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miércoles, 22 de abril de 2015

Hipótesis acerca del sobreendeudamiento en microfinanzas


(Textos recobrados de MicroDinero) La crisis en las microfinanzas de la India ha generado un apasionado debate en torno a las causas que la provocaron. Y un término ha empezado a propagarse como si se tratara de la contraseña para comprender el episodio: sobreendeudamiento.

Sanjay Sinha
Los blogs de destacadas instituciones globales se hacen eco de esta discusión y se convierten en verdaderos foros donde puede seguirse el pulso de la industria, lo que preocupa, lo que moviliza, lo que se argumenta. El blog del CGAP es uno de estos dinámicos centros de opinión: allí el tema del sobreendeudamiento ha atraído la participación de destacados profesionales y analistas de distintas partes del mundo.

Como para aportar algo de estos intercambios hacia el interior de un debate latinoamericano, que ha conocido y puede volver a atravesar escenarios críticos como el de la India, a continuación se presenta la opinión de Sanjay Sinha, gerente general de la agencia de rating de microfinanzas india M-CRIL. Para Sanjay, la solución a la actual coyuntura en Asia pasa por un rediseño de los productos, mejor adaptados a las necesidades de los clientes. Esto conduciría a tasas de crecimiento más moderadas del sector, pero sostenibles y seguras.

Según el directivo de M-CRIL, el debate global en torno al sobreendeudamiento tiende a focalizar como causa las altas tasas de crecimiento. El argumento -explica el analista- es que el crecimiento se obtiene a partir de la escasa responsabilidad de IMFs que quieren hacerse fácilmente de clientes, estimulándolos a tomar crédito y metiéndolos inadvertidamente en problemas. Esto define al sobreendeudamiento como un problema sesgado hacia la oferta.

Indudablemente este fenómeno juega un rol significativo en la creación de sobreendeudamiento, pero sería útil además analizar el problema desde la óptica de la demanda y el diseño del producto, propone Sanjay. Y formula la siguiente pregunta: ¿Hay algo en el diseño del producto que inherentemente incumpla con la demanda y lleve a los clientes de microfinanzas, en los hechos, a ir en detrás de nuevos créditos, a menudo con demasiado éxito, granjeándose así las dificultades?

Por más desmedidas e incluso codiciosas que sean las empresas, señala el autor del artículo, nadie de hecho obliga a la gente a tomar préstamos más allá de su capacidad de repago. Así que debe haber algo más, en las condiciones bajo las cuales la industria opera, que está llevando a los clientes a elegir la asunción de más y más compromisos.

Recuerda Sanjay que una de las consecuencias del crecimiento exponencial de la industria microfinanciera en muchos países de Asia fue que las IMFs tuvieron que contratar a un número cada vez mayor de staff y capacitarlos en períodos de tiempo cada vez más breves a fin de enrolar clientes y desembolsar fondos.

Callejón sin salida

Como resultado de ello, afirma, hubo escaso éxito en inculcar al staff la misión de las microfinanzas de llegar a los pobres y excluidos, y construir relaciones con ellos. La construcción de esta relación es la que permite al personal comprender la vida y los medios de sustento de sus clientes para, de ese modo, apoyarlos cumpliendo con sus necesidades financieras en un marco de servicio. Las IMFs han tenido que limitar recientemente el tamaño de los créditos a niveles excesivamente bajos.

Esto ha llevado a las instituciones a minimizar riesgos reduciendo el tamaño de las cuotas del crédito y bajar costos eliminando tareas, como la de valorar el préstamo. O bien desdeñando las calificaciones y, en virtud de ello, reducir el salario del oficial de crédito. Desafortunadamente, opina Sanjay, esta metodología crediticia ha conducido a las microfinanzas en la India a un callejón sin salida, con la crisis actual del sector -y las no menos dramáticas crisis en otras partes de Asia del sur- como resultado inevitable.

En opinión del analista indio, no debe sorprender que, en última instancia, el resultado del crecimiento haya sido la presión sobre oficiales de crédito para relajar esfuerzos en adquirir clientes e intentar captarlos de otras IMFs. El cliente, insatisfecho con el monto de financiamiento disponible, inevitablemente irá en búsqueda de una multiplicidad de instituciones para alcanzar lo que necesita. Esto ha causado un entorno de micro-circulación que se asemeja a un laboratorio donde una mujer de hogar de bajos ingresos tiene que lidiar con 2 a 5 encuentros con IMFs por semana mientras, al mismo tiempo, maneja el hogar, atiende a su familia y se dedica a su microemprendimiento (traducimos “laboratorio” allí donde el autor usa la expresión hot house, literalmente “invernadero”, suponiendo que el sentido se refiere al clima anómalo donde tiene que desenvolverse esa mujer, ocupada constantemente, como si su temporalidad no conociera las alternancias propias del día y de la noche, o del régimen de las estaciones). Por desgracia, sentencia Sanjay, en procura de obtener “dinero fácil” de varias fuentes, algunos clientes administraron mal sus negocios y, como la gente tiende a hacer en todos los niveles sociales, incurre en sobreendeudamiento.

“La respuesta a este problema es animar a las IMFs a dejar de prestar miserias a la gente y avanzar hacia el financiamiento en serio de la microempresa”, propone el autor. Esto entrañaría, según su visión, una serie de cambios: primero, una determinación real de las necesidades de financiamiento del cliente a través de una correcta valoración del crédito; segundo, la concesión de préstamos mucho más grandes que en la actualidad; y tercero, consecuentemente, la contratación de un staff mejor formado y remunerado, capacitado para actuar correctamente en la evaluación del crédito y solidificar relaciones con los clientes.

“Los mayores costos de esta actividad podrían cubrirse con el mayor tamaño de los créditos pendientes, donde la desaceleración resultante sería además beneficiosa para asegurar una tasa de crecimiento más moderada. Esta solución implica un cambio radical en el modelo negocio microfinanciero (al menos en Asia) pero, dadas las circunstancias, sería algo bueno para las microfinanzas y bueno para la inclusión financiera”, concluye.

Publiqué este artículo el 18 de febrero de 2011 en MicroDinero

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