(Mundo Microfinanzas) En
línea con recientes investigaciones sobre efectos concretos de las
microfinanzas en la economía de los más pobres, la revista Qn de
la
Yale School of Management acaba de publicar el estudio What are the realities of microfinance?
Dean Karlan |
Participan de esta investigación destacados académicos de la
Yale University liderados por el profesor Dean Karlan. Algunas conclusiones del
trabajo trascienden e incluso desestiman presupuestos tradicionales de las
microfinanzas y ponen en aprietos lo que, desde la óptica de sus autores, sería
la “narrativa americana” en torno a esta actividad en tanto herramienta de
lucha contra la pobreza.
Qn dialogó sobre esta
publicación con el profesor Karlan; con el director ejecutivo del Programa de
Empresa Social de la Yale School of Management, Tony Sheldon y con el profesor asistente de Conducta
Organizacional de la Escuela, Rodrigo
Canales.
A lo largo de la entrevista, los catedráticos
norteamericanos se refieren a algunas tensiones entre lo que a veces se presume
de las microfinanzas y lo que se observa en la realidad (el difícil equilibrio
entre sostenibilidad, impacto y escala), expresan la necesidad de que la
industria ayude a crear nuevas expectativas y destacan algunas experiencias con
la población más pobre entre los pobres en diferentes partes del mundo. Algunos
de los conceptos expuestos en la entrevista vertimos a continuación en castellano.
Crisis de conciencia
“Parte de lo que hace de las microfinanzas, o del
microcrédito más bien, algo tan atractivo es la idea de que permite a los
pobres salir de la pobreza por sí mismos. Les prestamos una pequeña suma para
que ellos mismos tomen el impulso. Pienso que esta es
especialmente una narrativa americana. Cuando comenzamos a hacer trabajo sobre
terreno en microfinanzas, recuerdo que una de las cosas más poderosas en
aquellas personas que recibían un crédito era el hecho de que alguien los
considerara dignos de un crédito. Esto ha tenido un gran impacto. Es habitual
cuando visitas los hogares o las empresas de los clientes en México encontrar
enmarcada la carta original del banco donde conceden la aprobación del primer
crédito. Las microfinanzas deben ayudar a crear nuevas expectativas para
poblaciones desfavorecidas, expectativas de las que ellos puedan estar a la
altura. Cuando uno observa lo que pasa actualmente en la práctica, ve una serie
de tensiones que uno no puede pasar por alto. La noción de que uno puede ayudar
a los pobres sin verse implicado en importantes trade-offs es muy tentadora,
pero en muchos casos acaba por ser falsa. En microfinanzas tenemos el supuesto
de que la rentabilidad no riñe con el impacto, pero en muchos casos es lo que
termina siendo” (Canales).
“En cierta forma, las microfinanzas han sido más
exitosas de lo que muchas personas piensan. Antes de que se acuñara el término
“empresa social”, las microfinanzas constituían el primer ámbito donde el
cliente final era el muy pobre y el modelo de negocio apuntaba tanto a la
rentabilidad como a lograr un mayor impacto social. La idea era que, al ser
rentable, uno crea una institución escalable en el largo plazo, con capacidad
para afrontar préstamos o atraer inversiones y no depender de los caprichos o
del limitado capital de un donante. Las microfinanzas han estado durante
treinta años lidiando con estos tres factores: sostenibilidad financiera,
impacto social y escala significativa” (Sheldon).
“Hay muchos que todavía dicen que mientras más grande seas,
más rentable y mayor impacto tendrás. Pero yo sostengo que hay consecuencias no
buscadas. Tensiones y trade-offs han irrumpido en los últimos años en la medida
que el microcrédito se convertía en algo rentable y atractivo para inversores
privados. No estamos hablando de inversores sociales o fundaciones, sino de
fondos de inversiones y bancos de inversiones que quieren comprar acciones,
porque ¿dónde más puedes obtener retornos del 50% sobre el capital? Pero esto significa
que la naturaleza de las microfinanzas ha cambiado, con consecuencias para el
cliente final y ha conllevado una crisis de conciencia dentro de la comunidad
microfinanciera: cómo hacerse cargo de esta situación, cómo manejarla y cómo
resolverla hacia adelante” (Sheldon).
