Bienvenido a este blog

Este blog de microfinanzas comenzó a actualizarse el 1 de febrero de 2008 y se cerró el 30 de noviembre de 2015.

miércoles, 20 de marzo de 2013

Entrevista: Microfinanzas como un componente de las políticas de estabilización

Guido Zack, con la Gran Vía de fondo: "En América Latina, una crisis como la de
España significaría mucha gente perforando la línea de la pobreza"
(Foto: Mundo Microfinanzas)

Guido Zack luce tal vez algunos años menos de los 30 que tiene, pero con un modo de hablar muy preciso y controlado, como si hubiese dedicado toda una vida a conferenciar. Desde hace unos años está radicado en España, como investigador del Instituto de Estudios Latinoamericanos (Ielat), de la Universidad de Alcalá de Henares (UAH). Y es interesante notar en su palabra esa doble mirada, la de su origen argentino y latinoamericano por un lado, y la del economista investigador en una universidad española por otro. Aunque esa doble perspectiva le acarree por momentos alguna vacilación gramatical.

Lo conocimos en diciembre en Quito, en ocasión de una conferencia sobre políticas públicas e inclusión financiera organizada por el Banco Central del Ecuador (BCE) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Allí expuso sobre el desencadenamiento de la crisis financiera en España y planteó la idea -contraintuitiva, si se quiere- de que la inclusión financiera, bajo ciertas condiciones, puede ser algo malo.

Semanas atrás Mundo Microfinanzas pudo entrevistarlo en Madrid, café por medio, con un clima social tenso, perceptible en las plazas, en algunos rostros, en improvisados carteles que cuelgan de algunos balcones, en las fracciones de charla que uno puede captar caminando por la calle. La crisis en España vuelve a ser tema convocante, pero sus conexiones con América Latina siempre están presentes. Explícitas o tácitas, por exceso o defecto. Guido deja entibiar su capuchino y nos ofrece su perspectiva, enriquecida por el aquí y por el allá. 

MMF: Recuerdo tu exposición en Quito. Allí vos propusiste la idea de la inclusión financiera como un concepto que hay que debatir, cuestionar, y que no siempre hay que darlo por sentado como concepto en sí benéfico. Me gustaría que retomemos esa línea y avances un poco sobre esa idea.

Guido Zack: Sí, en realidad la idea que quería presentar en Quito, viniendo desde España y yendo a un seminario prácticamente latinoamericano, es que España es un país que tiene una inclusión financiera importante, pero que esa inclusión financiera por sí sola no basta. Sin educación financiera, incluso genera efectos contraproducentes. Es decir, uno quiere inclusión financiera para que la gente tenga acceso a los servicios financieros, para que en los momentos que tiene un excedente de ingreso tenga la posibilidad de ahorrar. Incluso que pueda pedir prestado cuando sus gastos son más altos que sus ingresos. No me refiero necesariamente a gastos de consumo. A lo mejor para una inversión, un proyecto productivo… Entonces, la inclusión financiera permitiría a la gente mejorar su bienestar, estabilizar su consumo, ahorrar y tener un rendimiento por ese ahorro. Pero ¿qué pasó? Yo quería dejar en claro que la inclusión financiera por sí sola no basta, porque América Latina es una región cuya inclusión financiera no está tan desarrollada como en España. Mostraba cómo los indicadores de inclusión financiera en España eran mucho más elevados que en muchos países de América Latina. Y bueno, lo que sucedió es que esa inclusión financiera en España no vino acompañada de educación y hoy, lo que vive España, es una crisis de sobreendeudamiento originalmente privado. Hoy el sector público también está bastante endeudado, sobre todo por la política contracíclica que desarrolló a partir de la crisis. Pero en el momento del estallido de la crisis el estado tenía un nivel de deuda bajo, de 35 puntos del PIB, mientras que el sector privado tenía una deuda que representaba 200 puntos del PIB. Evidentemente, estaban endeudados por encima de lo que iban a poder pagar una vez que la burbuja inmobiliaria estallara. Der ahí que, como concepto global, en España hubo un proceso de inclusión financiera muy importante que no fue acompañado por un proceso de educación financiera ni por el lado de los clientes ni por el lado de las instituciones financieras, que no sólo permitieron sino que además fomentaron el sobreendeudamiento de las personas. También con una lógica muy perversa del sector financiero, al menos hasta 2008 y posiblemente en la actualidad también, del rendimiento de corto plazo y de no tener en cuenta las estrategias de riesgo de las instituciones. Me refiero básicamente a las retribuciones a los empleados del banco por los bonos de fin de año. Lo que les convenía era que la gente se endeudara: que se endeuden y así obtener un beneficio para el banco. Si al año siguiente no podían pagar, no les iban a quitar el bono de ese año. Ese año ya habían cobrado el bono y no se los quitaba nadie.

