Bienvenido a este blog

Este blog de microfinanzas comenzó a actualizarse el 1 de febrero de 2008 y se cerró el 30 de noviembre de 2015.

jueves, 2 de abril de 2015

"Las transferencias condicionadas redujeron la inequidad. Ahora hay que invertir en el sector rural"

Josefina Stubbs recibe una flor de té en la provincia de Misiones,
noreste argentino, durante una visita de campo de la comitiva del FIDA

(foto: Greg Benchwick/FIDA)

(Entrevista realizada en Buenos Aires a Josefina Stubbs, directora de la división de América Latina y el Caribe, del Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola, FIDA, Textos recobrados de MicroDinero)

MicroDinero: ¿Qué expectativas tienen con esta visita a la Argentina?

Josefina Stubbs: En el caso de Argentina tenemos treinta años trabajando, apoyando al sector rural, con muchos éxitos pero también con mucho aprendizaje, buscando cómo apoyar cada vez más al gobierno de Argentina, nuestra contraparte fundamental, y tratar de encontrar las formas de incluir a los pobres rurales en sus políticas públicas, en sus programas. Pero además como una forma de ayudar al país a reducir la pobreza y a reducir la brecha tan enorme de inequidad que existe no tan sólo entre la parte rural y urbana sino, en el caso de Argentina, entre la gran agricultura y la pequeña agricultura del país. Hasta ahora tenemos una cartera de alrededor de cinco proyectos y estamos preparando un nuevo programa, Proderi, que estamos diseñando, es hasta ahora el proyecto más grande que hemos tenido en Argentina, de alrededor de unos US$ 150 millones, con un aporte del FIDA de alrededor de US$ 57 millones. El gobierno argentino va a poner una importante contribución de casi US$ 60 millones, lo cual habla también del compromiso del gobierno por tratar de trabajar los temas de pobreza rural, más una contribución importante de alrededor de US$ 40 millones de otros actores que van a estar participando. Este proyecto se está terminando de diseñar, va a llegar a nuestra junta ejecutiva en septiembre y esperamos que se ponga a funcionar lo más rápido posible.

MD: ¿Este proyecto recoge la experiencia del FIDA en el país en estos treinta años?, ¿agrega algún elemento?, ¿cómo se piensa implementar?

JS: Es un proyecto que recoge los aprendizajes de diferentes tipos. El desarrollo de pequeños productores en el país es esencial y para ese desarrollo es necesario fortalecer sus organizaciones locales, mejorar la productividad, lo que quiere decir en muchos casos transferir tecnologías para que los pequeños productores puedan producir más y mejor, ayudarlos a conectar con los mercados, y me refiero a los mercados locales y regionales. No es suficiente producir: hay que vender. Primero hay que colocar la producción, pero además los habitantes rurales necesitan generar ingresos para poder participar en el mercado.

MD: ¿Y está enfocado en alguna región específica de Argentina?

JS: Los programas de FIDA están orientados a lo que son las provincias más pobres: Chaco, Formosa, Corrientes, Misiones, Tucumán, Salta, Catamarca, es decir, todo el norte, donde hay mayor concentración de pobreza y de pequeños productores en condiciones desfavorecidas. Tenemos otros proyectos que se están enfocando en el sur, todo lo que es la Patagonia, las provincias de Chubut, Neuquén, Río Negro, donde también hay niveles de pobreza importante. Con el nuevo proyecto vamos a seguir actuando en estas provincias para poder construir, de pequeñas cosas que hemos ido haciendo, programas un poco más grandes, más abarcadores.

MD: ¿A cuántos años se ha pensado este proyecto?

JS: Es un proyecto para seis años. Y espero que podamos empezarlo a trabajar muy rápido, porque el desarrollo rural en Argentina, de pequeños productores, no puede esperar más. Nosotros vemos una tendencia como de abandono del campo, por parte de los más pobres y los más pequeños, porque naturalmente su entorno no les garantiza un medio de vida ni suficiente ni sostenible. Una tendencia que queremos ver disminuir. Necesitamos campesinos porque, en Argentina quizás en mejor medida pero en casi todo el continente latinoamericano, el 80 por ciento de los alimentos básicos que consumen los países son producidos por agricultores familiares, por pequeños agricultores. Pero bueno, no sólo se trata de los alimentos. El campo es una cultura, el campo es una manera de vivir. Los bienes y beneficios del campo no son sólo económicos sino también ambientales, culturales, sociales. Y por eso nosotros queremos ayudar a que todo ese capital que existe en el sector rural se pueda seguir aprovechando.

MD: Aquí en Argentina, seguramente debido a la magnitud del territorio, se ha visto al campo como algo asociado a la extensión. Algo que, supongo, se habrá profundizado con la tendencia de los últimos años a la soja, a la concentración de un solo cultivo. De acuerdo al monitoreo que hace el FIDA, ¿eso ha agudizado la problemática de los pequeños agricultores?

