(Mundo Microfinanzas) Editorial Capital Intelectual, en Buenos Aires, acaba de publicar el libro El ejemplo aymara en Bolivia. Saberes ancestrales y globalización, del analista político, consultor y periodista argentino Enzo Girardi.
La noticia de su publicación comporta un hecho trascendente para el debate cultural y político latinoamericano del presente. Recoge un hecho puntual e histórico -el alzamiento etnosocial que catapultó a Evo Morales a la presidencia de Bolivia en enero de 2006-, pero arrastra en su análisis a toda una tradición crítica que, desde la conquista, viene indagando y problematizando los procesos de integración y exclusión en América Latina, los modos como se institucionalizan las diferencias entre clases/castas/etnias y, específicamente, cómo se incorporan las culturas indígenas en el escenario abierto por la modernización.
La cuestión, como puede suponerse, es de gran complejidad y de hecho ha sido y es asediada desde múltiples campos: el arte, la literatura, la historiografía, la antropología, la política, entre otros. Girardi propone una mirada que combina destrezas: lo especulativo del análisis en ningún momento pierde la sensibilidad frente a la inmediatez que el objeto provoca. En tal sentido el texto logra amalgamar la doble condición de analista y periodista de su autor, con una bifocalidad que, al tiempo que se sumerge en el espesor de los hechos, abstrae un paradigma de análisis (la hipótesis fuerte del libro es precisamente demostrar el carácter paradigmático, de “caso testigo” del movimiento insurgente aymara en Bolivia). En esta perspectiva -acaso la perspectiva del “explorador”, según las propias palabras de Girardi en la introducción- reside uno de los aportes más valiosos y originales del libro.
El libro se estructura sobre la base de una matriz en principio paradójica: la idea de que una revolución indígena, que pone en el centro de la lucha un imaginario arcaico y ancestral, logra su eficacia histórica en el terreno de la globalización. O lo que en otros términos podríamos pensar como la realización autonómica de una cultura en el escenario radicalmente heterónomo impuesto por la transnacionalización y la irrupción de nuevas tecnologías. En este marco, Girardi propone analizar experiencias como la del Movimiento al Socialismo de Evo Morales, del Ejército Zapatista de Liberación Nacional mexicano (EZLN) o de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie), entre otras.
Pero hay algo aún más sugerente. La paradoja no sólo se ve en los medios por los cuales estos movimientos se expresan, sino también por el contenido político que le imprimen. Si el vértigo tecnológico es un estadio alcanzado por el ritmo de expansión capitalista, resulta entonces revelador que la visibilidad y exposición global que alcanzan estos movimientos estén al servicio de un programa netamente rupturista, iconoclasta y “regresivo” (en el sentido mariateguiano del término, esto es, en tanto reinstalación de un sustrato indígena pre-capitalista, pre-moderno y pre-colonizador).
El nuevo paradigma aymara muestra, según lo expone claramente Girardi, la disolución de nociones centrales de la ciencia política moderna (o, si se prefiere, la inoperancia de categorías analíticas europeas para pensar la realidad latinoamericana), como las de “nación” o “civilización” (en singular, según la tradición republicana liberal), relevándolas por las de comunidades nacionalitarias o civilizaciones (siempre en plural). Del mismo modo se saca de encima conceptos cuasi-naturalizados y por lo general acríticos como los de “igualdad” o “universalidad”, poniendo en su lugar los de “politización de la diferencia” y “particularismo étnico y cultural”.
Esta reconceptualización, siguiendo el itinerario que plantea el autor, permite a su vez una relectura de pasajes fundamentales de la historia política reciente de Bolivia. La promesa de una reforma agraria que la Revolución de 1952 no completó, el despojamiento de tierras, recursos y extranjerización de la economía que signó el neoliberalismo, las denominadas guerras del gas y del agua en los ’90 y, finalmente, las condiciones políticas que permitieron la gestación de la revolución aymara y posterior entronización de su líder. Sin incurrir, afortunadamente, en la tentación “futurológica”, el libro se limita a dejar planteados los rasgos prominentes de un conflicto cultural, político y económico que Bolivia (pero no sólo este país) tiene por delante, conflicto simbolizado en la Santa Cruz de la Sierra blanca-mestiza y La Paz indígena.
Si es cierto lo que plantea Gramsci en sus Cuadernos de la cárcel, en el sentido de que “la historia de las clases subalternas es necesariamente disgregada y episódica”, creemos que el texto de Girardi rescata y viene a reponer un fragmento esencial para entender el devenir político y cultural latinoamericano, permitiendo comprender la matriz de los conflictos que envuelven al subcontinente y ensayar una crítica a la vez audaz y emancipadora.
Sobre el autor:
Enzo Girardi es analista y consultor en Asuntos Internacionales. Graduado en Ciencias de la Información en la Universidad Nacional de Córdoba (Argentina). En 2002 obtuvo un máster en Relaciones Internacionales por la Universidad Complutense de Madrid (España), donde está a punto de recibir el doctorado. Es uno de los impulsores y editor del proyecto MicroDinero. Reside actualmente en Buenos Aires.