MMF: ¿Digamos que ahora habría que hacer un camino regresivo? ¿Un volver atrás, poner énfasis en la educación y repensar la bancarización y el uso de los servicios financieros?

GZ: En parte sí. La marcha atrás te la va dando la dinámica económica misma. Hoy por hoy la morosidad en España está llegando al 10 por ciento. Eso hace que mucha gente que tenía acceso a servicios financieros ya no los tenga. Evidentemente eso no es positivo. Lo positivo hubiera sido avanzar con la educación, sin retroceder con la inclusión. El problema del retroceso de la inclusión financiera es un hecho que es muy difícil de revertir. Sólo se va a revertir cuando mejore la situación económica. Pero paralelamente a eso sería deseable que se avance sobre la educación financiera porque en algún momento, tarde o temprano, el ciclo se va a revertir y España va a volver a crecer. Y además España sigue teniendo un nivel de inclusión financiera muy importante. Entonces, sería esencial agarrar el problema a tiempo y empezar hoy con temas de educación financiera. El problema es que ahora no hay presupuesto, así que difícilmente se planteen este desafío.

MMF: En Quito mencionaste el programa de educación financiera en España. ¿El problema es que no fue oportuno?, ¿se inició cuando el problema del endeudamiento ya estaba desatado?

GZ: Exacto, el plan de educación financiera fue 2008-2012. Evidentemente el problema de la educación financiera en algún momento se lo plantearon. Alguien, como mínimo en 2007, o antes también, pensó este problema. Pero está claro que fue tardío. Lo óptimo hubiera sido que, a medida que la inclusión financiera avanzaba, la educación acompañe. E incluso que la educación financiera fomente la inclusión y no al revés. Lo óptimo hubiera sido proporcionar educación financiera a la gente -que quizás ni siquiera tenía pensado estar incluida en el sector financiero- y, a partir de esa educación, iniciar el camino de la inclusión. O sea, que se incluyan ya educados.

MMF: Desde la perspectiva de las familias españolas, de los particulares, ¿cuáles fueron las principales malas decisiones financieras?

GZ: Es un poco difícil esa pregunta porque la situación económica en España cambió radicalmente. Si bien mucha gente alertaba acerca de la burbuja inmobiliaria, ni siquiera el sector público se hizo eco de esas alertas. Por lo tanto, menos aún se puede esperar que lo hicieran las familias. Lo cierto es que los hogares se sobreendeudaron con la idea -lógica, por cierto- de que ellos iban a seguir teniendo el mismo ingreso que tenían hasta ese momento y que incluso iba a ser mayor. Creo que es algo que pretendemos casi todos: que nuestros ingresos al menos se mantengan. Pero bueno, había un 8 por ciento de desempleo, hoy estamos en 26 por ciento. Los salarios han bajado, los ingresos por lo tanto también. Y gran parte de las deudas fueron impagables.

MMF: ¿Las decisiones más desacertadas pasaron entonces por las inversiones inmobiliarias?

