. Usted no puede encontrar más de un 5 al 10 por ciento de la gente que pudo cambiar sus condiciones económicas a través del microcrédito. Aquellos que lograron cambiar sus condiciones fueron los que tenían otras fuentes de ingreso (…). Si tomas un crédito, debes cancelarlo mediante cuotas semanales, lo cual significa que debes estar activo, sano y trabajando todo el año, algo que no es posible. De hecho, es imposible para millones de pobres que viven constantemente en condiciones adversas. Si se produce alguna circunstancia desfavorable, se ven obligados a incurrir en mora. Y una vez en mora se crea una cadena, en la que tienes que tomar otro crédito, de otra prestamista/ONG, para lo mismo. El microcrédito vinculó áreas y poblaciones rurales con el mercado, pero lo ha hecho empujándolas a la trampa de una deuda crónica”.

Fuente: 'Development', capitalism, NGOs and people's movements in Bangladesh: an interview with Anu Muhammad, International Journal of Socialist Renewal, 28 de diciembre de 2010.


Publiqué este artículo el 6 de enero de 2011 en MicroDinero

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