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Este blog de microfinanzas comenzó a actualizarse el 1 de febrero de 2008 y se cerró el 30 de noviembre de 2015.

lunes, 13 de febrero de 2012

Tensiones y trade-offs: Para un replanteo de la "narrativa americana"


(Mundo Microfinanzas) En línea con recientes investigaciones sobre efectos concretos de las microfinanzas en la economía de los más pobres, la revista Qn de la Yale School of Management acaba de publicar el estudio What are the realities of microfinance?

Dean Karlan
Participan de esta investigación destacados académicos de la Yale University liderados por el profesor Dean Karlan. Algunas conclusiones del trabajo trascienden e incluso desestiman presupuestos tradicionales de las microfinanzas y ponen en aprietos lo que, desde la óptica de sus autores, sería la “narrativa americana” en torno a esta actividad en tanto herramienta de lucha contra la pobreza.

Qn dialogó sobre esta publicación con el profesor Karlan; con el director ejecutivo del Programa de Empresa Social de la Yale School of Management, Tony Sheldon y con el profesor asistente de Conducta Organizacional de la Escuela, Rodrigo Canales.

A lo largo de la entrevista, los catedráticos norteamericanos se refieren a algunas tensiones entre lo que a veces se presume de las microfinanzas y lo que se observa en la realidad (el difícil equilibrio entre sostenibilidad, impacto y escala), expresan la necesidad de que la industria ayude a crear nuevas expectativas y destacan algunas experiencias con la población más pobre entre los pobres en diferentes partes del mundo. Algunos de los conceptos expuestos en la entrevista vertimos a continuación en castellano.

Crisis de conciencia

“Parte de lo que hace de las microfinanzas, o del microcrédito más bien, algo tan atractivo es la idea de que permite a los pobres salir de la pobreza por sí mismos. Les prestamos una pequeña suma para que ellos mismos tomen el impulso. Pienso que esta es especialmente una narrativa americana. Cuando comenzamos a hacer trabajo sobre terreno en microfinanzas, recuerdo que una de las cosas más poderosas en aquellas personas que recibían un crédito era el hecho de que alguien los considerara dignos de un crédito. Esto ha tenido un gran impacto. Es habitual cuando visitas los hogares o las empresas de los clientes en México encontrar enmarcada la carta original del banco donde conceden la aprobación del primer crédito. Las microfinanzas deben ayudar a crear nuevas expectativas para poblaciones desfavorecidas, expectativas de las que ellos puedan estar a la altura. Cuando uno observa lo que pasa actualmente en la práctica, ve una serie de tensiones que uno no puede pasar por alto. La noción de que uno puede ayudar a los pobres sin verse implicado en importantes trade-offs es muy tentadora, pero en muchos casos acaba por ser falsa. En microfinanzas tenemos el supuesto de que la rentabilidad no riñe con el impacto, pero en muchos casos es lo que termina siendo” (Canales).

En cierta forma, las microfinanzas han sido más exitosas de lo que muchas personas piensan. Antes de que se acuñara el término “empresa social”, las microfinanzas constituían el primer ámbito donde el cliente final era el muy pobre y el modelo de negocio apuntaba tanto a la rentabilidad como a lograr un mayor impacto social. La idea era que, al ser rentable, uno crea una institución escalable en el largo plazo, con capacidad para afrontar préstamos o atraer inversiones y no depender de los caprichos o del limitado capital de un donante. Las microfinanzas han estado durante treinta años lidiando con estos tres factores: sostenibilidad financiera, impacto social y escala significativa” (Sheldon).

“Hay muchos que todavía dicen que mientras más grande seas, más rentable y mayor impacto tendrás. Pero yo sostengo que hay consecuencias no buscadas. Tensiones y trade-offs han irrumpido en los últimos años en la medida que el microcrédito se convertía en algo rentable y atractivo para inversores privados. No estamos hablando de inversores sociales o fundaciones, sino de fondos de inversiones y bancos de inversiones que quieren comprar acciones, porque ¿dónde más puedes obtener retornos del 50% sobre el capital? Pero esto significa que la naturaleza de las microfinanzas ha cambiado, con consecuencias para el cliente final y ha conllevado una crisis de conciencia dentro de la comunidad microfinanciera: cómo hacerse cargo de esta situación, cómo manejarla y cómo resolverla hacia adelante” (Sheldon).

