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sábado, 28 de febrero de 2015

El ROE como indicador social: acoso paradigmático sobre la sostenibilidad

El taller de MicroFinanza Rating en Buenos Aires, en 2010
(fotos: Martín Páez Molina)

(Textos recobrados de MicroDinero) Microfinanza Rating, una de las agencias de rating especializadas en la industria, tiene su base en Milán. La raigambre itálica y clásica de esta empresa se refuerza por los símbolos que elige para promocionar sus productos. Como lema, elige Nosce te ipsum (“Conócete a ti mismo”), traducción latina de la frase que, se dice, estaba inscripta en la puerta del templo de Apolo, en Delfos, en la antigua Grecia (γνθι σεαυτόν). Y como imagen, exhibe el famoso dibujo de Da Vinci “L'Uomo vitruviano”, con que se representa típicamente el giro antropocéntrico del Renacimiento: la idea del hombre medida del universo, un arte ajustado a proporciones y en equilibrio (lejos de toda la desmesura teológica medieval).

Con este remoto pero significativo trasfondo filosófico, tres analistas de MicroFinanza Rating que trabajan en Quito (una de las cuatro  oficinas regionales de la empresa, además de Nicaragua, Kirguistán y Kenia), ofrecieron hace algunas semanas en Buenos Aires un taller que propuso analizar la relación entre desempeño financiero y desempeño social en microfinanzas. El encuentro se enmarcó dentro de las actividades de las IV Jornadas de Microfinanzas Argentina 2010, organizadas por la Fundación Andares y la Red Argentina de Instituciones de Microcrédito (Radim).

El taller brindado por Giovanni Calvi Parisetti, Massimo Vita y Virgilio Scacchetti propuso, hacia el final de la presentación, una hipótesis de trabajo que no dejó de generar algún efecto perturbador entre los asistentes, en su mayoría representantes de instituciones argentinas y latinoamericanas que trabajan con microcrédito. La idea de que no hay una división tajante entre desempeño social y financiero. De que todo indicador financiero también es social. Y que todo resultado social comporta una sustentabilidad financiera.

Pero antes de llegar estas conclusiones hubo que afinar conceptos y explicar metodologías de trabajo. ¿A qué nos referimos cuando hablamos de desempeño social? Se coincidió que se trata de la traducción en acciones de la misión social de una IMF y el cumplimiento de sus metas sociales. Se coincidió también que no siempre un buen desempeño financiero equivale a tener un buen desempeño social.

¿Y qué mide básicamente un rating social? Empieza por ver definición de misión y objetivos de la institución, evalúa los sistemas (recursos humanos, control interno, sistema informático) y los resultados en términos de alcance y servicios. La responsabilidad social en sus tres aspectos (hacia el personal, clientes y medioambiente) engloba todo. A partir de ahí, lo que queda es analizar qué cambios o qué impacto real produjo estos resultados en la vida de la población. Pero esto ya escapa a la medición.

Ahora bien, los analistas italianos (por cierto, con muy fluido castellano los tres) propusieron lo que llamaron un “rating social integral”. La propuesta, no exenta de cierto dejo autopromocional, apunta a una evaluación de las capacidades de una IMF. Principalmente en tres áreas:

Sistema de gestión de desempeño social (GDS): donde entra misión social, objetivos y estrategia, sistema de monitoreo y seguimiento, consistencia de los sistemas con la misión.

Responsabilidad social en sus tres aspectos.

Alcance: área de operación (geográfica, amplitud de alcance) y población atendida (profundidad de alcance).

Los tres profesionales de Microfinanza Rating que impartieron el taller,
en instalaciones de la Universidad Católica Argentina
.

Pero, además, no quedándose en lo que reporta cada institución, sino también, como lo dijeron los expositores, “mirar con los ojos del cliente”. La calidad del servicio, en esa perspectiva empática con el beneficiario, se mide en la variedad de su oferta, en la adecuación a sus necesidades, en la inclusión de servicios no financieros...

Lo que siguió fue un ejercicio práctico, con los participantes divididos por grupos. Se dio la siguiente consigna: dados ciertos indicadores de tres instituciones “X”, analizar cuál tenía los mejores resultados. La sesión resultó participativa y por momentos polémica. La pregunta desestructurante llegó cuando se inquirió si el ROE (retorno sobre patrimonio) es un indicador financiero o social.

La pregunta contenía una pequeña trampa, toda vez que, de las dos respuestas que se postulaban como posibles, una de ellas era evidente: financiera. Lo no tan evidente, y hacia donde apuntó el argumento de los analistas de MicroFinanza Rating, es que el ROE también es relevante para un desempeño social. Así como un indicador típicamente social, como es el alcance, entraña un componente sensiblemente financiero. En uno y otro caso se trata de lo mismo: de la sustentabilidad de la institución.

La sesión debió cerrarse bruscamente por razones de agenda del evento, pero seguramente en el café las opiniones siguieron. Antes de cerrar, uno de los expositores dejó flotando en el aire una frase que sonó provocativa para más de uno. Dijo… “el sueño del pequeño-social hay que analizarlo”.

Lo de “pequeño-social” había que entenderlo entrecomillado. Con esta expresión se refirió a muchas instituciones que, siendo pequeñas y enteramente identificadas con sus nobles propósitos sociales, relegan a segundo plano el desempeño financiero de su entidad. “¿De qué me sirve tener buenos objetivos sociales si a los cinco años tengo que cerrar la institución porque no es financieramente viable?”, acicatearon los ponentes. Si hubo algo así como un “mensaje” del taller, ese mensaje fue: animar a los sociales a salir de pequeños.

En definitiva, todos los indicadores son sociales. Y los indicadores más “sociales”, son también financieros. Las IMFs con mayor sostenibilidad demuestran tener una correlación más sólida entre autosuficiencia operativa y amplitud de alcance. Fue un taller que sirvió para hacer este tipo de replanteos. Enriquecedor al momento de reflexionar –renacentistamente- desde otra perspectiva, cambiando el eje habitual de lo que es la práctica.


* Publiqué este artículo el 28 de octubre de 2010 en MicroDinero

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