(Por Fadi Haddad, Textos
recobrados de MicroDinero) El sector de las microfinanzas enfrenta problemas
cada vez mayores: endeudamiento, morosidad y suicidios masivos de clientes,
como en la India. A los bancos de microcrédito se los considera usureros que
incrementan continuamente las tasas de interés, agregan varios costos al
crédito que el cliente no comprende (a pesar de la existencia de la
organización Microfinance Transparency) y, lo que es más grave, acosan a los
clientes para el reembolso hasta el punto de amenazarlos frente a sus familiares
y vecinos.
Es sin duda
un comportamiento despreciable que se debe mejorar para que las microfinanzas
cumplan su propósito: ayudar a los excluidos del sistema financiero tradicional
a empezar su propio negocio.
Sin
embargo, hay dos factores importantísimos que se deben notar: 1) las IMFs son
bancos que buscan rentabilidad; 2) los clientes de las IMFs no acceden a la
educación, no saben administrar un negocio ni sus propias finanzas y hay muchos
que ni siquiera saben leer.
Si sumamos
los puntos 1 y 2 el resultado es alarmante: un banco que puede abusar de su
cliente sin que este último lo sepa.
Voy a
profundizar el punto 1 porque es delicado. En las microfinanzas existen muchas
ONGs que hacen un trabajo más "social"; no obstante hoy en día los
bancos privados son los líderes en términos de activos prestados y son negocios
solventes que deben generar una rentabilidad para poder mantenerse y crecer.
Puedo
permitirme hacer la comparación entre un banco regular y un banco de microcrédito
porque trabajé en ambos -un banco privado en Suiza y una IMF en Perú-. Y lo
digo con seguridad: la manera de trabajar es la misma en los dos mundos: rentabilidad.
En un banco
privado suizo, los clientes son personas instruidas, principalmente empresarios
que saben cómo gestionar un negocio y sus carteras. Aun así, el banco siempre
intenta encontrar sus debilidades para poder venderles algunos productos financieros
que le brinden una buena rentabilidad. Pero, puesto que los clientes son
educados, la acción del banco se ve limitada naturalmente.
En
microfinanzas los clientes son poco instruidos e, incluso si existieran normas
y regulaciones para proteger a los clientes, las IMFs van a seguir aprovechando
la posición de fuerza que tienen sobre ellos. Es un comportamiento totalmente
normal por parte de un banco cuyo objetivo principal es la rentabilidad.
Fui a la
conferencia anual del Social Performance Task Force a fines de
junio del año pasado para representar a un banco peruano sobre el tema del
desempeño social en las microfinanzas. La conferencia se llevó a cabo en el
hotel más caro de Berna, en Suiza -el país más caro de Europa-. De ahí que la
presencia de las IMFs era muy limitada. Al final, nos encontramos discutiendo
entre europeos y americanos, ante copas de vino fino y algunos sushis frescos,
sobre las diferentes maneras de mejorar el mundo microfinanciero.
La mayor
parte de los participantes era de ONGs, particularmente de las que brindan
servicios de desempeño social a las IMFs en el campo. Los servicios que ofrecen
son programas para medir la pobreza de los clientes, capacitaciones a los
analistas de créditos para que respeten al cliente, lecciones básicas de
finanzas para tratar al cliente como si fuese un rey, etc. Eran solamente 25
IMFs contra más de 40 de esas ONGs "Support and Consultants", que
lavaban sus cerebros con normas y regulaciones de desempeño social. Nótese que ninguna
de las personas de las ONGs con quien hablé había hecho trabajo de campo. Sus experiencias se limitaban a un viaje a
las ciudades para encontrar a los gerentes de las IMFs.
Lo que me
resultó evidente y que nadie pareció comprender es que hay dos percepciones
diferentes de las microfinanzas:
a) En los
países desarrollados, se percibe a las microfinanzas como un concepto social
para ayudar a los pobres en el tercer mundo. Es como una asistencia para el
desarrollo económico brindada de manera privada, razón principal del éxito de
las microfinanzas. Es también una oportunidad de inversión atractiva para los
que quieren aliviar su conciencia en el Norte.
b) En los
países en desarrollo, las microfinanzas son la única manera de tener acceso al
crédito. No se las percibe como una asistencia económica porque los clientes
pagan más del 40% de interés anual. En otras palabras, las microfinanzas en
Perú son el equivalente de las finanzas tradicionales en Europa.
Recuerdo mi
experiencia en el campo en Perú. Cuando empecé, pensé que dejaba el mundo
codicioso de las finanzas en Suiza para trabajar en el desarrollo económico en
un país pobre y ayudar a la gente, que me quedaría agradecida. Sin embargo, lo
que constaté es que la gente nos trataba como banqueros convencionales y no
como salvadores enviados por Dios (a 40% per annum). Lo que estoy diciendo es
que el analista de crédito vestido de colores llamativos, caminando por los
suburbios de Lima, haciendo la promoción de créditos, tiene el mismo trabajo que
la persona que está detrás de su pantalla en Ginebra llamando a sus clientes
para venderles productos financieros.
Pregunté a
todos los analistas de crédito con quienes trabajé en Perú por qué trabajaban
en microfinanzas. Ninguno me respondió que por razones sociales; para ellos es
un trabajo como cualquier otro.
Y es hora
de que los occidentales comprendan eso. No hay que perder más tiempo
capacitando a las IMFs y decirles que sean más sociales y respetuosas del
cliente, porque son negocios con fin de lucro y creo que han entendido la
lección.
Ahora
debemos cambiar nuestra estrategia y trabajar con el cliente. Todas esas ONGs
que atraen cantidades importantes de dinero de donantes deben utilizarlas para
capacitar al cliente, enseñarle las bases de las finanzas, cómo funciona su
préstamo y lo que el banco le está cobrando. Así podría enfrentar a su banco si
se siente abusado y gestionar sus finanzas más eficientemente. Podría también
comprender más claramente las diferencias de precios entre los bancos y elegir
con más seguridad la IMF más adecuada para su préstamo. Se debe además
enseñarles cómo utilizar el préstamo más eficazmente para reducir los riesgos
de morosidad. Este particular “gasto” sería una inversión muy lógica para una
IMF, pero no parecen querer perder tiempo con eso…
Es
necesario reconocer que existe una diferencia de percepción de las
microfinanzas entre el Norte y el Sur para poder empezar a remediar los
problemas crecientes de las microfinanzas.
Capacitar a
los bancos nunca funcionó, recordemos la crisis de 2008-2009 causada por el
comportamiento imprudente y ávido de los bancos más respetados del mundo. Por
eso tenemos que adoptar una nueva estrategia y capacitar a los clientes para
permitir a las microfinanzas seguir apoyando a los pobres del mundo. El cambio
puede venir de ellos y nosotros tenemos la posibilidad de darles ese poder.
El autor es
asesor, investigador en temas de microfinanzas y crédito agrario. Entre su
experiencia profesional, destacamos su trabajo en el banco suizo UBS y como
pasante en la financiera peruana Edyficar, en 2010. Reside en Ginebra.
Este
artículo se publicó originalmente el 25 de febrero de 2011 en MicroDinero
Fadi Haddad, autor de este artículo, junto a niños de la provincia de San Martín, durante su trabajo de campo para Edyficar, en la Amazonía peruana. |
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