GZ: Bueno, sí. Mucha gente tomó créditos hipotecarios. Con el agravante además que, en Europa, los créditos hipotecarios no sólo se respaldan por el colateral, que es el bien hipotecario, sino también con los ingresos. Para dejarlo en claro: en Estados Unidos, si uno toma un crédito hipotecario, supongamos para la compra de un piso de 100 mil dólares, el banco te da 80 mil y el resto lo pone uno de su bolsillo. Bien, si esa vivienda, al estallar una burbuja inmobiliaria, pasa a valer 50 mil dólares -como pasó en Miami, por ejemplo, que los precios de los pisos bajaron un 50 por ciento- el propietario puede dejarle las llaves al banco y la deuda queda saldada. En cambio en Europa, si uno toma un crédito por 80 mil, por un piso que valía 100 mil, y que dos años después vale 50 mil, uno devuelve las llaves pero todavía debe 30 mil y tiene que responder con su propio bolsillo. Entonces, ¿qué sucede? La gente, con la ilusión de una vivienda propia, se mete en un crédito hipotecario y dos años después no sólo no tiene vivienda propia sino que además tiene una deuda de 30 mil euros. Y posiblemente se han quedado sin trabajo o les bajaron el sueldo y no tiene más ingreso que un seguro de desempleo… En fin, historias muy conocidas hoy en España. No nos olvidemos que en España a fines del año pasado tuvieron que frenar los desahucios, los desalojos, porque había empezado a haber suicidios. Varios suicidios, no un caso particular. Esas personas tenían su vivienda, tenían su trabajo y de pronto no sólo pierden su trabajo, sino que pierden su vivienda y aún así les están exigiendo el pago de 30 mil, 50 mil euros… Respondiendo más concretamente a la pregunta: sí, creo que fue un error de la familia meterse en créditos que no podían pagar. Pero con esto no estoy culpando a las familias por haberse sobreendeudado. Porque esas mismas familias en el momento que toman el crédito tienen los ingresos suficientes. Uno puede pensar que la situación económica puede ir peor, pero en términos generales espera que la situación personal al menos se mantenga. Es un tema difícil. Pienso que la regulación hay que dejarla en manos del sector público y no podemos pretender que el sector privado se autorregule, tanto desde las instituciones financieras como desde los agentes. Uno puede tener políticas públicas tendientes a evitar el sobreendeudamiento privado. No puede pretender que los privados sepan de economía, sepan el impacto que va a tener la burbuja en la economía en general y en su economía en particular, uno no puede pretender eso. Entonces sí, hoy “con el diario del lunes”, sí, fue un error de las familias la toma del crédito hipotecario. Pero en el momento, es comprensible la actitud. No es un comportamiento que uno pueda considerar como irracional e irresponsable.

MMF: ¿Y a tu juicio cuál ha sido el grado de compromiso y responsabilidad de las instituciones financieras en la generación de esta situación?

