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viernes, 8 de octubre de 2010

Desempeño social y financiero: El punto de vista de los inversores


Panel de inversores en el Foromic 2010, del Fomin
(foto: BID)

(Mundo Microfinanzas) La intervención de una asistente del público, al final del encuentro, despertó risas y cierta sorpresa en el panel. A propósito de la discusión sobre cómo medir el impacto social de las microfinanzas, puso como ejemplo el de su institución que, según dijo, tiene como una de sus metas el empoderamiento de la mujer: “Hoy el 30% de nuestras clientes se ha divorciado. Ello prueba el éxito de nuestra misión”.

La anécdota se tomó con humor y despertó algún que otro comentario sexista, pero sobre todo sirvió para ilustrar la dificultad conceptual-metodológica en que se vio inmerso el panel “Desempeño financiero y social en microfinanzas: La perspectiva de los inversores”, a primeras horas de la tarde del jueves, durante la segunda jornada del Foro Interamericano de la Microempresa (Foromic 2010), que se cierra hoy en Montevideo, con organización del Fomin.

La dificultad para medir el impacto social de la inversión. Distinción entre “desempeño” e “impacto”. La necesidad de contar con instrumentos claros y homogéneos. ¿Financiamos desarrollo o luchamos contra la pobreza? ¿Cómo se posiciona el inversor de microfinanzas frente a los cambios que está experimentando la industria? Estos fueron algunos de los tópicos que surgieron del debate y de la exposición de cinco representantes de firmas inversoras y gerenciadoras de activos: Loïc de Conniêre (Incofin, Bélgica), Jean Pierre Klumpp (BlueOrchard, Suiza), Chuck Olson (Deutsche Bank Social Investments Funds, EE.UU), Ben Simmes (Oikocredit, Países Bajos), Christian Speckhardt (ResponsAbility, Suiza). La tarea, por momentos ardua, de moderar la discusión corrió a cargo de Sergio Navajas, oficial de inversiones de Fomin.

Hubo, sí, acuerdo en la dificultad, o al menos la complejidad, para medir estos resultados, insumo esencial para un inversor social y financieramente motivado.

Klumpp recurrió a una metáfora deportiva como para aclarar de entrada todo posible deslizamiento semántico entre impacto y desempeño. Una cosa es medir cuánto corrí en una maratón. Otra cosa es evaluar la condición del atleta, ver si está preparado para cumplir la meta, si tiene una dirección adecuada.

De Conniêre resaltó que “impacto” no es sólo ver la evolución de los ingresos de microempresarios a lo largo del tiempo, su eventual mejoramiento de condiciones de vida. También implica comparar estos resultados con aquellos que no usaron productos de microfinanzas.

Olson planteó un tema empírico duro: el fondo de inversión social del Deutsche no presta a quienes fijan altas tasas de interés (ese es el motivo, dijo, por el que no intervienen en México). La tasa de interés es clave: las instituciones más eficientes aseguran así que los recursos llegan.

La intervención de Simmes introdujo el devenir de las microfinanzas. Y la instancia de desarrollo en que se encuentra la industria. Si en sus comienzos (y Oikocredit es uno de los pioneros) se trataba de ampliar servicios financieros, una segunda etapa impuso la necesidad de hacer sostenible la actividad y la inversión, una tercera demanda eficacia social, además de financiera. Este aspecto debe ser una responsabilidad conjunta con las instituciones socias.

Speckhardt, por su parte, resaltó también la necesidad de un trabajo en conjunto. La importancia de reunirse y coordinar, de estar informados. Los insumos tienen que estar armonizados. Como inversor, se necesitan detalles exactos.

Economía de preguntas

Otro incidente risueño del debate fue cuántos puntos incluir en una encuesta de desempeño. Comenzó de Conniêre: Incofin usa un sofisticado software, que toma en cuenta misión y visión, alcance, recursos humanos, responsabilidad social empresarial, calidad del servicio… En total son 43 preguntas que responde el gerente de la microfinanciera, pero la planilla es llenada por un técnico de la firma inversora.

Simmes propuso 22 preguntas, con buenos indicadores de gobernanza. Insistió en la necesidad de armonizar definiciones, hacerlas útiles para toda la industria. Cuáles son los indicadores significativos y cómo se miden.

Deutsche trabaja con 20 preguntas: alineación con la misión, en qué segmento socioeconómico se evidencia el impacto, alcance. Pero respecto al alcance, Olson matizó: hay pequeños en áreas específicas que tienen su importancia. Se manifestó además por evaluar prácticas (“vamos del dicho al hecho”, citó en español) e ir a los archivos de la institución, donde el inversor halla gran cantidad de información útil para sus decisiones.

Algunas palabras finales

Simmes: Se suman nuevos jugadores, nuevos productos. Las microfinanzas crecen y hay cada vez mayor presión para que crezcan.

Olson: Siempre hemos financiado desarrollo. No está en nuestra misión mitigar la pobreza.

Speckhardt: Hay algo que no va a cambiar y es la misión social. Todo este debate es útil para alinearnos mejor con esa misión. Las cosas avanzan rápido, entonces no hay que perder de vista ese objetivo.

Klumpp: Nosotros sí tenemos como objetivo la lucha contra la pobreza. El acceso a las finanzas es un eslabón para llegar a esa meta.

Más de Speckhardt: No nos posicionemos como los que estamos cambiando el mundo. Apuntemos al desarrollo, objetivos más modestos y honestos, con los pies en la tierra. Evitemos definiciones fundamentalistas.

De Conniêre: Los que sólo están interesados por retornos financieros no debieran ingresar en esta industria. Eso no implica que tengamos que ser muy profesionales, muy serios, que haya un intercambio de valores.