A quién se está llegando

Más allá de alguna retórica, las microfinanzas tradicionalmente no llegan a los más pobres de los pobres. Hay algunas excepciones, pero son sólo eso: excepciones a la regla. La pregunta es ¿por qué? ¿Por una cuestión de costo? Los microprestamistas o las instituciones de microfinanzas no están dispuestas a ir tan lejos porque el tamaño de los préstamos y el monto de las cuentas de ahorro son demasiado pequeños. En muchas situaciones, trabajando con los más pobres, hemos visto también que los prestatarios no están dispuestos a participar -cuando la gente no tiene absolutamente nada, existe un temor hacia la institución formal-. Esto es particularmente cierto allí donde hay una preferencia hacia aquellos que forman parte de un crédito grupal, con individuos que ya tienen alguna suerte de negocio en marcha. Los más pobres carecen de toda actividad que pueda contarse como una microempresa” (Karlan).

“Tony y yo estamos trabajando juntos en una serie de ensayos aleatorios en siete lugares del mundo para evaluar el impacto de un programa que funciona con gente que está realmente en la base y que escapa de toda medición de pobreza. Ellos reciben un conjunto de servicios que les proporciona capacitación y cuentas de ahorro, componentes comunes de las microfinanzas. Pero además les proporciona lo que sea acaso el componente más importante: una transferencia de activos para comenzar a darse un sustento, que puede ser algo como cuatro cabras. El programa les da también apoyo de consumo -sacos de arroz- a fin de asegurarse que no tendrán incentivos inmediatos para desertar y vender las cabras. Algunos piensan estos proyectos como un modo de preparar a los participantes para el acceso al microcrédito. Pero la medida que a nosotros nos importa es si se produce o no una red de protección. ¿Se sostiene o los hacen retroceder? Este es el interrogante que estamos analizando ahora” (Karlan).

¿Foco en el cliente o foco en la institución?

“Yo no hablaría de instituciones for-profit o non-profit; yo pienso en orden a si tiene foco en el cliente o foco en la institución. Hay organizaciones non-profit que son extremadamente rentables, y hay organizaciones for-profit que apenas son rentables puesto que están enfocadas en el cliente. Asimismo, existen programas muy importantes que yo diría que se aprovechan de sus clientes, mientras que hay programas muy importantes que son totalmente leales a sus clientes. Se trata en verdad de un enfoque filosófico” (Sheldon).

“La idea de las microfinanzas como una panacea es un problema, porque si uno ve en los websites de las diferentes organizaciones, uno no tiene idea del enfoque filosófico subyacente. Siempre habrá historias maravillosas de María la panadera o de Rak, el que tira del coche (rickshaw puller). No tengo dudas que son ciertas. ¿Pero qué hay debajo? ¿Y qué es lo realmente motivante y que entra en el proceso de toma de decisiones de las instituciones y de sus financiadores, ya sea a través de subvenciones, préstamos o inversiones de capital? (Sheldon).

“Aquí es donde el trabajo de Dean es tan revolucionario e importante. Especialmente en sus comienzos, las organizaciones de microfinanzas suelen promover y evaluarse a sí mismas fijándose sólo en María la panadera y Raj el que tira del coche, lo que significa que las personas a quienes ellos dieron el crédito han tenido éxito. Esto demostraría que han tenido un gran impacto. Pero ellos no se fijan en las personas que, por ejemplo, tomaron un crédito, no les fue bien, y cayeron fuera del programa. Hubo allí un efecto de selección inherente. La primera serie de pruebas aleatorias controladas en microfinanzas ayudaron a entender el impacto sobre todos los que recibieron el tratamiento, independientemente de cómo lo hicieron. Y lo que resultó fue una historia más compleja. Y, en algunos casos, con impactos muy negativos” (Canales).

Algunos hallazgos

Yo he trabajado en una serie de estudios apuntados a cuestiones sobre cómo es utilizado el dinero y el impacto. De los estudios completados, dos se detienen en organizaciones tradicionales que prestan a microempresas, una en la India, otra en Filipinas. Ambas fueron con pruebas aleatorias controladas y en los dos casos se halló que no hay un incremento acumulado en los ingresos o en el consumo de los hogares.

Hemos detectado algunos patrones importantes. Por caso, en la India, hemos visto que el aumento de actividad se observa en hogares que no tenían un negocio con qué comenzar. Si en cambio ya tienen un negocio, no hemos detectado incremento alguno respecto a lo que venían haciendo. Hubo definitivamente un techo por encima del cual no se superaron.

En las Filipinas, no hemos visto que se invierta en empresas. Ellos en realidad consolidan sus empresas, lo que tendemos a considerar como algo bueno si es que están diversificando sus actividades en orden a gestionar el riesgo. Esto nos dice que el crédito está ayudando a gestionar el riesgo. También vemos que compran menos seguro. Si el crédito está actuando básicamente como un dispositivo de seguro, bien, está reemplazando a un producto de seguro” (Karlan).