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viernes, 14 de mayo de 2010

Microfinanzas en Argentina: dilemas y condicionantes


(Mundo Microfinanzas) Un panel realizado días pasados en Buenos Aires permitió reflexionar sobre las microfinanzas en Argentina, su situación actual y los principales condicionantes que limitan su desarrollo. Participaron del encuentro, organizado por la Escuela de Negocios de la Universidad Católica Argentina (UCA), Manuel Méndez del Río Piovich, presidente de la Fundación Microfinanzas BBVA (venía de lanzar una entidad tras la adquisición de la división microcréditos de Grameen Mendoza); Daniel Higa, director ejecutivo de PlaNet Finance Argentina; Pablo Caride, director ejecutivo de Fundación Andares; Marta Bekerman, investigadora y presidenta de la Asociación Civil Avanzar por el Desarrollo Humano y Evangelina Petrizza, directora ejecutiva de la Red Argentina de Microcrédito (Radim).

Si algo quedó claro en estas ponencias es que la índole de las dificultades que se interponen al desarrollo de la industria en Argentina es variada y compleja. Intervienen desde aspectos técnico-financieros hasta culturales, pasando por variables normativas e impositivas.

Higa comenzó exponiendo distintos modelos de desarrollo observados en otros países de la región: de upscaling (como los casos de Bolivia o Perú, donde algunas organizaciones evolucionaron hacia una entidad de banco de microfinanzas), downscaling (ejemplo Chile, donde se dio un itinerario inverso), predominio de un fuerte programa público (como en Colombia) o basada en estructura de financieras y cooperativas de consumo (Paraguay, que implica una ingeniería diferente). El directivo de PlaNet Finance planteó la hipótesis de un diseño institucional mixto en Argentina, que tome aspectos de uno y otro paradigma.

Entre los factores que entorpecen el crecimiento de la industria en el país mencionó: marco regulatorio desfavorable, presión fiscal, usura, difícil acceso al fondeo, competencia del Estado, falta de cultura emprendedora, falta de recursos humanos y pocos productos financieros, entre otros.

Caride, a su vez, señaló el amplio campo que la microfinanciación tiene para crecer en Argentina, tomando en cuenta que hay sólo 80 mil clientes para unas 10 a 11 millones de familias y con un nivel de bancarización que no supera el 35%.

Citando reportes de la organización MIX Market y el índice Microscopio (BID y The Economist), el directivo de Andares mencionó como condicionantes las crisis recurrentes, ciclos de liquidez-contracción, inestabilidad económica y un tema polémico que tuvo eco en prácticamente todas las intervenciones: el “poco nivel de pobreza” de la Argentina.

Vinculado probablemente a coacciones históricas y naturales (el espacio y los recursos vastamente ricos del país), el argentino promedio se habría acostumbrado a percibir el mundo del trabajo como algo seguro y estable. De allí, y reconstruyendo el entramado hipotético que se propuso desde el panel, puede explicarse la fantasía argentina del pleno empleo y del trabajo en relación de dependencia. Esto habría derivado en poca producción de microemprendedores, donde la pobreza estaría relacionada a lo sumo con “subsidios”, no con crédito para emprender (alguien mencionó que, a contrario sensu, en universidades norteamericanas un alto porcentaje de estudiantes, ante la pregunta de a qué se va a dedicar una vez graduado, responde: “crear mi empresa”).

Bekerman, a su turno, retomó el tópico de “Argentina-país-no-pobre”. Dijo que está empezando a cambiar la idea de que una microempresa es algo meramente contingente. Y estimó que habría una cantidad de 1,3 millones de demandantes potenciales de microcrédito (previsión conservadora, aclaró), tras lo cual propuso pensar por qué los bancos no prestan a los pobres (en los pasajes más filosóficos de su intervención mencionó al economista indio, premio Nobel de Economía en 1998, Amartya Sen).

Entre las cuestiones a regular, propuso: un ente regulador específico para las microfinanzas, no el Banco Central (BCRA); flexibilidad de tasas; capitales mínimos; exenciones impositivas; reglamentación de la Ley de Voluntariado y alternativas de financiamiento (fijar mínimos a los bancos para operaciones de microcrédito, como el 2% en Brasil y como se propone en el proyecto de ley de entidades financieras presentada recientemente por los diputados de centroizquierda Carlos Heller y Martín Sabatella, modificando la legislación vigente desde la dictadura militar).

Finalmente, Petrizza enfocó su discurso en los aspectos regulatorios. Citó un estudio de Radim, realizado en conjunto con la International Development Law Organization (IDLO, con sede en Roma) y el estudio Beccar-Varela, con un plan para mejorar el marco normativo de las microfinanzas. Contra corriente de la doxa, se permitió también hacer una defensa de la informalidad en el trabajo.

La directiva de la Red remarcó también que en Argentina no se estudia la pobreza en forma multidimensional, coincidiendo que se la visualiza como algo coyuntural. Y sobre la Ley de Promoción del Microcrédito (2006) dijo que significó un avance en tanto puso el tema en la agenda pública, pero que parte de una visión incompleta, privilegiando ONGs en detrimento de sociedades anónimas. Además impone como techo de tasa el 6%, lo cual lleva al absurdo de ONGs que toman dinero de la Comisión Nacional de Coordinación del Microcrédito (Conami) y terminan subsidiando al propio estado. Además, dijo que subyace en la ley una visión sancionatoria de la informalidad.

El discurso de Méndez del Río tuvo un sesgo técnico-conceptual, si bien no relacionado específicamente con Argentina (fue el primero en hablar y debió retirarse inmediatamente, con apenas tiempo para responder a un par de preguntas del público, urgido por el horario de su vuelo de regreso a España). Precisamente una de las preguntas del auditorio se vinculaba a los condicionantes idiosincrásicos del proyecto de la Fundación Microfinanzas BBVA en este país. El directivo prefirió no explayarse sobre el tema, quizás más por cortesía o falta de tiempo que por falta de elementos de análisis (dos años tardó BBVA en lograr su inscripción en el país, ya que una fundación no puede ser accionista principal de una SA, con lo cual el trámite conoció innumerable dilación… parte del repertorio de “mañas” argentinas).

Nota de posedición: El estudio mencionado por la representante de Radim es ¿Por qué las microfinanzas no se desarrollan con más éxito en Argentina?, IDLO, por Roberto H. Crouzel, Microfinance Research Paper, mayo 2009, Buenos Aires)