JS: Bueno, por eso yo estoy tan contenta con los proyectos que tenemos y con el proyecto grande que va a entrar. Creo que Argentina entiende cada vez más la necesidad de hacer convivir la gran agricultura con la pequeña. Yo creo que la gran agricultura es un problema si se descuida la pequeña agricultura, porque simplemente desplaza. Ahora, si a la pequeña agricultura se le encuentra un lugar, que lo tiene en la producción de alimentos, en el mantenimiento del desarrollo territorial, en lograr mejor acceso a los mercados, en abaratar la comida para la gente local, estaríamos en una situación de ganar-ganar para todo el mundo. Lo que nos ha pasado hasta ahora es que hemos tenido grandes desequilibrios que no han sido buenos para los más pobres.

MD: ¿Se refiere a desequilibrios entre los resultados macroeconómicos y el impacto social?

JS: Desequilibrios de distribución del conocimiento, de acceso a la tecnología, de capacidad productiva, de capacidad organizativa, del manejo del medio ambiente. De todo lo que son los factores que están presentes cuando se apoya a la pequeña agricultura y a las comunidades rurales. En la medida en que eso no se preserve y mejore, probablemente se pierda pues ¿a qué me voy a quedar entonces en el campo?

MD: Usted mencionó el trabajo con organizaciones locales. ¿Qué experiencia tienen y cómo piensan trabajar para lograr mejor anclaje comunitario y local? Pregunto también por el caso de organizaciones de microfinanzas y cooperativas financieras.

JS: Lo primero que tenemos por delante, con el concurso del gobierno, es fortalecer las cooperativas. Existen cooperativas de productores en Argentina, importantes, que hemos visto que, con la asistencia necesaria de recursos, conocimiento, tecnología, de acceso a mercados, pueden funcionar. Hemos tenido experiencia de cooperativas de productores de miel, que están produciendo miel de excelente calidad que llega a los mercados locales. Entonces, fortalecer la organización cooperativa, para comenzar. Y segundo, darles mejor acceso a recursos tecnológicos y financieros. Y ahí tenemos un reto enorme, por dos razones. Primero, porque históricamente la forma de solucionar la falta de recursos en Argentina ha sido la transferencia directa de recursos. Lo que en aquella época se llamaba ‘los subsidios’. Una gran cantidad de recursos que iba en subsidios que no necesariamente te estimula a la creación de un mercado financiero a nivel local, a nivel de las comunidades, de los municipios. Y no es sólo que las comunidades no saben cómo manejar servicios financieros. Es que el sistema bancario de la Argentina todavía no quiere tomarse el riesgo -que yo creo en parte infundado- de trabajar para los pequeños productores. Hemos visto que los pequeños productores, sobre todo cuando son mujeres, son los que mejor pagan, con tasas de mora casi nulas, devuelven a tiempo el recurso, tienen un manejo financiero eficaz. Pero la banca todavía está bajo la impresión de que trabajar para los pequeños campesinos es un alto riesgo. Bien, entonces estamos haciendo algunos experimentos que esperamos poder ampliar en este nuevo proyecto. En uno de los proyectos que tenemos, con una de las cooperativas, se formó un fondo rotatorio importante. Ese fondo rotatorio, que era no reembolsable, se manejó de una manera extraordinariamente eficiente, logró acumular beneficios, el fondo se ha mantenido y, mira si le fue tan bien, que ahora vamos a comenzar a hacer nuevos proyectos y ellos van a poner las ganancias de ese fondo como un fondo de garantía para nuevos recursos. Es una manera de demostrar que son posibles las microfinanzas o bien crear mecanismos financieros del tamaño y con la necesidad de los productores pequeños, porque ellos lo saben hacer.

MD: ¿Y brindando también la posibilidad de movilizar ahorro?

JS: Sin duda, naturalmente, porque siempre hemos tenido por una parte el crédito. Y aunque nos ha ido bastante bien nosotros pensamos que el ahorro es fundamental. No tanto a nivel de las cooperativas como también a nivel de los individuos y del hogar, de la vida doméstica. Y para ese ahorro, lo digo de nuevo, las mujeres son las que han demostrado ser las guardianas principales de los recursos del hogar y de las comunidades. Entonces, estimular al ahorro al mismo tiempo que se encuentran esquemas de crédito. Hay un camino largo por recorrer y las políticas públicas a nivel del sector financiero todavía no han visto que pueden tener una población importante de clientes. En países como Colombia o Perú, hemos trabajado para que el sector financiero -lo cual ha sido el caso- baje lo más cerca posible de las comunidades. Tenemos un proyecto en Perú que en un período de tres años logró traer algunas de las provincias a los bancos privados y se han abierto más de 500 mil cuentas de ahorro.

MD: ¿En qué región del Perú?

