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viernes, 17 de julio de 2009

Tensiones políticas ponen en riesgo la economía en torno al Eufrates


Pobladores en una zona pantanosa cerca de la confluencia del Eufrates
con el Tigris, en el sur de Irak. El legendario río, en peligro.

(foto: SANDIA)

(Mundo Microfinanzas) La disparidad de intereses geopolíticos que exhiben los gobiernos de Turquía, Irak y Siria para determinar cómo utilizan las escasas fuentes de agua dulce que existen en el área está repercutiendo en la economía cotidiana y afectando la calidad de vida de muchos de sus habitantes.

Políticas acuíferas guiadas por la rivalidad histórica que separa a turcos y sirios, así como la falta de control y de medidas para el uso del agua en Irak, están secando el río Eufrates, la fuente de agua dulce que durante siglos fue clave para la supervivencia de los pueblos en la región.

La progresiva desaparición del viejo río está diezmando las villas ribereñas, afecta los sembradíos y deja sin trabajo a los pescadores. Los poblados que se construyeron a lo largo de los siglos en sus orillas se están vaciando y sus habitantes confluyen, sin empleo y sin arraigo, hacia los barrios pobres de las grandes ciudades.

La existencia de una pertinaz sequía contribuye a complicar aún más la situación. A los errores políticos de los hombres que conducen los países del área, la naturaleza parece dispuesta a realizar su aporte al sentimiento de desasosiego de sus habitantes.

Los registros de lluvia han descendido de manera alarmante durante los últimos dos años. Las áreas sembradas con algodón y cebada en el norte de Irak representan apenas el 5 por ciento de la superficie que se solía utilizar históricamente. La sequía también está arrasando las plantaciones de frutos cítricos y dátiles en la zona este del país.

La agricultura, que se concreta en pequeñas extensiones, bajo la forma de cultivos de subsistencia, explotaciones familiares o emprendimientos de mediana envergadura, constituye la columna vertebral de la economía regional. Pero la falta de agua está devastando los sembrados.

La ganadería y la pesca son los otros dos rubros relevantes en la economía cotidiana. El ganado debe sobrellevar la ausencia de pasturas y de agua por la sequía, mientras que los pescadores ven menguadas sus capturas por el notable deterioro que exhibe el caudal del Eufrates.

De este modo, la economía doméstica sufre las consecuencias de las decisiones políticas que, sesgadas por intereses nacionales y rivalidades históricas, rigen el uso de las fuentes de aguas.

Los gobiernos de Turquía y Siria han construido una serie de represas para controlar el caudal del Eufrates, que utilizan siguiendo sus propios intereses. La falta de acuerdos entre las autoridades no permite la utilización del agua con criterios de equidad y solidaridad.

El columnista del New York Times, Campbell Robertson, describió esta penosa realidad en un reportaje de reciente publicación: “A lo largo del río, los campos de arroz y algodón se han convertido en tierra cocida. Los canales se han transformado en cursos de agua poco profundos, y los botes pesqueros descansan en tierra seca. Las bombas que deben alimentar las plantas de tratamiento de agua cuelgan sin punto fijo sobre charcos marrones”, afirmó.

El Eufrates se encuentra amenazado por acciones que desconocen las necesidades de quienes pueblan sus riberas, porque se hacen eco de los sentimientos de recelo y de bronca generados por los desencuentros políticos.

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