Modelo británica Naomi Campbell |
(Textos
recobrados de MicroDinero) El escándalo que envolvió en los últimos días a la
modelo británica Naomi Campbell, acusada de haber recibido diamantes de sangre
como regalo del ex presidente liberiano Charles Taylor, volvió a poner sobre el
tapete el problema endémico de muchos países africanos que, ricos en recursos
minerales, carecen de infraestructura económica y social para diversificar su
economía e integrar a la mayoría de la población en la generación y reparto de
la riqueza.
Sierra
Leona es arquetípicamente uno de esos países y una de las primeras víctimas en
las guerras del diamante: la sufrió durante toda la década del ’90 de modo
cruento, al punto que todavía hoy el país busca recuperarse de sus tremendas
consecuencias.
La
microfinanciación aparece aquí, tal vez con más claridad que en otras
geografías, como un factor clave. Si las guerras civiles en África terminan
siendo financiadas por la comercialización sangrienta de minerales (que en
Sierra Leona son diamantes, pero que en otros contextos puede ser, o ha sido,
petróleo, oro o coltán), tal situación sólo puede tener lugar bajo condiciones
de cuasi-esclavitud de la población activa.
Los
determinantes que se han complotado contra la autonomía del sierraleonés tienen
una matriz común: la avidez extractiva de intereses que buscan sacar máximo
provecho de un recurso empecinadamente único y prodigioso.
De ahí que
sea fundamental desarrollar las microfinanzas. No sólo es necesario para
diversificar las fuentes de producción de riqueza, sino también para propender
a una expansión de las iniciativas individuales y comunitarias que permita no
sucumbir ante el yugo de la guerra y el capitalismo salvaje. Y aunque resulte
raro traer a cuento en estas páginas las vicisitudes tribunalicias de una
glamorosa modelo internacional (Taylor está siendo juzgado actualmente en la
Corte de La Haya por crímenes de lesa humanidad durante la guerra civil en
Sierra Leona), no debiera sorprender, en cambio, que las microfinanzas se
postulen como una de las respuestas de determinados países de África occidental
ante lo que podríamos llamar el “affaire Campbell”.
Industria
incipiente
En uno de
los países más pobres del mundo, donde dos tercios de la población viven
condenados a una economía de subsistencia, las microfinanzas apenas han podido
comenzar a emerger luego de la década de la guerra.
Cinco
firmas microfinancieras reportaron datos en 2008 al MIX Market.
Ellas son la Association for Rural Development (ARD, que comenzó como ONG
multisectoral, con 12.600 clientes activos y un portafolio de créditos de US$
1,2 millones); GGEM Microfinance (una ONG que existe desde 1973, pero con
programa específico de microfinanzas desde 2007, 3.114 clientes activos y US$
211.470); LAPO Sierra Leona (7.110 clientes, US$ 642.774); Luma Microfinance
Trust (una IMF fundada en abril de 2008 por dos sierraleoneses en la diáspora,
con 832 clientes y US$ 54.158) y ProCredit Bank Sierra Leona (banco orientado
al desarrollo, del holding alemán ProCredit, 3.473 clientes, US$ 5,7 millones).
Todas estas entidades tienen sede en la capital Freetown.
Publiqué
este artículo el 20 de agosto de 2010 en MicroDinero
Nota del
editor: Charles Taylor fue condenado en mayo de 2012 por la Corte de La Haya a
50 años de cárcel por crímenes de guerra y contra la humanidad cometidos en
Liberia y Sierra Leona. Es el primer jefe de Estado condenado por un tribunal
internacional desde los Juicios de Nüremberg. Campbell declaró como testigo en ese juicio y admitió allí haber recibido "unas piedas pequeñas y sucias" de parte de gente próxima al dictador.
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