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miércoles, 5 de diciembre de 2012

Inclusión financiera y educación financiera: el llamamiento recíproco


(Mundo Microfinanzas) Foros como el organizado por el Banco Central del Ecuador (BCE), donde se procura abordar un tema desde una perspectiva lo más amplia posible, obligan a veces a revisar juicios dados por buenos e incontestables.

Guido Zack
¿La inclusión financiera puede ser algo malo?

Tal vez, antes de la discusión sobre “Alfabetización y educación financiera: Imperativo pragmático de la inclusión financiera”, en el marco del foro Lecciones Aprendidas y Perspectivas de la Política de Inclusión Financiera, llevada a cabo este viernes en Quito, nuestra idea era que no. Que la inclusión financiera no podía sino producir efectos benéficos en quienes ven así facilitado el acceso a servicios como el crédito, una cuenta de ahorro, seguro, etc.

Damos por descontado que el uso de esos productos y esos servicios conllevan la idea de un sujeto autónomo y responsable, consciente de los beneficios pero también de los riesgos implícitos. Pero sabemos que no siempre es así. Hemos visto la implosión de mercados financieros como consecuencia de comportamientos irresponsables del consumidor y/o malas prácticas de proveedores y/o regulaciones débiles.

España aparece como un ejemplo exasperado. España no es un país pobre, su población es altamente alfabetizada y su mercado de consumo es bastante sofisticado.

Tomando nota de la intervención de uno de los integrantes del panel en Quito, el joven economista de la Universidad de Alcalá de Henares (UAH), Guido Zack, agregamos algunos datos más: en España hay 96 sucursales bancarias por cada 100 mil adultos; 120 cajeros automáticos por cada 1.000 km2; 2.577 cuentas de ahorro por cada 1.000 adultos; 770 préstamos por cada 1.000 adultos (151% del PIB), tenencia de activos que abarca al 98% de los hogares y tenencia de activos financieros que comprende al 93% de los hogares (10% acciones), entre otros.

¿Se podría decir que España presenta algún déficit en inclusión financiera? Es evidente que no. ¿Alguna relación entre estas contundentes cifras con la actual crisis económica y financiera que padece el país?

Para Zack, la situación española configuraría un proceso de inclusión financiera “espontánea”, creado al abrigo de una sociedad con un alto perfil de consumo y el auge de la burbuja financiera. “La inclusión financiera puede ser un arma de doble filo”, sostuvo el investigador del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la UAH, formado en la Universidad de Buenos Aires (UBA).

En su opinión, no se puede concebir la inclusión financiera sin la idea de un consumidor consciente, que toma decisiones informadas. De allí que inclusión financiera y educación financiera son dos elementos que se reclaman recíprocamente.

Al comparar la situación de España con la de América Latina, el catedrático explicó que los altos índices de pobreza y exclusión han llevado a varios países de la región a pensar la inclusión financiera de un modo más planificado y articulado en las políticas públicas.

Finalmente, Zack presentó los lineamientos del Plan Español de Educación Financiera, desarrollado en forma conjunta por el Banco de España (BdE) y la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), para el período 2008-2012, que lamentablemente se ejecutó en coincidencia con los años de desencadenamiento y agudización de la crisis. Un plan dirigido a todos los segmentos de la población.

Experiencias del BID-Fomin

El panel se completó con los aportes de Nicole Rossell y Paula Auerbach, especialistas del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Fondo Multilateral de Inversiones (Fomin), entidades que presentaron el evento junto con el BCE.

Rossell mencionó algunos casos exitosos de inclusión financiera en Guatemala: créditos a microempresas y pymes del Banco G&T Continental; créditos grupales, comunales e individuales de Fondesol; el programa de micropensiones de Redcamif; el programa de educación financiera de la Superintendencia de Bancos (SIB) y la iniciativa de créditos de triangulación financiera para exportación de hortalizas, con el concurso de la fundación Crysol, la cooperativa Salcaja, Unispice y Save the Children.

La exposición se explayó sobre todo con esta última. El objetivo fue que la comunidad el Carrizal, en el corredor seco guatemalteco, sea económicamente sostenible, migrando de su agricultura de subsistencia y autoconsumo a una producción hortícola de productos no tradicionales hacia mercados de alto valor. “La gente tenía la tierra y quería trabajarla”, explicó Rossell. Pero faltaba el recurso económico, que se logró mediante la triangulación financiera hacia los productores, todo vinculado a la apertura de cuentas de ahorro. Hoy la comunidad cuadruplicó la producción, generó utilidades y salió de línea de pobreza.

Auerbach, especialista sectorial basada en Ecuador, hizo una exposición sobre los proyectos del Fomin y el BID relacionados con inclusión financiera y educación financiera. Desde la perspectiva del Fomin, la inclusión financiera “se logra cuando se facilita el acceso a una oferta de productos y servicios que se ajustan y responden a las necesidades de la población meta, y que a la vez se implementan de una manera que asegura su uso frecuente y apropiado”.

Entre las iniciativas que el Fomin desarrolla en América Latina y el Caribe, ella mencionó el proyecto Tecnologías para la Inclusión Financiera, ProAhorros, el programa regional de Remesas y Ahorro, una guía de educación financiera para oficiales de crédito, en conjunto con la cooperación suiza, entre otros. Entre los retos pendientes, Auerbach indicó la necesidad de integrar la educación financiera en las políticas nacionales, medir resultados e impacto de la educación financiera y el desarrollo de herramientas innovadoras.

Actuó como moderadora del panel la consultora internacional Silvia Lorena Espinosa Sánchez.

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