GZ: Hay varios puntos donde son responsables, con la complicidad del sector público. Porque fue el sector público, por ejemplo, el que estableció regulaciones que permitieron estas prácticas. El sector financiero cambió su lógica en los años previos a la crisis. El sector financiero fue desde una lógica de tomar depósitos del público para luego prestar ese dinero y mantener ese activo en su balance, ganando con la diferencia del tipo de interés, a un modelo en el cual en lugar de mantener en cartera ese activo lo que hacían era titulizarlo y revenderlo en el mercado, para obtener más liquidez y poder volver a prestar. Con lo cual se pierde el incentivo a medir con precisión el riesgo de crédito de la contraparte, porque después de todo el activo no va a permanecer en el balance de la institución financiera. ¿Con qué lógica? Con la lógica de que, si diversificamos la cartera, el riesgo desaparece. Es cierto, el riesgo es diversificable. Casi todos los riesgos son diversificables. Pero hay un único riesgo que no lo es, que es el riesgo sistémico. Eso te lo dice la teoría financiera desde sus inicios. Entonces es una falacia que, por caso, una institución asiática tituliza todos sus activos y que, al tener hipotecas de Estados Unidos, de América Latina, del mismo Asia, de Europa, y además no sólo hipotecas sino también otros tipos de activos productivos, no productivos, entonces no tiene riesgos. No. En 2008, después de la quiebra de Lehman Brothers, todas las bolsas del mundo recortaron a la mitad sus valores. Eso es riesgo sistémico, por definición no diversificable e imposible de hacerlo desaparecer. Por otra parte, lo que hablábamos antes de las políticas de riesgo de las instituciones financieras. Cada institución tenía su política de riesgo pero no la transmitía correctamente a sus empleados. Quizás discursivamente sí, no lo sé. Pero no con los incentivos. Lo que hablábamos antes de los bonos… Eso hace que lo que pretende el empleado de la institución financiera, quien después de todo es el que aprueba o no un crédito, es el máximo beneficio sin evaluar el riesgo. Así que, si uno pretende el máximo beneficio sin evaluar el riesgo, se sabe en términos generales que a mayor beneficio, mayor riesgo, entonces no tenían problemas en invertir en proyectos muy riesgosos, porque eran posiblemente los que le iban a dar mucha rentabilidad y bonos muy importantes. Y acá hay algo muy interesante: los bonos están atados a la rentabilidad, no al riesgo. Y tampoco a la rentabilidad de largo plazo, sino a la de corto plazo. A un empleado de una institución financiera, bajo la lógica de este pago de bonos, la volatilidad lo beneficia. ¿Por qué? Porque si un año gana mucho dinero, va a recibir un bono muy importante. Y si al año siguiente pierde mucho dinero, no le van a sacar el bono. Le darán un bono igual a cero, pero lo que ganó el año anterior no se lo quita nadie. En lugar de tener un bono de 10 todos los años, tiene un bono de 100 un año y cero al siguiente. Pero en el medio las instituciones financieras ganaron mucho un año y perdieron mucho al año siguiente, poniendo en jaque al sistema internacional de pagos y a la economía en su conjunto. De algún modo las instituciones financieras compartieron sus beneficios con sus empleados, sin compartir sus pérdidas.

MMF: Y el hecho de que en España hayan intervenido mucho las cajas, que se supone son instituciones con más arraigo popular, que tienen un carácter más social, solidario, ¿esto agrava la situación?, ¿agrava la consideración del problema?

GZ: El tema de las cajas en España es complejo. Porque las cajas, no todas, pero sí muchas, estaban muy politizadas. Entonces muchas veces no siguieron la lógica social que se supone tienen que tener, sino que siguieron una lógica de prebendas y de amiguismo político. De hecho, las cajas estuvieron mucho más expuestas al sector inmobiliario que los bancos tradicionales. Con esto no quiero decir que estoy en desacuerdo con la lógica de las cajas. La lógica de las cajas está muy bien. El problema fue la puesta en práctica. La verdad es que sí, es un agravante… Desde el lado de las microfinanzas, por ejemplo, o desde la posición de un sector financiero algo más social, el fracaso de las cajas es algo decepcionante. Es decepcionante porque se suponía tenían una lógica social. Y ese concepto fracasó. Es un caso similar, salvando las distancias, con el estado de bienestar europeo. Que haya fracasado el estado de bienestar europeo no es, necesariamente, porque el estado de bienestar europeo estaba mal. Posiblemente el estado de bienestar europeo está bien -y yo estoy convencido de que está bien-. El problema fue que la implementación en algunos casos dejó bastante que desear.

MMF: Varios países de América Latina están avanzando en sus procesos de inclusión financiera. ¿Qué lecciones deberían apuntar a partir de la crisis española?

