(Discurso
del secretario general de la Organización de Estados Americanos, José Miguel
Insulza, en la 28ª Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores, 3
de julio de 2014, Washington D.C.) Les doy la más cordial bienvenida a esta
Casa de las Américas. Una reunión de consulta como ésta proporciona el
escenario más visible de nuestro hemisferio para informar y discutir sobre un
tema de la importancia del que enfrentamos hoy.
Nos reúne aquí hoy una situación que se arrastra por bastante más de una
década, que afecta a uno de los países miembros de nuestra Organización, pero
que reviste un indudable interés para todo el hemisferio.
La situación provocada por la acción de los fondos especulativos en contra de
la economía argentina no sólo amenaza la estabilidad financiera de este hermano
país, sino que además daña gravemente los mecanismos de reestructuración de
deuda soberana que se han venido desarrollando, con el acuerdo de los
organismos internacionales de crédito, para permitir a numerosos países superar
sus crisis de deuda y ponerse nuevamente en la perspectiva del crecimiento.
Enfrentamos aquí una triple paradoja.
Desde hace mucho tiempo se ha extendido a través de todo el mundo un sistema de
responsabilidad limitada por el cual una empresa o corporación que se declara
en quiebra responde solamente hasta el monto de sus haberes y en ningún caso el
cobro de sus deudas puede afectar el patrimonio de sus accionistas. Las
legislaciones nacionales establecen, en todo el mundo, mecanismos a través de
los cuales sus empresas pueden pagar ordenada y paulatinamente a sus acreedores
e, incluso, reiniciar sus actividades en condiciones que les permitan una nueva
oportunidad; y también aseguran a los accionistas o depositantes que ese
perjuicio no los afecta. Cuando se trata de grandes corporaciones, esa
responsabilidad limitada se ha hecho aún más explícita y ha dado origen a una
frase con pretensiones casi éticas: “Too Big to Fail”, indicando que las
cantidades de interesados, accionistas o depositantes, que serían afectados; el
derrame de las pérdidas hacia otras empresas; la cantidad de empleos que se
pierden; el efecto general en la economía, obliga a rescatar a esas empresas.
En la economía global, esta responsabilidad limitada no está consagrada. La
única posibilidad que los estados soberanos tienen para reestructurar su deuda
es alcanzar acuerdos colectivos con sus acreedores, con el respaldo del sistema
internacional. Esta fórmula permite conciliar las demandas de los acreedores
(muchos de los cuales ya han recibido ganancias importantes por vía de altos
intereses cobrados) con la necesidad de los países de crecer para no causar
daño a sus pueblos, especialmente a los sectores más vulnerables y, además,
pagar la deuda reestructurada.
Sin embargo, parece ser que para algunos actores indeseados en esta economía
global, la eventual quiebra de un estado, con enormes daños para sus
ciudadanos, especialmente los más pobres, nunca es “too big”. Al contrario, la
crisis es siempre una oportunidad para ellos. Por eso se llaman fondos buitres,
no de manera peyorativa, sino ajustada a la verdad: merodean incansablemente
por la economía global, buscando sus partes débiles, para comprar empresas en
crisis y desmantelarlas o para comprar a precio vil deudas de difícil cobro o
aprovechar adecuadamente las dificultades de un país para obtener dinero en los
mercados internacionales y comprar sus bonos con un muy alto rendimiento. Y no
importa que quien gobierna ese país no haya contraído las deudas, que ellas
hayan sido producto de políticas erradas o que esto redunde en el aumento de la
pobreza. Comprar a 10 y ganar 1000 es lo que buscan los “fondos buitre”, cualquiera
que sea el daño que produzcan en un país y su población. Compran
barato y ganan mucho.
Pero hasta ahora pensábamos que este era un negocio de
alto riesgo. Ahora resulta que no lo es.
