(Mundo Microfinanzas) Menos de la mitad de microemprendedores invierten el dinero de sus créditos en iniciativas productivas (grassroots businesses), revela una reciente investigación sobre resultados de políticas de reducción de la pobreza.
Según publica hoy el diario británico Financial Times, los investigadores afirman que los microprestatarios, muchos de ellos ubicados en franjas de extrema pobreza, usan los préstamos para otros propósitos, como por ejemplo la compra de reservas de comida.
Esto muestra, según el estudio, que los beneficios del sistema de microcrédito, de veloz crecimiento en los últimos años, no está respondiendo a las demandas para las cuales fue concebido, esto es, como recurso para la inserción económica y financiera de los pobres.
Stuart Rutherford, autor de numerosos libros sobre construcción de economías sustentables e inclusión social y creador del programa bangladesí SafeSave, de BRAC, lideró un proyecto de investigación de tres años con microprestatarios de Bangladesh.
El académico afirma que se han detectado desvíos en el destino de los fondos, puntualmente hacia fines más primarios, como la alimentación. Y que las entidades prestamistas se mantienen impasibles ante tal situación, "dándose cuenta, pragmáticamente, que la historia de microempresas prósperas hechas de la nada fue valiosa para la industria tomada como un todo (as a whole)".
Shafiqual Haque Choudhury, presidente de ASA, una de las instituciones microfinancieras más importantes de Bangladesh y del mundo, admite que hay microprestatarios que no invierten el dinero con fines productivos, pero no coincide en la proporción estimada por Rutherford.
"Algunos usan parte de sus préstamos para consumo, especialmente aquellos que deben afrontar duras penurias debido al elevado precio de los alimentos. Pero no estoy de acuerdo que sea una práctica generalizada", señala Choudhury, siempre según el artículo del FT, firmado por David Chazan desde París.
Por su parte Jonathan Morduch, de la New York University (NYU), no ve problemas en el hecho de que la gente use el crédito para comprar comida o cuidar su salud: "Si ellos están saludables, podrán trabajar más y devolver los préstamos".
Para Choudhury, si los clientes de microfinancieras no invirtieran su dinero productivamente, no sería posible su devolución, "y casi todos nuestros fondos son cancelados".
Morduch sostiene que el descubrimiento abre la posibilidad de usar el microcrédito en beneficio de pobres de áreas urbanas que tienen trabajo, antes que para el autoempleo (fundamentalmente de áreas rurales, como las más importantes instituciones de Bangladesh: Grameen y ASA, entre otras).
Referencia (nota de posedición)
Entre la vasta obra publicada por Stuart Rutherford sobre impacto de las microfinanzas véase, especialmente, The Pledge. ASA, Peasant Politics and Microfinance in the Development of Bangladesh (Oxford University Press, Nueva York, 2009)
Stuart Rutherford |
Según publica hoy el diario británico Financial Times, los investigadores afirman que los microprestatarios, muchos de ellos ubicados en franjas de extrema pobreza, usan los préstamos para otros propósitos, como por ejemplo la compra de reservas de comida.
Esto muestra, según el estudio, que los beneficios del sistema de microcrédito, de veloz crecimiento en los últimos años, no está respondiendo a las demandas para las cuales fue concebido, esto es, como recurso para la inserción económica y financiera de los pobres.
Stuart Rutherford, autor de numerosos libros sobre construcción de economías sustentables e inclusión social y creador del programa bangladesí SafeSave, de BRAC, lideró un proyecto de investigación de tres años con microprestatarios de Bangladesh.
El académico afirma que se han detectado desvíos en el destino de los fondos, puntualmente hacia fines más primarios, como la alimentación. Y que las entidades prestamistas se mantienen impasibles ante tal situación, "dándose cuenta, pragmáticamente, que la historia de microempresas prósperas hechas de la nada fue valiosa para la industria tomada como un todo (as a whole)".
Shafiqual Haque Choudhury, presidente de ASA, una de las instituciones microfinancieras más importantes de Bangladesh y del mundo, admite que hay microprestatarios que no invierten el dinero con fines productivos, pero no coincide en la proporción estimada por Rutherford.
"Algunos usan parte de sus préstamos para consumo, especialmente aquellos que deben afrontar duras penurias debido al elevado precio de los alimentos. Pero no estoy de acuerdo que sea una práctica generalizada", señala Choudhury, siempre según el artículo del FT, firmado por David Chazan desde París.
Por su parte Jonathan Morduch, de la New York University (NYU), no ve problemas en el hecho de que la gente use el crédito para comprar comida o cuidar su salud: "Si ellos están saludables, podrán trabajar más y devolver los préstamos".
Para Choudhury, si los clientes de microfinancieras no invirtieran su dinero productivamente, no sería posible su devolución, "y casi todos nuestros fondos son cancelados".
Morduch sostiene que el descubrimiento abre la posibilidad de usar el microcrédito en beneficio de pobres de áreas urbanas que tienen trabajo, antes que para el autoempleo (fundamentalmente de áreas rurales, como las más importantes instituciones de Bangladesh: Grameen y ASA, entre otras).
Referencia (nota de posedición)
Entre la vasta obra publicada por Stuart Rutherford sobre impacto de las microfinanzas véase, especialmente, The Pledge. ASA, Peasant Politics and Microfinance in the Development of Bangladesh (Oxford University Press, Nueva York, 2009)
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