GZ: Bueno, la palabra “lección” es una palabra fuerte que ya desde América Latina están, estamos, algo cansados y creo que es correcto. Yo creo que, más que “lección”, es qué aprendizaje puede sacar América Latina. Bueno, lo que hablamos antes, que una educación financiera sin educación es peligrosa. Y que si muchos países en América Latina están avanzando en inclusión financiera, lo cual es algo importante y positivo, deberían acompañar este proceso a través de una enseñanza acerca del buen uso de la inclusión financiera, para evitar los problemas que se dieron en España de sobreendeudamiento. En América Latina, más que en España, una situación similar significaría mucha gente perforando la línea de pobreza. España, dentro de todo -no quiero minimizar el problema, en absoluto- partía de una situación mucho mejor que la de cualquier otro país latinoamericano. Una situación similar en América Latina significa millones de personas pobres. Creo que se está a tiempo de acompañar la inclusión financiera con educación.

MMF: ¿Y respecto a lo que planteabas de los incentivos al personal?, ¿qué aprendizaje se puede apuntar?

GZ: Respecto a los incentivos… Está muy bien la pregunta porque de hecho me quedé pensando en algo que dije. Yo dije que las instituciones financieras compartían sus beneficios con los empleados y no sus pérdidas. Con esto no quiero decir que las instituciones financieras deberían compartir sus pérdidas, nada de eso. Los empleados son empleados y deberían cobrar un sueldo. Y si a la empresa le va mal, es un problema de la empresa. Lo que sí creo es que los incentivos deberían ir no sólo por el lado del beneficio sino también por el riesgo. O eventualmente del beneficio de largo plazo, que es un concepto similar. En América Latina las instituciones han estado mucho más reguladas por años y años de crisis financieras, pero desconozco si tienen una buena política de incentivos al interior de la compañía. De cualquier manera, sin lugar a dudas, una de las enseñanzas de la crisis es la necesidad imperiosa de generar incentivos adecuados para que los empleados de la institución sigan la política de riesgos que estableció la directiva de la empresa. Luego, se debería esperar que esa política de riesgos sea coherente, pero ese ya es otro tema.

MMF: La última pregunta tiene que ver con tu inquietud de investigación actual relativa a la gestión de políticas públicas, fiscales, teniendo en cuenta los ciclos de la economía, ¿cómo vincular esto con la inclusión financiera y la pertinencia de esto para lo que significan las microfinanzas?

GZ: Mi campo de investigación principal y global son las políticas de estabilización del ciclo económico. Esto abarca políticas fiscales, políticas monetarias y, dentro de este globo, hay un subconjunto que pueden ser las microfinanzas. Las microfinanzas son un instrumento para que la gente de menores recursos y más vulnerable, un sector al que yo creo que la política pública tiene que prestar especial atención, por razones obvias, ¿no?, pueda mejorar su bienestar. Las microfinanzas permiten que estas personas mejoren su bienestar a través de una estabilización de su consumo. Lo que hablábamos antes: el buen acceso, el acceso con educación a los servicios financieros permite generar un ahorro en los tiempos buenos, aun en magnitudes pequeñas. Un pequeño ahorro en un hogar pobre seguramente es mucho más importante que un gran ahorro para un hogar de clase media, ni siquiera hablemos de clase alta. Muchas veces está la idea de que las clases bajas no ahorran y es una idea muy errónea. Si las clases bajas no ahorraran, posiblemente no subsistirían. Es mucho más importante el ahorro en las clases bajas, porque sus ingresos son mucho más volátiles e inestables. Entonces, si no generaran ahorro, en los momentos malos se la pasarían sin comer, directamente. Y la inclusión financiera con educación financiera, y las microfinanzas, lo que permiten es, por un lado, generar este ahorro, fomentar este ahorro, dar un buen uso y alguna rentabilidad a este ahorro y, por otro lado, permiten un acceso al crédito en los momentos que las cosas quizás no marchan tan bien y así, o bien mantener el nivel de consumo, o bien emprender algún desarrollo productivo que pueda incluso emplear a esa persona y hacerla progresar en la escala social. Las microfinanzas aportan a las políticas de estabilización, colaboran con esas políticas en estabilizar y mejorar el ingreso de las poblaciones más vulnerables que son el objetivo principal -a mi modo de ver- de toda política económica.

Artículos relacionados

No hay comentarios:

Publicar un comentario