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domingo, 2 de marzo de 2008

Tayikistán, al rescate de la dignidad


Myshgairesso Gesova, 31 años: su marido emigró y nunca regresó.
Puso una tienda de comestibles con el apoyo de un microcrédito

(foto: UNFPA)

(Mundo Microfinanzas) Tayikistán, ex república de la URSS, es uno de los países más pobres de Asia Central.

Hace unos días se conoció un reportaje del Fondo de Población de Naciones Unidas (Unfpa) desde Garm, pequeño pueblo tayik ubicado junto al monte Alai, en la cordillera de Pamir.

Allí la Unfpa trabaja en un programa llamado Migrant Wives Project con mujeres que vieron a sus maridos migrar a Rusia en busca de empleo.

Solas, obligadas a ir en busca del sustento para sus hijos, muchas de ellas lograron un modesto y promisorio bienestar luego de acceder a los microcréditos del programa, de entre 50 y 100 dólares.

El reportaje -firmado por Patricia Leidl- nos cuenta la historia de algunas de estas mujeres, más o menos jóvenes, pero con experiencias en común: viven solas con sus hijos. Algunas, ya no esperan a sus esposos.

Por ejemplo la historia de Myshgairesso Gesova. Ella tiene 31 años y logró poner una tienda de comestibles levantada con la asistencia del microcrédito de Unfpa.

O la de Guliston Hakimova, casada durante doce años y madre de cuatro niños.

“Mi vida ha sido muy difícil. Yo sólo podía alimentar a mis hijos con papas y agua, y me deprimí mucho”, declara. Con la ayuda del pequeño crédito, compró una vaca que le da la leche para alimentar a los niños y cuyo estiércol usa como combustible para la cocina y estufa (el reportaje nos cuenta que este año se vivió en Tayikistán el invierno más duro en décadas).

Es también el caso de Nozegul Kengaeva, 31 años, cuatro de casada. Su marido nunca volvió de Rusia. Con cinco hijos para alimentar y sin ningún ingreso, su vida se tornó desesperante.

Un año atrás, siguió el consejo de su suegro y se unió al Migrant Wives. La primera cabra que compró con el préstamo resultó prolífica: hoy cuenta con dieciocho en su corral. Sus hijos ahora están bien alimentados y vestidos para afrontar el invierno. “Soy tan feliz. Soy independiente y mis hijos pueden ir a la escuela”, cuenta.

El programa no sólo ofrece asistencia crediticia. También provee servicios de prevención en HIV, salud reproductiva y asesoramiento en cuestiones de violencia y género.

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