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viernes, 27 de marzo de 2009

Putin y “la economía de las personas”


(Mundo Microfinanzas) Pese a la rápida emergencia de pequeños negocios desde 1991, hay todavía muchos obstáculos para el emprendedor en Rusia: la burocracia que estorba el registro de una compañía, el soborno requerido para obtener la aprobación por parte de varias agencias del gobierno y la imprevisibilidad de la política impositiva en el país.

Vladimir Putin
Estos factores, junto a la hasta ahora tenue determinación política por diversificar la economía, impiden el desarrollo de la microfinanciación, según el director ejecutivo del International Business Leaders Forum en Rusia (IBLF, con sede en Londres), Brook Horowitz.

En un artículo aparecido este lunes en The Moskow Times (diario que se edita en inglés desde 1992), el autor señala la dificultad por conseguir un crédito y la falta de programas de capacitación comercial y financiera para nuevos empresarios.

“Para el pequeño emprendedor, en un mundo eclipsado por los grandes negocios y la gran burocracia, los riesgos son altos y los incentivos bajos”, apunta.

El analista sostiene que pese al apoyo del gobierno a la pequeña empresa, en realidad la atención sigue puesta sobre los bastiones de la industria rusa, principalmente petróleo, gas, metales y defensa, como resultado de lo cual “vemos poco la mentada diversificación de la economía”.

Explica que la crisis está llevando a una reformulación del rol de los pequeños negocios como parte de la solución a una situación potencialmente explosiva. Y que el director del Departamento de Regulación Económica del Ministerio de Desarrollo, Andrei Sharov, ha prometido 10,5 billones de rublos (US$ 314 millones) de un fondo federal para el desarrollo de la pequeña empresa y una cantidad tres veces mayor, 30 billones de rublos (US$ 898 millones), en créditos del gobierno.

A esto se suma la contribución de las autoridades locales y regionales para el apoyo a pequeños negocios a través de fondos semilla y la actividad que vienen realizando algunos centros de empleo, ofreciendo asesoramiento a gente que ha perdido sus trabajos recientemente.

Es un buen comienzo -dice Horowitz-, pero insuficiente para hacer frente a un escenario social que, según se prevé, a fines de 2009 dejará expuestos a nueve millones de desempleados.

Diversificar la economía

El autor reclama en su artículo, titulado Putin’s Economy of People (“La economía de las personas de Putin”), que el gobierno deje de subsidiar corporaciones no rentables, vinculadas a industrias consideradas estratégicas, “a menos que esté preparando el retorno a un modelo empresarial soviético”. Y señala que estos sectores “tendrán que ser reestructurados tarde o temprano y ello implicará necesariamente un achicamiento” (and this will necessarily entail downsizing).

La cuestión es -se pregunta- cómo hacer esto sin provocar trastornos sociales y destruir la ya frágil cohesión social en algunas regiones. El estilo norteamericano de despidos masivos no se presenta como una opción, particularmente porque los rusos tienen menos capacidad para relocalizarse en otras ciudades en busca de oportunidades de empleo.

Sugiere entonces implementar experiencias que, considera, dieron buenos resultados en otros países. Por ejemplo, el proyecto de suburbios (Banlieue) en Francia, puesto en marcha tras los graves disturbios de noviembre de 2005, con la oferta de microcréditos a personas desempleadas, a través del concurso de BNP Paribas.

En Rusia hay también modestos ejemplos con estos enfoques, según relata el directivo. Por caso, las iniciativas impulsadas por el propio IBLF, estimulando el emprendimiento y el autoempleo en las regiones. También el Royal Bank of Scotland y Oxfam están llevando a cabo un programa de microfinanzas en el óblast de Kaluga, al oeste del país, donde compañías locales y ONGs están trabajando juntas para el desarrollo de trabajo autosustentable de jóvenes en doce ciudades. A nivel nacional, comenta Horowitz, un programa de alfabetización financiera llamado Azbuka Finansov, con el patrocinio de Citi y Visa y la participación del Ministerio de Finanzas, el Banco Mundial y la Duma Estatal (cámara baja en el parlamento ruso), anima a los bancos a educar a sus clientes y fomentar en las escuelas el espíritu emprendedor.

Y cierra el artículo retomando una difundida frase del primer ministro Vladimir Putin en su discurso ante el Foro Económico Mundial, en Davos, en enero pasado, cuando dijo que “la economía del siglo 21 es la economía de las personas, no de las fábricas”.

“Sumando esfuerzos para estimular un entorno empresarial diversificado y abierto a la iniciativa emprendedora, el gobierno ruso, las administraciones locales y las principales empresas pueden compartir los costos de corto plazo en capear (weathering) las tormentas financieras actuales y cosechar los beneficios a largo plazo de la transformación de Rusia en una economía avanzada y diversa para el siglo 21”, concluye.

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