(Mundo Microfinanzas) La economía de China se expandió al 6,1 por ciento durante el primer trimestre de este año, el nivel más bajo en la última década. La desaceleración del crecimiento ha forzado en los últimos meses el regreso al espacio rural en busca de algún tipo de reinserción laboral de casi 30 millones de trabajadores, que durante el pasado quinquenio habían migrado desde sus aldeas a las ciudades con el fin de mejorar sus ingresos salariales.
Esta realidad, que para los parámetros demográficos de China representa una alerta de crisis con efectos sociales nocivos, disparó el interés del gobierno por desarrollar la incipiente industria de las microfinanzas.
Las autoridades han puesto en marcha un vasto programa de inversiones en materia de infraestructura, de unos US$ 595 mil millones, para sostener la economía y atenuar los previsibles efectos de la crisis financiera internacional sobre la actividad productiva.
De manera paralela a este plan, destinado a construir carreteras, viviendas, represas, caminos e infraestructura educativa, el gobierno promovió distintas líneas de crédito para incentivar la actividad productiva rural, según un informe de la agencia especializada en información económica y financiera Bloomberg que reprodujeron esta semana distintos medios de información en América Latina.
El 54 por ciento de la población del país reside en áreas rurales, donde el ingreso promedio es de unos 700 dólares anuales, menos de un tercio de los salarios que reciben los trabajadores urbanos.
En este contexto, los microcréditos para campesinos y microempresarios rurales se han convertido en una herramienta útil para sostener el consumo y el crecimiento económico en el ámbito rural.
Tammy Lam, ex oficial principal de riesgo de Citibank en Pekín, que el año pasado fundó la entidad de microfinanzas Rural Impact Professionals, explicó que “conseguir que el dinero baje al estrato inferior de la economía es muy, muy importante para el desarrollo de largo plazo de China”.
Wang Shulian, una microempresaria de 58 años que hace nueve años abrió una fábrica de yeso en una aldea situada en la provincia de Ningxia a partir de un préstamo de 146 dólares, presenta su propia experiencia como referencia para medir el impacto de las microfinanzas como medio para generar desarrollo local.
“Sin los préstamos aún seríamos pobres. El sistema es realmente efectivo. Muchas familias ahora ganan al menos varios miles de yuanes por año. Eso, sin los microcréditos, no sería posible”, afirmó.
El éxito de Wang alentó a sus vecinos a conseguir micropréstamos para criar ovejas, mejorar y extender sus cultivos, expandiendo la economía de su aldea más allá de la tradicional agricultura de subsistencia.
El prestamista de Wang, la entidad Ningxia Huimin Microfinance fue fundada en 1996 para atender de manera prioritaria la demanda de inclusión financiera de mujeres rurales, quienes se organizan en grupos para poder pagar la deuda que han asumido, una forma de compensar la falta de garantías al tomar el crédito.
El préstamo promedio de Ningxia Huimin es de 4 mil yuanes (unos 580 dólares) y las tasas de interés son de entre 10,2 y 12 por ciento anual. Su cartera de clientes abarca a prácticamente 4.500 hogares.
La entidad tiene previsto cuadruplicar sus préstamos hasta alcanzar los 76 millones de yuanes (casi US$ 12 millones) para 2012 y expandir sus servicios a unos 15 mil hogares, con el apoyo financiero de compañías nacionales, organizaciones internacionales y bancos, como el China Development Bank (CDB), una entidad prestamista estatal.
Los efectos de la crisis global sobre la economía doméstica activaron el interés de las autoridades nacionales por los micropréstamos. El Banco Central y la Comisión Normativa de la Banca de China (CBRC) emitieron en mayo de 2008 una directiva para promover el establecimiento en provincias del interior del país de entidades de microfinanzas, con el fin de incentivar la economía rural por medio de servicios de inclusión financiera.
Esta realidad, que para los parámetros demográficos de China representa una alerta de crisis con efectos sociales nocivos, disparó el interés del gobierno por desarrollar la incipiente industria de las microfinanzas.
Las autoridades han puesto en marcha un vasto programa de inversiones en materia de infraestructura, de unos US$ 595 mil millones, para sostener la economía y atenuar los previsibles efectos de la crisis financiera internacional sobre la actividad productiva.
De manera paralela a este plan, destinado a construir carreteras, viviendas, represas, caminos e infraestructura educativa, el gobierno promovió distintas líneas de crédito para incentivar la actividad productiva rural, según un informe de la agencia especializada en información económica y financiera Bloomberg que reprodujeron esta semana distintos medios de información en América Latina.
El 54 por ciento de la población del país reside en áreas rurales, donde el ingreso promedio es de unos 700 dólares anuales, menos de un tercio de los salarios que reciben los trabajadores urbanos.
En este contexto, los microcréditos para campesinos y microempresarios rurales se han convertido en una herramienta útil para sostener el consumo y el crecimiento económico en el ámbito rural.
Tammy Lam, ex oficial principal de riesgo de Citibank en Pekín, que el año pasado fundó la entidad de microfinanzas Rural Impact Professionals, explicó que “conseguir que el dinero baje al estrato inferior de la economía es muy, muy importante para el desarrollo de largo plazo de China”.
Wang Shulian, una microempresaria de 58 años que hace nueve años abrió una fábrica de yeso en una aldea situada en la provincia de Ningxia a partir de un préstamo de 146 dólares, presenta su propia experiencia como referencia para medir el impacto de las microfinanzas como medio para generar desarrollo local.
“Sin los préstamos aún seríamos pobres. El sistema es realmente efectivo. Muchas familias ahora ganan al menos varios miles de yuanes por año. Eso, sin los microcréditos, no sería posible”, afirmó.
El éxito de Wang alentó a sus vecinos a conseguir micropréstamos para criar ovejas, mejorar y extender sus cultivos, expandiendo la economía de su aldea más allá de la tradicional agricultura de subsistencia.
El prestamista de Wang, la entidad Ningxia Huimin Microfinance fue fundada en 1996 para atender de manera prioritaria la demanda de inclusión financiera de mujeres rurales, quienes se organizan en grupos para poder pagar la deuda que han asumido, una forma de compensar la falta de garantías al tomar el crédito.
El préstamo promedio de Ningxia Huimin es de 4 mil yuanes (unos 580 dólares) y las tasas de interés son de entre 10,2 y 12 por ciento anual. Su cartera de clientes abarca a prácticamente 4.500 hogares.
La entidad tiene previsto cuadruplicar sus préstamos hasta alcanzar los 76 millones de yuanes (casi US$ 12 millones) para 2012 y expandir sus servicios a unos 15 mil hogares, con el apoyo financiero de compañías nacionales, organizaciones internacionales y bancos, como el China Development Bank (CDB), una entidad prestamista estatal.
Los efectos de la crisis global sobre la economía doméstica activaron el interés de las autoridades nacionales por los micropréstamos. El Banco Central y la Comisión Normativa de la Banca de China (CBRC) emitieron en mayo de 2008 una directiva para promover el establecimiento en provincias del interior del país de entidades de microfinanzas, con el fin de incentivar la economía rural por medio de servicios de inclusión financiera.
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