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viernes, 19 de septiembre de 2014

Calentamiento global: agendas enfrentadas


(Por Sally Burch, Agencia Latinoamericana de Información) En el año 2013, los gases de efecto invernadero presentes en la atmósfera subieron a un nivel sin precedentes, sobre todo por el dióxido de carbono (CO2), según mediciones de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), publicadas en su Boletín anual el pasado 9 de septiembre. La red de Vigilancia de la Atmósfera Global de la OMM encontró que en ese año, la concentración de CO2 en la atmósfera alcanzó el 142 % del nivel de la era preindustrial (o sea, antes de 1750), el de metano el 253 % y el de óxido nitroso el 121 %.

Ban Ki Moon
Según datos preliminares, el aumento súbito de CO2 podría obedecer a una disminuida capacidad de la biósfera de la Tierra de absorber el gas, sumado al incremento constante de las emisiones. Normalmente, una cuarta parte de las emisiones es absorbida por los océanos, pero ello a su vez tiene graves consecuencias por la mayor acidificación del agua de mar, fenómeno que está sucediendo a un ritmo mayor a lo que ha ocurrido en los últimos 300 años, por lo menos. El estudio concluye que ya no cabe duda alguna que estos cambios se deben a la actividad humana.

Esta conclusión se ratifica también en el informe 2014 del Grupo Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés), que, entre otros aspectos, confirma el deshielo continuo de los polos y glaciares, uno de cuyos principales efectos será la subida del nivel del mar, con graves consecuencias para las zonas costeras bajas, que incluyen grandes ciudades y pequeños países insulares. El informe estima que el riesgo se incrementará desproporcionadamente cuando el calentamiento global supere 1ºC y será muy alto, e irreversible, a partir de los 3ºC. También pronostica impactos principalmente negativos en la seguridad alimentaria y los sistemas de producción de alimentos.

Negociación y movilización

Estos datos confirman que, sin acciones contundentes y urgentes, en las próximas décadas el calentamiento global superará los 2 grados centígrados (2ºC) por encima de la temperatura mundial promedio de la época preindustrial, considerado ya el límite para evitar una catástrofe planetaria.  Desde ya se registra un aumento de 0,8ºC. Pero además, demuestran que peligra la biósfera de los océanos: desaparecerán los arrecifes (que protegen las zonas isleñas) y se trastornará la vida marina.

Sería de esperar, entonces, que estos informes contribuyan a catalizar las respuestas urgentes en términos de políticas efectivas y cambios en los comportamientos de producción y consumo, que la situación exige. No obstante, nada asegura que ello ocurrirá.

Las negociaciones sobre cambio climático avanzan con mucha lentitud y con poca voluntad política de los países con mayor responsabilidad por la situación. La agenda se retomará en Nueva York este 23 de septiembre, donde el Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki Moon, está organizando una Cumbre del Clima, a la cual ha invitado a jefes de Estado y gobierno, representantes de grandes transnacionales y un grupo reducido de participantes de la sociedad civil. En paralelo, actores sociales han convocado a movilizaciones sociales para “detener y prevenir la Fiebre del Planeta”, incluyendo una marcha masiva por las calles de Manhattan el 21 de septiembre. Uno de los motivos es protestar por la “captura” del proceso oficial de negociaciones por grandes intereses corporativos.

Luego, del 1 al 12 de diciembre, en Lima, sigue la vigésima edición anual de la Conferencia de las Partes (COP20) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climática (CMNUCC). Y del 9 al 12, en la misma ciudad, la Cumbre de los Pueblos frente al Cambio Climático. En Lima se prevé avanzar en la elaboración del borrador del nuevo acuerdo global sobre cambio climático, que entrará en vigencia a partir de 2020, el cual debe aprobarse en la COP21 en París, el año próximo. Recordemos que en 2012 venció el Protocolo de Kioto (PK), sin haber logrado la negociación de un nuevo acuerdo, y se decidió prorrogar el PK hasta 2020, si bien algunos países se retiraron.

Diversas redes de actores sociales movilizadas en torno al cambio climático rechazan las “falsas soluciones” promovidas por sectores empresariales que buscan convertir a la llamada economía verde en un pretexto para el lucro, como mercados de carbono, otras formas de privatización y mercantilización de la vida, geoingeniería, agrocombustibles y agroindustria.

La convocatoria a la movilización en Nueva York propone remedios para curar y prevenir la “fiebre” que padece el planeta Tierra. Estos incluyen compromisos obligatorios inmediatos -y no solo promesas voluntarias- de los países para controlar sus emisiones de gases de efecto invernadero y para mantener el incremento de la temperatura planetaria a no más de 1,5ºC. Además, compromisos vinculantes para dejar más del 80% de las reservas conocidas de combustibles fósiles bajo el suelo y prohibir nuevas exploraciones. Plantean también acelerar la transición a energías renovables; promover la producción y consumo locales de bienes durables; estimular la transición a la producción agrícola basada en la comunidad para satisfacer las necesidades alimentarias locales; mejorar el transporte público; crear empleos climáticos para reducir las emisiones y restaurar la naturaleza; y desmantelar la industria bélica.

Luego de las grandes movilizaciones durante la COP15 en Copenhague en 2009, el movimiento climático perdió aliento y los medios de difusión dejaron de interesarse por el tema. Hay signos de que en los próximos meses esta situación puede revertirse. Sin embargo, más allá de que miles de personas se movilicen en las calles o participen en eventos durante unos días, la gravedad de la amenaza requiere de acciones más amplias y sostenidas. Por ejemplo, cómo alimentar un debate público permanente destinado a que amplios sectores de la población se apropien del tema y exijan acciones contundentes, aun sabiendo que pueden significar cambios en su forma de vida.

Fuente: ALAI

El texto es parte de la Revista América Latina en Movimiento, Nº 498, septiembre de 2014, que trata sobre el tema “Frenar el calentamiento global”.

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