Referencia
El ejemplo aymara en Bolivia. Saberes ancestrales y globalización (por Enzo Girardi, Capital Intelectual, 2009, Buenos Aires)
La noticia de su publicación comporta un hecho trascendente para el debate cultural y político latinoamericano del presente. Recoge un hecho puntual e histórico -el alzamiento etnosocial que catapultó a Evo Morales a la presidencia de Bolivia en enero de 2006-, pero arrastra en su análisis a toda una tradición crítica que, desde la conquista, viene indagando y problematizando los procesos de integración y exclusión en América Latina, los modos como se institucionalizan las diferencias entre clases/castas/etnias y, específicamente, cómo se incorporan las culturas indígenas en el escenario abierto por la modernización.
La cuestión, como puede suponerse, es de gran complejidad y de hecho ha sido y es asediada desde múltiples campos: el arte, la literatura, la historiografía, la antropología, la política, entre otros. Girardi propone una mirada que combina destrezas: lo especulativo del análisis en ningún momento pierde la sensibilidad frente a la inmediatez que el objeto provoca. En tal sentido el texto logra amalgamar la doble condición de analista y periodista de su autor, con una bifocalidad que, al tiempo que se sumerge en el espesor de los hechos, abstrae un paradigma de análisis (la hipótesis fuerte del libro es precisamente demostrar el carácter paradigmático, de “caso testigo” del movimiento insurgente aymara en Bolivia). En esta perspectiva -acaso la perspectiva del “explorador”, según las propias palabras de Girardi en la introducción- reside uno de los aportes más valiosos y originales del libro.
El libro se estructura sobre la base de una matriz en principio paradójica: la idea de que una revolución indígena, que pone en el centro de la lucha un imaginario arcaico y ancestral, logra su eficacia histórica en el terreno de la globalización. O lo que en otros términos podríamos pensar como la realización autonómica de una cultura en el escenario radicalmente heterónomo impuesto por la transnacionalización y la irrupción de nuevas tecnologías. En este marco, Girardi propone analizar experiencias como la del Movimiento al Socialismo de Evo Morales, del Ejército Zapatista de Liberación Nacional mexicano (EZLN) o de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie), entre otras.
Pero hay algo aún más sugerente. La paradoja no sólo se ve en los medios por los cuales estos movimientos se expresan, sino también por el contenido político que le imprimen. Si el vértigo tecnológico es un estadio alcanzado por el ritmo de expansión capitalista, resulta entonces revelador que la visibilidad y exposición global que alcanzan estos movimientos estén al servicio de un programa netamente rupturista, iconoclasta y “regresivo” (en el sentido mariateguiano del término, esto es, en tanto reinstalación de un sustrato indígena pre-capitalista, pre-moderno y pre-colonizador).
El nuevo paradigma aymara muestra, según lo expone claramente Girardi, la disolución de nociones centrales de la ciencia política moderna (o, si se prefiere, la inoperancia de categorías analíticas europeas para pensar la realidad latinoamericana), como las de “nación” o “civilización” (en singular, según la tradición republicana liberal), relevándolas por las de comunidades nacionalitarias o civilizaciones (siempre en plural). Del mismo modo se saca de encima conceptos cuasi-naturalizados y por lo general acríticos como los de “igualdad” o “universalidad”, poniendo en su lugar los de “politización de la diferencia” y “particularismo étnico y cultural”.
Esta reconceptualización, siguiendo el itinerario que plantea el autor, permite a su vez una relectura de pasajes fundamentales de la historia política reciente de Bolivia. La promesa de una reforma agraria que la Revolución de 1952 no completó, el despojamiento de tierras, recursos y extranjerización de la economía que signó el neoliberalismo, las denominadas guerras del gas y del agua en los ’90 y, finalmente, las condiciones políticas que permitieron la gestación de la revolución aymara y posterior entronización de su líder. Sin incurrir, afortunadamente, en la tentación “futurológica”, el libro se limita a dejar planteados los rasgos prominentes de un conflicto cultural, político y económico que Bolivia (pero no sólo este país) tiene por delante, conflicto simbolizado en la Santa Cruz de la Sierra blanca-mestiza y La Paz indígena.
Si es cierto lo que plantea Gramsci en sus Cuadernos de la cárcel, en el sentido de que “la historia de las clases subalternas es necesariamente disgregada y episódica”, creemos que el texto de Girardi rescata y viene a reponer un fragmento esencial para entender el devenir político y cultural latinoamericano, permitiendo comprender la matriz de los conflictos que envuelven al subcontinente y ensayar una crítica a la vez audaz y emancipadora.
Sobre el autor:
Enzo Girardi es analista y consultor en Asuntos Internacionales. Graduado en Ciencias de la Información en la Universidad Nacional de Córdoba (Argentina). En 2002 obtuvo un máster en Relaciones Internacionales por la Universidad Complutense de Madrid (España), donde está a punto de recibir el doctorado. Es uno de los impulsores y editor del proyecto MicroDinero. Reside actualmente en Buenos Aires.
Referencia
El ejemplo aymara en Bolivia. Saberes ancestrales y globalización (por Enzo Girardi, Capital Intelectual, 2009, Buenos Aires)
No hay comentarios:
Publicar un comentario