Dijo el presidente de Argentina Néstor Kirchner en su memorable discurso en la
Cumbre de Monterrey, México, en enero de 2004 (cito):
… ”los
acreedores privados (deben) asumir que así como en su momento obtuvieron
altísimos intereses, que les cubrieron de pérdidas un 30 por ciento anual,
ganando en un año lo que otros ganan en 30, habían asumido un fuerte riesgo que
hoy deben afrontar. Era en definitiva la envergadura del riesgo que asumían. Es
una regla del capitalismo serio que los altos intereses respecto de la media
internacional indiquen que el inversor ha optado por el riesgo en detrimento
del valor seguridad”.
“En la mayor crisis de mi país -agregó el presidente- me tocaba gobernar la
provincia de Santa Cruz y retiré los fondos de mi país llevándolos a la Reserva
Federal de los Estados Unidos a una tasa de un 1 por ciento anual, mientras
había gente que invertía en mi país al 30 por ciento anual, ganando en un año
lo que nosotros nos proponíamos ganar en 30. Cuando uno tiene altas tasas de
interés asume como meta el riesgo y no la seguridad de la inversión. En esas
condiciones no resulta ni moral ni racional la protección que por allí se
postula a favor de quien manejó sus fondos como si concurriera a un casino de
juego" (fin de la cita).
Ahora se
dice que los que apuestan en el juego especulativo de las finanzas
internacionales pueden cometer cualquier exceso, porque siempre serán
protegidos de la misma manera que aquellos que ejercen la prudencia y aceptan
reglas del juego más limpias y solidarias.
El segundo aspecto de la paradoja es que los esfuerzos por crear un sistema de
reestructuración de la deuda soberana que proteja los intereses legítimos de
los tenedores de bonos, y a la vez evite que los países se vean impedidos de
crecer y atender las necesidades urgentes de sus ciudadanos, agobiados por el
peso de su deuda, encuentren el espacio suficiente para hacerlo; se encuentran
ahora hipotecados por una decisión que dice que el que acepta una renegociación
y el que no la acepta debe pagarse al mismo tiempo.
Mejor que yo, lo dice el “Amicus Curiae” presentado por el gobierno de Estados
Unidos ante la Corte de Apelaciones del Segundo Distrito (cito):
“The District Court´s interpretation of the pari passu
provision could enable a single creditor to thwart the implementation on an
internationally supported restructuring plan… Allowing creditors recourse to
such an enforcement mechanism would have adverse consequences on the prospects
for voluntary sovereign debt restructuring, on the stability of international
financial markets and on the repayment of loans extended by international
financial institutions” (fin de la cita).
En otros términos, ¿quién
va a concurrir a una negociación para recibir un porcentaje de la deuda
original, si la negociación exitosa de otros le permitirá cobrar judicialmente
el total?
Pero la peor paradoja es que, aunque los gobiernos de todos nuestros países y
los organismos internacionales que hemos formado, están de acuerdo en que se
está llevando a cabo una injusta aberración, no aparezcan hasta ahora los
instrumentos para corregirla. Espero que esta reunión de consulta sea útil para
ello.
Señores ministros, señores delegados. Concluyo recurriendo nuevamente a las
palabras de Néstor Kirchner en Monterrey:
“Asumiendo
que nuestra deuda es un problema central mantenemos una posición que nos
interesa aquí reafirmar: no podemos pagar de un modo que lesione las
perspectivas de crecimiento económico y la gobernabilidad generando más
pobreza, hambre, exclusión y conflictividad social. Esto ya se hizo y el
resultado fue poner al país al borde de la ruptura institucional y la
desintegración social… Nadie obtendrá beneficios si se ahoga el crecimiento
de nuestra economía. La falta de crecimiento imposibilitaría pagar siquiera lo
comprometido con los organismos multilaterales; la falta de crecimiento mataría
nuestras esperanzas…”.
Un año
después, en 2005, Argentina alcanzaría la primera renegociación de su deuda,
seguida de una segunda en 2010 y ha ido pagando sus deudas, gracias al
crecimiento de su economía. Ayudemos a que aquellas esperanzas se sigan
haciendo realidad.
Muchas
gracias
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