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miércoles, 16 de julio de 2014

Alquímica Buenos Aires, enamorando emprendedores

Adriana Bottiglieri y Natalia E. Tamayo,
creadoras del espacio Startup Dating
(foto: Mundo Microfinanzas)

(Mundo Microfinanzas) Dos llamadas a conectar y tender puentes (entre personas; entre persona e idea; entre ideas y su realización, entre otras combinaciones posibles) estaban destinadas, ellas mismas, a conectarse.

Alguno de los muchos eventos que Buenos Aires ofrece a emprendedores, resueltos a llevar a la práctica su proyecto de negocio, hizo que los caminos de Adriana y Natalia, al fin, se entrecruzaran.

El resultado de la convergencia no se hizo esperar. Startup Dating es, ¿cómo decirlo? Una idea simple, con una ejecución maestra.

A veces no es necesario inventar la pólvora. A veces alcanza con tener un propósito claro, una comunicación eficaz y la perspicacia para saber elegir quiénes habrán de acudir a la cita.

Startup Dating es, ante todo, eso, una cita. Un encuentro de emprendedores, mentores y sponsors. De cuya alquimia siempre surgen cosas. Desde la factibilidad de un negocio a una mirada distinta, e inspiradora, de cómo encaminar o reenfocar un proyecto.

El segundo de estos encuentros ocurrió hace algunos días en Carnal, un resto bar de Palermo Hollywood (Palermo es una “ciudad dentro de la ciudad” y sus tantas sub-denominaciones responden al perfil comercial que hayan acertado a dar sus vecinos… a veces también por el marketing inmobiliario, claro). La convocatoria fue un éxito.

No faltaron los mentores, cuidadosamente invitados según sus especialidades (finanzas, marketing, legal, tecnología…); no faltaron los patrocinantes, interesados en posicionarse en este creciente segmento socio-productivo; y por cierto no faltaron los emprendedores, alma y motivo del encuentro.

Como editor de Mundo Microfinanzas -emprendedor al fin-, fui invitado a inscribirme. Hice el registro de rigor y completé el breve formulario. Al saber de la cantidad de inscriptos, y de los cupos limitados, decliné el convite a favor de quienes pudieran tener mejores argumentos que los míos. A cambio, ofrecí a Natalia y Adriana una conversación post-evento, para luego publicar y difundir la experiencia.

Café Dating

Nos encontramos en un cafecito de la avenida Santa Fe. El invierno ha empezado a hacerse sentir por estas latitudes.

Adriana Bottiglieri y Natalia E. Tamayo disimulan la edad que se llevan -algunos años pero no muchos- detrás de una energética y una capacidad de iniciativa en común.

Una se formó en literatura (lo que es decir: en letras), otra en administración de empresas (lo que es decir: en números); una argentina, otra colombiana; una adquirió experiencia profesional trabajando para compañías privadas, otra viene con bagaje empresarial desde la universidad y también por vía de su madre, exitosa emprendedora en su Armenia natal. Dos hojas de vida diferentes. Una intersección afortunada.

“El éxito de la convocatoria fue resultado del boca a boca. Hicimos algo de redes sociales, pero lo que funcionó fue sobre todo el boca a boca. La verdad no pensábamos tener tantos inscriptos los dos primeros días de la convocatoria”, confiesa Natalia.

“Nos ayudó también el hecho de que Buenos Aires tiene un ecosistema de emprendedores activo, con algunas instituciones importantes que están apoyando, incluyendo al gobierno local”, comenta Adriana.

El segundo encuentro de Startup Dating consistió en una dinámica de presentaciones entre emprendedores y mentores. Cada emprendedor tiene tres minutos para presentarle al mentor su proyecto, y el mentor tiene cinco para hacerle una devolución desde su especialidad. Al zumbido de una vuvuzela, las parejas se desarman y se forman otras nuevas.

“Es fantástico ver cómo a cada intercambio sucede una perspectiva distinta del negocio que uno tiene en la cabeza. Cómo uno puede ir modificando, ajustando o mejorando ideas ya concebidas”, dice Natalia.

Adriana comparte y agrega que escuchar a los emprendedores también es muy inspirador: “Son muchas veces relatos de vida… cada uno es una historia de intentos, aproximaciones, dudas… a veces de frustraciones y bloqueos”.

El perfil de los emprendedores

Al fin y al cabo hacen un poco de casamenteras, en una suerte de celestinismo empresarial, si se nos permite la analogía literaria.

Allanando caminos, emparejando Calistos y Melibeas del universo startup de Buenos Aires, ellas van detrás del embrujo: concertar el impulso de un emprendedor, a veces obstinado, unidireccional, y el saber de un mentor, capaz de poner en caja un proyecto y guiarlo mejor hacia su materialización.

La mayoría de los 75 emprendedores que participaron del segundo encuentro Startup Dating tienen algún desarrollo hecho.

Del perfil elaborado por las organizadoras, surge que apenas el 4% está en proceso de desarrollar un plan o modelo de negocio. Un 31% calificó dentro de quienes ya han empezado a invertirle tiempo y/o dinero a su iniciativa; un 44% ya ha desarrollado una versión beta del producto y experimenta con algunos clientes; mientras que el 21% restante tiene su startup ya funcionando y con clientes.

Una abrumadora mayoría, en tanto, aplica dentro de la categoría Prestación de servicios (52%) o Sistemas y tecnología (40%); el resto involucra Elaboración de productos (8%).

Como se ve, proyectos con alguna diversidad y complejidad que han puesto a prueba la capacidad y repentización de respuesta de los mentores.

Con tres años viviendo en esta ciudad, Natalia concede que los argentinos pecan a veces de fantasiosos, que “vuelan alto” con sus proyectos de empresa. Pero a la vez dice que eso es el mejor combustible del emprendedor. Hay que creerse el deseo. Ir más allá, no quedarse en el confort de lo ya conseguido.

En días de plena fiebre mundialista, ella pone el ejemplo de la selección colombiana, a la que siguió con fanatismo durante toda su participación en Brasil 2014: un equipo con mucho talento, al que sólo le faltaba creer en su potencial.

También ofrece su propia historia de vida. De ver desde niña progresar a su madre como vendedora, diversificando productos y clientelas, pero siempre a domicilio.

“Siempre le digo que hay que instalar un local, que así va a vender más y progresar más. Ella está conforme así”, nos dice.

“Networking” es una palabra que aparece en la conversación. Pienso que estos anglicismos, más que como préstamos lingüísticos, funcionan como palabras claves para designar nuevos modos de relacionarse, de establecer contactos, de abrir espacios de “socialización productiva”, digamos así.

Como ha dicho Adriana, Buenos Aires parece estar encontrando un ámbito donde estas redes se expanden y germinan.

Al despedirnos nos golpea el vientito frío que anda por la avenida.

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