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miércoles, 17 de marzo de 2010

Tres corrientes mundiales de empresariado social y una síntesis francesa


(Mundo Microfinanzas) El concepto de “empresariado social” está comenzando a circular cada vez con más insistencia en Francia.

La realización del Salon des Entrepreneurs en París, en febrero pasado (y su próxima edición en junio en Lyon), la visita de Muhamad Yunus, el reciente paquete de medidas del gobierno para impulsar el microcrédito… todo ello ha contribuido a crear un ambiente donde las ideas cristalizadas de empresa-lucro-mercado-capital comienzan a astillarse y a propiciar reformulaciones. Por cierto, la crisis financiera y económica global es el telón de fondo de esta discusión.

El diario parisino Le Figaro publicó este miércoles un análisis de Hugues Sibille, presidente de la Agence de Valorisation des Initiatives Socio-économiques (Avise), en el que explica por qué el concepto de “empresariado social” parece ir viento en popa en Francia.

Su opinión es interesante también ya que hace un discernimiento de tres corrientes de pensamiento (una europea, otra norteamericana, otra asiática) que confluyen, con sus matices y diferencias, en lo que en la actualidad se intenta definir como “empresariado social”.

Lo que sigue es una transposición del francés de las ideas-fuerza del artículo.

“El empresariado social va viento en popa. Testimonio de ello es el reciente éxito del último Salon des Entrepreneurs, donde la vedette fue la visita del premio Nobel de la Paz, Muhammad Yunus".

"El éxito se debe a numerosas causas: la crisis financiera ha puesto en cuestión cierta forma de capitalismo, centrada sobre el cortoplacismo y el retorno financiero. Los consumidores se convierten en consum’actores (consom'acteurs). Los jóvenes graduados o profesionales cansados de las multinacionales quieren conciliar el gusto de la iniciativa empresaria con la búsqueda de una cierta utilidad social".

"El término “empresariado social” (entrepreneuriat social) no está del todo estabilizado. Hace referencia a tres corrientes provenientes de tres partes del mundo. La más antigua es europea: es la economía social, que reúne a sociedades de personas, a saber: asociaciones, cooperativas y mutuales. A diferencia de las sociedades de capital, estas estructuras funcionan sobre el mercado según un principio lucrativo limitado y de gestión democrática: un hombre, una voz. A la corriente histórica creada por las grandes familias cooperativas se agregan desde hace treinta años nuevas iniciativas empresariales: empresas de inserción, comercio justo, finanzas solidarias… cobijadas bajo el término de economía solidaria al servicio de los excluidos o de los más débiles. En conjunto, forman la economía social y solidaria".

"La segunda corriente, más reciente, es de origen americano. Es aquella que ha difundido el término de empresariado social. Valoriza las iniciativas no lucrativas, con frecuencia financiadas por fundaciones, muchas de ellas de los Estados Unidos, y renovadas por la aparición de la “Filantropía de Empresa” (Venture Philanthropy, en inglés en el original). Muy presente en las grandes universidades americanas (Yale, Harvard…), ha sido popularizada por Ashoka en todas partes del mundo.

"Finalmente, la última corriente, el “Negocio Social” (Social Business, en inglés en el original), iniciado por Muhammad Yunus, premio Nobel de la Paz e inventor del microcrédito, apunta a erradicar la pobreza de los países del sur, produciendo y vendiendo productos que en el mercado tienen un precio muy elevado. La primera experiencia: la sociedad entre el Grameen Bank y Danone en Bangladesh para producir los yogures en condiciones nutricionales y económicas adaptadas al contexto local. Yunus defiende el mercado, pero ataca la obsesión por el lucro".

"Estas tres corrientes tienen puntos en común (reconocimiento del mercado, lucro limitado, búsqueda de utilidad social) y diferencias (la economía social pone el acento en la propiedad común y la gestión democrática, que no es el caso del Social Business). En Francia, la creación en enero de 2010 del Movimiento de Empresarios Sociales (Mouves) apunta a ser una síntesis de estas corrientes proponiendo un esquema de criterios y la puesta en marcha progresiva de una marca. Se trata de reafirmar y renovar la corriente histórica junto a los nuevos aportes empresariales, socialmente innovadores y, sobre todo, demandar y llevar a la práctica el “lenguaje de la prueba” (“langage de la preuve”). Ya no basta decir que es una empresa diferente. Ahora es necesario demostrarlo".

"El empresariado social se encamina a renovar la concepción de la empresa conjugando valores humanistas, estatutos y reglas que limiten el lucro y prácticas que se adecuen a estos valores y esos estatutos. Si la empresa social va viento en popa, es necesario sin embargo precaverse de una 'sobreventa', como le ha pasado al microcrédito. El empresariado social no es una solución milagrosa, sino una solución entre otras. Permite extender la 'biodiversidad' de las empresas lo que, en sí, ya es un progreso. Permite revalorizar la innovación social junto a la innovación tecnológica. El Gran Préstamo (Grand Emprunt, en relación a una política del gobierno de Francia aprobada recientemente por el Senado) ha previsto consagrar 100 millones de euros a esta 'empresa otra' ("entreprendre autrement"). El empresariado social se esfuerza por demostrar que no hay que confundir mercado y capitalismo".

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