A quién se está llegando
“Más allá de alguna retórica, las microfinanzas
tradicionalmente no llegan a los más pobres de los pobres. Hay algunas
excepciones, pero son sólo eso: excepciones a la regla. La pregunta es ¿por
qué? ¿Por una cuestión de costo? Los microprestamistas o las instituciones de
microfinanzas no están dispuestas a ir tan lejos porque el tamaño de los
préstamos y el monto de las cuentas de ahorro son demasiado pequeños. En muchas
situaciones, trabajando con los más pobres, hemos visto también que los
prestatarios no están dispuestos a participar -cuando la gente no tiene
absolutamente nada, existe un temor hacia la institución formal-. Esto es
particularmente cierto allí donde hay una preferencia hacia aquellos que forman
parte de un crédito grupal, con individuos que ya tienen alguna suerte de
negocio en marcha. Los más pobres carecen de toda actividad que pueda contarse
como una microempresa” (Karlan).
“Tony y yo estamos trabajando juntos en una serie de ensayos
aleatorios en siete lugares del mundo para evaluar el impacto de un programa
que funciona con gente que está realmente en la base y que escapa de toda
medición de pobreza. Ellos reciben un conjunto de servicios que les proporciona
capacitación y cuentas de ahorro, componentes comunes de las microfinanzas.
Pero además les proporciona lo que sea acaso el componente más importante: una
transferencia de activos para comenzar a darse un sustento, que puede ser algo
como cuatro cabras. El programa les da también apoyo de consumo -sacos de
arroz- a fin de asegurarse que no tendrán incentivos inmediatos para desertar y
vender las cabras. Algunos piensan estos proyectos como un modo de preparar a
los participantes para el acceso al microcrédito. Pero la medida que a nosotros
nos importa es si se produce o no una red de protección. ¿Se sostiene o los
hacen retroceder? Este es el interrogante que estamos analizando ahora” (Karlan).
¿Foco en el cliente o foco en la institución?
“Yo no hablaría de instituciones for-profit o non-profit; yo
pienso en orden a si tiene foco en el cliente o foco en la institución. Hay
organizaciones non-profit que son extremadamente rentables, y hay organizaciones
for-profit que apenas son rentables puesto que están enfocadas en el cliente. Asimismo,
existen programas muy importantes que yo diría que se aprovechan de sus
clientes, mientras que hay programas muy importantes que son totalmente leales
a sus clientes. Se trata en verdad de un enfoque filosófico” (Sheldon).
“La idea de las microfinanzas como una panacea es un
problema, porque si uno ve en los websites de las diferentes organizaciones,
uno no tiene idea del enfoque filosófico subyacente. Siempre habrá historias
maravillosas de María la panadera o de Rak, el que tira del coche (rickshaw
puller). No tengo dudas que son ciertas. ¿Pero qué hay debajo? ¿Y qué es lo
realmente motivante y que entra en el proceso de toma de decisiones de las
instituciones y de sus financiadores, ya sea a través de subvenciones, préstamos
o inversiones de capital? (Sheldon).
“Aquí es donde el trabajo de Dean es tan revolucionario e
importante. Especialmente en sus comienzos, las organizaciones de microfinanzas
suelen promover y evaluarse a sí mismas fijándose sólo en María la panadera y
Raj el que tira del coche, lo que significa que las personas a quienes ellos
dieron el crédito han tenido éxito. Esto demostraría que han tenido un gran
impacto. Pero ellos no se fijan en las personas que, por ejemplo, tomaron un
crédito, no les fue bien, y cayeron fuera del programa. Hubo allí un efecto de
selección inherente. La primera serie de pruebas aleatorias controladas en
microfinanzas ayudaron a entender el impacto sobre todos los que recibieron el
tratamiento, independientemente de cómo lo hicieron. Y lo que resultó fue una
historia más compleja. Y, en algunos casos, con impactos muy negativos” (Canales).
Algunos hallazgos
“Yo he trabajado en una serie de estudios apuntados a
cuestiones sobre cómo es utilizado el dinero y el impacto. De los estudios
completados, dos se detienen en organizaciones tradicionales que prestan a
microempresas, una en la India, otra en Filipinas. Ambas fueron con pruebas
aleatorias controladas y en los dos casos se halló que no hay un incremento
acumulado en los ingresos o en el consumo de los hogares.
Hemos detectado algunos patrones importantes. Por caso, en
la India, hemos visto que el aumento de actividad se observa en hogares que no
tenían un negocio con qué comenzar. Si en cambio ya tienen un negocio, no hemos
detectado incremento alguno respecto a lo que venían haciendo. Hubo
definitivamente un techo por encima del cual no se superaron.
En las Filipinas, no hemos visto que se invierta en
empresas. Ellos en realidad consolidan sus empresas, lo que tendemos a
considerar como algo bueno si es que están diversificando sus actividades en
orden a gestionar el riesgo. Esto nos dice que el crédito está ayudando a
gestionar el riesgo. También vemos que compran menos seguro. Si el crédito está
actuando básicamente como un dispositivo de seguro, bien, está reemplazando a
un producto de seguro” (Karlan).