(Textos
recobrados de MicroDinero) La crisis en las microfinanzas de la India ha
generado un apasionado debate en torno a las causas que la provocaron. Y un
término ha empezado a propagarse como si se tratara de la contraseña para
comprender el episodio: sobreendeudamiento.
Sanjay Sinha |
Los blogs
de destacadas instituciones globales se hacen eco de esta discusión y se
convierten en verdaderos foros donde puede seguirse el pulso de la industria,
lo que preocupa, lo que moviliza, lo que se argumenta. El blog del CGAP es uno
de estos dinámicos centros de opinión: allí el tema del sobreendeudamiento ha
atraído la participación de destacados profesionales y analistas de distintas
partes del mundo.
Como para aportar
algo de estos intercambios hacia el interior de un debate latinoamericano, que ha
conocido y puede volver a atravesar escenarios críticos como el de la India, a
continuación se presenta la opinión de Sanjay Sinha, gerente general de la
agencia de rating de microfinanzas india M-CRIL. Para Sanjay, la solución a la
actual coyuntura en Asia pasa por un rediseño de los productos, mejor adaptados
a las necesidades de los clientes. Esto conduciría a tasas de crecimiento más
moderadas del sector, pero sostenibles y seguras.
Según el
directivo de M-CRIL, el debate global en torno al sobreendeudamiento tiende a
focalizar como causa las altas tasas de crecimiento. El argumento -explica el
analista- es que el crecimiento se obtiene a partir de la escasa
responsabilidad de IMFs que quieren hacerse fácilmente de clientes,
estimulándolos a tomar crédito y metiéndolos inadvertidamente en problemas.
Esto define al sobreendeudamiento como un problema sesgado hacia la oferta.
Indudablemente
este fenómeno juega un rol significativo en la creación de sobreendeudamiento,
pero sería útil además analizar el problema desde la óptica de la demanda y el
diseño del producto, propone Sanjay. Y formula la siguiente pregunta: ¿Hay algo
en el diseño del producto que inherentemente incumpla con la demanda y lleve a
los clientes de microfinanzas, en los hechos, a ir en detrás de nuevos
créditos, a menudo con demasiado éxito, granjeándose así las dificultades?
Por más
desmedidas e incluso codiciosas que sean las empresas, señala el autor del
artículo, nadie de hecho obliga a la gente a tomar préstamos más allá de su
capacidad de repago. Así que debe haber algo más, en las condiciones bajo las
cuales la industria opera, que está llevando a los clientes a elegir la
asunción de más y más compromisos.
Recuerda
Sanjay que una de las consecuencias del crecimiento exponencial de la industria
microfinanciera en muchos países de Asia fue que las IMFs tuvieron que
contratar a un número cada vez mayor de staff y capacitarlos en períodos de
tiempo cada vez más breves a fin de enrolar clientes y desembolsar fondos.
Callejón
sin salida
Como
resultado de ello, afirma, hubo escaso éxito en inculcar al staff la misión de
las microfinanzas de llegar a los pobres y excluidos, y construir relaciones
con ellos. La construcción de esta relación es la que permite al personal
comprender la vida y los medios de sustento de sus clientes para, de ese modo,
apoyarlos cumpliendo con sus necesidades financieras en un marco de servicio. Las
IMFs han tenido que limitar recientemente el tamaño de los créditos a niveles
excesivamente bajos.
Esto ha llevado
a las instituciones a minimizar riesgos reduciendo el tamaño de las cuotas del crédito
y bajar costos eliminando tareas, como la de valorar el préstamo. O bien desdeñando
las calificaciones y, en virtud de ello, reducir el salario del oficial de
crédito. Desafortunadamente, opina Sanjay, esta metodología crediticia ha
conducido a las microfinanzas en la India a un callejón sin salida, con la
crisis actual del sector -y las no menos dramáticas crisis en otras partes de
Asia del sur- como resultado inevitable.
En opinión
del analista indio, no debe sorprender que, en última instancia, el resultado
del crecimiento haya sido la presión sobre oficiales de crédito para relajar
esfuerzos en adquirir clientes e intentar captarlos de otras IMFs. El cliente,
insatisfecho con el monto de financiamiento disponible, inevitablemente irá en
búsqueda de una multiplicidad de instituciones para alcanzar lo que necesita.
Esto ha causado un entorno de micro-circulación que se asemeja a un laboratorio
donde una mujer de hogar de bajos ingresos tiene que lidiar con 2 a 5
encuentros con IMFs por semana mientras, al mismo tiempo, maneja el hogar,
atiende a su familia y se dedica a su microemprendimiento (traducimos
“laboratorio” allí donde el autor usa la expresión hot house, literalmente
“invernadero”, suponiendo que el sentido se refiere al clima anómalo donde
tiene que desenvolverse esa mujer, ocupada constantemente, como si su
temporalidad no conociera las alternancias propias del día y de la noche, o del
régimen de las estaciones). Por desgracia, sentencia Sanjay, en procura de obtener “dinero
fácil” de varias fuentes, algunos clientes administraron mal sus negocios y,
como la gente tiende a hacer en todos los niveles sociales, incurre en
sobreendeudamiento.
“La
respuesta a este problema es animar a las IMFs a dejar de prestar miserias a la
gente y avanzar hacia el financiamiento en serio de la microempresa”, propone
el autor. Esto entrañaría, según su visión, una serie de cambios: primero, una
determinación real de las necesidades de financiamiento del cliente a través de
una correcta valoración del crédito; segundo, la concesión de préstamos mucho
más grandes que en la actualidad; y tercero, consecuentemente, la contratación
de un staff mejor formado y remunerado, capacitado para actuar correctamente en
la evaluación del crédito y solidificar relaciones con los clientes.
“Los
mayores costos de esta actividad podrían cubrirse con el mayor tamaño de los
créditos pendientes, donde la desaceleración resultante sería además
beneficiosa para asegurar una tasa de crecimiento más moderada. Esta solución
implica un cambio radical en el modelo negocio microfinanciero (al menos en
Asia) pero, dadas las circunstancias, sería algo bueno para las microfinanzas y
bueno para la inclusión financiera”, concluye.
Publiqué este artículo el 18 de febrero de 2011 en MicroDinero
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