(Textos
recobrados de MicroDinero) La foto no tiene ni seis meses.
Yunus, Iskenderian y Akula debaten en Nueva York, en 2010 (foto: Clinton Global Initiative) |
Fue durante
la última cumbre convocada por la Iniciativa Clinton en Nueva York. Allí estaba
el panel de microfinanzas y tres protagonistas estelares: el fundador y
director ejecutivo del Grameen Bank, Muhammad Yunus; la presidenta y CEO de la
Women’s World Banking (WWB), Mary Ellen Iskenderian y el fundador y CEO de SKS Microfinance, Vikram Akula. Tema en cuestión: la controvertida tendencia de la
industria hacia la comercialización.
De esos
tres protagonistas, dos ya no son los mismos.
Cuestionados,
tocados, sobrepasados por la dinámica voraz de los acontecimientos, Yunus y
Akula, aun después de la confrontación polar de modelos que los separó en
aquella cita neoyorquina (¿o habrá que decir “como consecuencia de” tal
confrontación?) ven diluir hoy su autoridad de pionners y referentes. Akula,
tras los escandalosos episodios endilgados a cobradores de microfinancieras de
Andhra Pradesh, estado indio donde SKS tiene su sede; Yunus, caído en desgracia
por una movida del gobierno bengalí para sacarlo del máximo cargo ejecutivo del
Grameen Bank.
India y
Bangladesh: ambos países concentran un tercio de los pobres del mundo, según
cifras del Banco Mundial.
¿Qué pasó
en apenas seis meses? ¿Qué cataclismo hizo que dos de los tres panelistas de
septiembre, en uno de los más caracterizados e influyentes foros globales,
expongan hoy su credibilidad ante el escrutinio de una comunidad mundial que
difícilmente mire con indiferencia presuntos fraudes a costa de los pobres?
A los fines
del análisis importa menos la concatenación fáctica que llevó a estos quiebres
de autoridad, que los posibles efectos que tales quiebres pueden producir en la
construcción de una posición discursiva sobre la pobreza. Es posible que tanto
en el caso SKS como en el asunto Grameen el diablo (político) haya metido la
cola. Es posible también que la mojigatería mediática haya exacerbado, en uno y
otro episodio, el trazo grueso (morboso) de los acontecimientos y haya omitido
la consideración fina (técnica) de una operatoria financiera extremadamente
sensible y específica.
Pero lo
cierto, y no hay que tener demasiada agudeza para observarlo, es que ambos
affaires desembocaron en lo mismo: la intervención estatal. ¿Síntoma?,
¿presagio? ¿Van las microfinanzas hacia un modelo más intervencionista y
regulador? ¿Vamos hacia una latinoamericanización de la gestión de la pobreza?
Por ahora son sólo preguntas disparadoras de hipótesis.
Lo
interesante es que la respuesta estatal en Andhra Pradesh y Bangladesh vienen
motivadas por factores que podríamos entender como divergentes (aquellas
posiciones confrontadas en el debate de septiembre): en un caso los excesos del
mercado, en otro caso el hermetismo tecnicista de una operatoria social, si se
nos permite cierto esquematismo.
Al fin y al
cabo, como ciudadanos occidentales y democráticos que somos, no debería
escandalizarnos la intervención y autodeterminación de dos estados republicanos
y constitucionales como son la India y Bangladesh, por más suspicacias que
despierten. Andhra Pradesh ha creído oportuno oponer una regulación más
estricta a prácticas comerciales aberrantes. Bangladesh ha decidido bajar el
perfil oenegeista a su banco emblema y dotarlo de un mayor voltaje político.
Está por verse (lujo de analistas) cómo se implementan una y otra solución y
cómo redefinen el espacio de las microfinanzas en un subcontinente con más de mil
millones de pobres.
Nadie
restará méritos precursores a Yunus y Akula (al Nobel bengalí seguro lo seguiremos
viendo en foros internacionales y acaso ocupando funciones en entidades
multilaterales). Pero las caídas concéntricas de ambos en menos de seis meses
sugieren, elocuentemente, una crisis de liderazgos que anticipan un nuevo
escenario.
Publiqué este artículo el 8 de marzo de 2011 en MicroDinero
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