JS: Están en el norte del Perú, donde tenemos los proyectos, cerca del altiplano. Son experiencias realmente muy valiosas. En Colombia está pasando lo mismo. Lo que estamos haciendo es asociando el crédito, el ahorro, las transferencias condicionadas y los recursos que vienen de los proyectos, de manera tal que podamos capitalizar, en la medida de lo posible, a los tarjetahabientes de los programas de transferencia condicionada. Estamos tratando de montarnos sobre esos programas para, a través de ahí, hacer los programas de crédito y ahorro para los proyectos comunitarios. Tener cuenta de ahorro, hacer crédito, implica no tan sólo ahorrar. Implica que para abrir una cuenta en un banco usted necesita tener cédula de identidad, que en muchos casos la gente pobre no la tiene. Significa poder entrar a un banco con orgullo, no importa si usted no lleva una chaqueta y una corbata. Pero ha significado además para muchas mujeres convertirse en ciudadanas. La situación de la mujer, en muchos de nuestros países, sobre todo en la zona rural, deja mucho que desear. Y convertirlas en ahorradoras, y tener cuentas de banco, les fortalece su ciudadanía.

MD: Hemos hablado de mujeres. Pregunto también por otros colectivos que se han visto afectados por la crisis y por los procesos de desruralización, como son ciertas minorías étnicas y comunidades originarias en América Latina, ¿allí también tienen algún tipo de experiencia que se pueda rescatar?

JS: Claro, cómo no. Es muy interesante porque la pobreza y la extrema pobreza en América Latina, sobre todo en zonas rurales, tiene sexo (son mujeres), tiene etnia (son grupos étnicos en su mayoría) y tiene color de piel (son indígenas o negros). Quiere decir que para una agencia como el FIDA que trabaja con la gente más pobre hay una coincidencia entre todos estos factores de exclusión y de discriminación con los territorios donde tenemos los programas. En Guatemala, Perú, Bolivia, Ecuador, inclusive aquí en Argentina, en el norte del país, trabajamos con comunidades indígenas, que necesitan una manera diferente de llevar los programas, porque hay un saber ancestral que necesitamos respetarlo y necesitamos hacer acopio de ello para poder ayudar a las comunidades.

MD: Voy a terminar con una pregunta con la que quizás debiera haber empezado la entrevista. ¿Cómo ha afectado la crisis financiera internacional a los pequeños agricultores de América Latina?

JS: En el caso de América Latina, la región pudo acolchonar o sostener, en gran medida, la crisis financiera, comparado con otras regiones donde se produjo una profunda crisis económica. América Latina logró sobrevivir, lo que no quiere decir, sin embargo, que los pobres no hayan sufrido. El precio de los alimentos se ha incrementado de manera significativa, sobre todo porque los grandes productos agrícolas, como el trigo o el maíz, que son fundamentales en la dieta diaria de los más pobres, se han incrementado de manera exponencial. La crisis de los precios del petróleo ha sido tremenda. A veces cuando uno piensa en la crisis de precios, de productos como el maíz, no sólo piensa en la tortilla de México -lo cual ciertamente es el caso-. Tenemos que muchos de los alimentos para animales se producen de los granos que precisamente están tan caros en el mercado: el pollo, el cerdo. Y eso hace naturalmente que el precio de los alimentos aumente y aumente el precio que llega al consumidor. Entonces, para los pobres el aumento del precio del pan, del pollo ha sido muy fuerte. Y precisamente por eso en países como Brasil estamos viendo cómo programas de pequeños productores, de apoyo a la agricultura familiar, han ayudado a los más pobres a sortear el problema de la carestía. ¿Por qué? Porque los productos están mucho más cerca de sus comunidades. Ellos además pueden producir suficiente para poner en el mercado inmediato a sus comunidades y de ahí generar el dinero suficiente para comprar. Así que, si bien es cierto que todas estas crisis han incrementado los precios, también yo siento que, hasta cierto punto, América Latina la ha podido sobrellevar. Creo que ha habido un factor importante y es que, para mi alegría profunda, hace quince años América Latina pensaba que la pobreza rural se combatía con transferencias condicionadas. O sea: invierta sus mejores recursos en los grandes que están listos para vender en el mercado de afuera, haga mucho dinero y luego repártalo de vuelta con transferencias condicionadas de un dólar por día, etc. No, no. Siento que América Latina está entendiendo que eso no es suficiente y que, aunque las transferencias condicionadas han logrado bajar los niveles de inequidad, ahora es necesario invertir en el sector rural. Para poder adquirir seguridad alimentaria, para poder motorizar las regiones rurales -porque ya las ciudades están hasta aquí y no pueden más- para mejorar el tema ambiental, pero también para poder bajar la dependencia de productos importados, como es el caso de los países de Centroamérica y del Caribe. Bajar esta dependencia y no tener que dispensar tantos dólares, sino producirlos en casa.

Publiqué este artículo el 5 de julio de 2011 en MicroDinero

Artículos relacionados

No hay comentarios:

Publicar un comentario